Celebrar la biodiversidad cada día
20 May 2021 | Spanish
Slow Food presenta su nuevo documento sobre biodiversidad: la solución es la agroecología
«Deberíamos celebrar la biodiversidad cada día, no solo el 22 de mayo», comenta Edie Mukiibi, vicepresidente de Slow Food. «¿Por qué? Porque la biodiversidad es lo que permite a los sistemas agrícolas resistir y superar los problemas medioambientales, las pandemias y las crisis climáticas. Ofrece servicios esenciales para el ecosistema, como la polinización y la fertilidad del suelo. Permite producir alimentos con menos impacto sobre los recursos no renovables y menos influencias externas, como los pesticidas. Es esencial para nuestra supervivencia».
Hace más de 20 años que Slow Food trabaja en la biodiversidad que sustenta la agricultura y la producción alimentaria: especies y variedades de plantas, razas animales, insectos beneficiosos, microorganismos, ecosistemas, conocimientos y cultura. Fue una de las primeras organizaciones que centró la atención sobre la diversidad doméstica (variedades y especies cultivadas) y fue la primera en todo el mundo en considerar las técnicas de elaboración y los productos elaborados (como panes y quesos) como parte integral del patrimonio de nuestra biodiversidad. «Ahora más que nunca, si queremos garantizar una comida buena, limpia y justa para todos tenemos que empezar por la biodiversidad e invertir un modelo de producción que sigue generando desastres medioambientales y sociales y socavando los cimientos de la seguridad alimentaria tanto para las generaciones actuales como para las del futuro», continúa Mukiibi.
Con ocasión del Día internacional de la diversidad biológica, Slow Food presenta su documento de posición «If biodiversity is alive, so is the planet» («Si la biodiversidad está viva, el planeta también»), en el que destaca los principales desafíos a los que se enfrenta nuestro planeta y presenta posibles soluciones, comenzando por las prácticas agroecológicas. La agroecología nos permite preservar y regenerar la fertilidad del suelo y reducir considerablemente el uso de productos químicos sintéticos en la agricultura. Esto es especialmente relevante hoy, que también celebramos el día mundial de las abejas. El 40 % de la producción agrícola depende de las polinizadoras y una gran parte de este trabajo lo llevan a cabo los insectos: abejas, avispas, mariposas, polillas, escarabajos, hormigas, etcétera. Europa está perdiendo una tercera parte de sus poblaciones de abejas y mariposas por culpa de los pesticidas, los monocultivos, el exceso de construcción, el cambio climático y el transporte de especies exóticas. «Tal y como exigimos en la Iniciativa Ciudadana Europea Salvemos a las abejas y a los agricultores, es necesario restablecer los hábitats y las zonas agrícolas deben convertirse en un vector de recuperación de la biodiversidad. Debemos apoyar a los productores en la transición necesaria del uso elevado de los pesticidas hacia la agroecología, basada en la biodiversidad local», añade Marta Messa, directora de Slow Food Europe.
En lo que respecta a nuestra comida, estamos rodeados de biodiversidad, aunque no la veamos: los microorganismos del suelo garantizan su fertilidad, mientras que los alimentos fermentados, como el pan, el chocolate, el queso, el vino y la cerveza son producto de la biodiversidad microbiana. La fermentación se lleva a cabo gracias a la levadura, a hongos y bacterias que se encuentran en el suelo, en los pastos y en los entornos de producción. La levadura aumenta el contenido de nutrientes de los alimentos, los enriquece con flora microbiana probiótica y les proporciona unas características sensoriales únicas. Para proteger la biodiversidad microbiana, Slow Food promueve los productos naturales: quesos sin encimas industriales, pan leudado de forma natural, charcutería sin aditivos ni conservantes y vinos con levaduras autóctonas.
