Slow Food responde a la consulta de la UE sobre el futuro de la Política Agrícola Común
02 May 2017 | Spanish
Hoy se cierra la consulta pública con vistas a la modernización y simplificación de la Política Agrícola Comunitaria (PAC), planteada por la Comisión Europea el pasado 2 de febrero. Slow Food ha observado que, según los propios datos de la UE, en la Unión Europea se desperdician cada año 88 millones de toneladas de alimentos (el 20% de la producción alimentaria total), mientras que una de cada cuatro fincas agrícolas ha cerrado sus puertas durante el período entre 2003-2013. Y la situación no mejora desde el punto de vista ambiental: el 10% de las emisiones de gas de efecto invernadero en la UE lo causa el sector agrícola. En consecuencia, Slow Food solicita:
- El cambio de una Política Agrícola Común a una Política Alimentaria Común, de forma que se tome en cuenta el sistema en su totalidad, incluyendo los sistemas de distribución y el despilfarro alimentario.
- El reconocimiento de la soberanía alimentaria, entendida como “el derecho de los pueblos a una alimentación nutritiva y culturalmente adecuada, accesible, producida de manera sostenible y ecológica, y también el derecho a decidir un sistema alimentario y productivo propio”[1].
- El apoyo concreto a los pequeños productores agroecológicos y a las producciones locales, en cuanto elementos fundamentales para un sistema alimentario sostenible. En efecto, son los pequeños productores agroecológicos quienes proporcionan toda una serie de servicios ambientales y sociales para la comunidad. Las pequeñas fincas agrícolas, además, permiten una mayor utilización de mano de obra, y son una valiosa fuente de empleo y una ayuda para la economía local y, por consiguiente, para la conservación de las comunidades rurales.
- La promoción de prácticas agroecológicas basadas en el uso eficiente de los recursos, con presencia mínima, cuando no nula, de productos químicos, y en la sinergia existente entre las diferentes especies. En consecuencia, este modelo agrícola fomenta numerosos beneficios a nivel ambiental, garantizando el mantenimiento de la biodiversidad, la fertilidad del suelo y un óptimo rendimiento de los cultivos. Los sistemas agroecológicos diversificados, por otra parte, garantizan una rentabilidad económica adecuada y segura a los campesinos, que de esta forma no han de basarse en el éxito de un solo cultivo (con rendimientos muy dependientes de los movimientos del mercado o de eventos naturales imprevistos).
- Ayuda concreta a los grupos desfavorecidos, y de forma particular a quienes viven en zonas marginales (sobre todo de montaña) y a los jóvenes. El abandono de las zonas marginales por la falta de infraestructuras o de oportunidades de empleo es un problema muy relevante en toda Europa, considerando que precisamente aún se conserva una amplia biodiversidad y que esas zonas son las más vulnerables desde un punto de vista hidrogeológico
- Favorecer los procesos participativos, a fin de asegurar vías democráticas en las decisiones de políticas respecto de la alimentación. Productores, consumidores, organizaciones de la sociedad civil e investigadores, han de poder contar con un espacio político donde establecer las prioridades del sector y exponer a las instituciones una estrategia compartida. Tales espacios, además, pueden cumplir una función de “intercambio de conocimientos” entre quienes trabajan en el sector alimentario desde diferentes perspectivas, garantizando así la cohesión de las diferentes partes sociales, y evitando la concentración de poder en manos de grandes compañías transnacionales.
Slow Food, junto a otras 150 organizaciones de la sociedad civil, ofrecía ya en marzo los primeros indicios sobre el futuro de la PAC en la declaración conjunta Good Food, Good Farming – Now.
La respuesta completa de Slow Food a la consulta se puede consultar aquí.
Para obtener más información:
Oficina de Prensa de Slow Food International
[email protected] – Twitter: @SlowFoodPress
Slow Food es una organización internacional que concibe un mundo en el que todas las personas puedan acceder a una alimentación buena: buena para los que la consumen, los que la cultivan y para el planeta. Más de un millón de activistas, cocineros, expertos, jóvenes, productores, pescadores y académicos de 160 países están comprometidos con Slow Food. Entre ellos, 100.000 socios de Slow Food están relacionados con 1.500 grupos locales y contribuyen tanto a la financiación mediante una cuota de inscripción como a la participación de las actividades organizadas territorialmente. Como parte de esta organización, más de 2.400 comunidades del alimento de Terra Madre producen alimentos a pequeña escala y de forma sostenible por todo el mundo.
[1] Declaración de Nyéléni sobre la Soberanía Alimentaria, Malí, 2007.
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