«Nos enfrentamos a una pandemia provocada por un virus que ha desarraigado nuestras vidas. Esto debería hacer que nos detengamos a pensar sobre la importancia de los organismos microscópicos como base de la biodiversidad», explica Serena Milano, secretaria general de la Fundación de Slow Food para la Biodiversidad. La destrucción de los hábitats naturales y la consecuente pérdida de biodiversidad crean unas condiciones propicias para la difusión de enfermedades zoonóticas y elevan el riesgo de epidemias como resultado del contagio (la transmisión de virus de animales salvajes a especies domesticadas y seres humanos).
Y esto no acaba aquí: la biodiversidad contribuye a una dieta saludable y diversificada de varias maneras. Las variedades vegetales y razas animales autóctonas —así como las especies salvajes— suelen tener un mayor contenido de nutrientes que las versiones comerciales y cultivadas correspondientes. Los alimentos y hábitos alimenticios que son buenos para la salud son también los que menos impacto tienen sobre el medioambiente del planeta.
«Tenemos que apoyar a las comunidades locales que han seleccionado, conservado y reproducido las semillas, mejorando el rendimiento, el sabor y el valor nutricional de una gran cantidad de vegetales, legumbres y cereales», añade Milano. Desgraciadamente, un 75 % de las variedades de cultivo que existían a principios del siglo XX se han perdido y tres especies —el maíz, el arroz y el trigo— suministran el 60 % de la energía alimentaria de todo el mundo. Dos ejemplos: existen 5.000 variedades de patata autóctonas en el mundo, pero el mercado mundial está dominado por 4 variedades comerciales; lo mismo sucede con los plátanos, de los que solo una variedad domina el mercado mundial pese a que existen más de 500.
Lo mismo sucede con las razas animales: un 26 % de las 8.803 razas catalogadas en todo el mundo está en peligro de extinción y se desconoce el estado del 67 % de ellas. La industria se basa en muy pocas razas comerciales, seleccionadas por su rendimiento lácteo y/o cárnico y criadas de forma intensiva sin acceso a espacios abiertos, tratadas con antibióticos, alimentadas con forraje industrial y transportadas a grandes distancias. Como resultado de este modelo, el sector de la zootecnia es responsable del 14,5 % de los gases de efecto invernadero. Para remediar la pérdida de biodiversidad animal, es necesario un modelo de ganadería basado en la diversidad y que valore la adaptabilidad de las razas locales y sus vínculos con las zonas y los pastos locales.
«Estamos pasando por un momento difícil a nivel mundial y los pueblos indígenas son más vulnerables que nunca», comenta Dali Nolasco Cruz, indígena nahua y coordinadora de la red indígena Terra Madre para América Latina y el Caribe. «Existe una deuda histórica con nuestros pueblos. Somos los guardianes del 80 % de la biodiversidad mundial. Nosotros, los pueblos indígenas del mundo, reafirmamos nuestro compromiso con la lucha por nuestros derechos, por la defensa de nuestras tierras y por nuestra soberanía alimentaria. Hacemos una llamada a la acción a todos los pueblos indígenas del mundo —jóvenes, mujeres, niños y hombres—, a las instituciones nacionales e internacionales, para que juntos podamos escribir el futuro de la comida y construir el mundo que queremos».
Serena Milano concluye: «La biodiversidad está por todas partes, y protegerla con la agroecología es la única solución que tenemos para preservar las comunidades locales, la comida local y el planeta. Este es el mensaje que Slow Food llevará a la decimoquinta reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (COP 15) que se llevará a cabo en octubre y donde se adoptará el nuevo marco mundial de la diversidad biológica posterior a 2020».
Haz clic aquí para leer el resumen del documento «If biodiversity is alive, so is the planet».
Biodiversidad de Slow Food
Baluartes de Slow Food: 617 en 79 países
Arca del Gusto: 5.501 productos en 150 países
Mercados de la Tierra: 74 en 28 países
Alianza de Cocineros: 1.034 cocineros en 26 países
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