Slow Food Climate Action continúa 

Tras la conferencia virtual el 26 de junio, Slow Food lanza su compromiso climático para pedir que la alimentación y la agricultura formen parte de la solución y no del problema del cambio climático

El 26 de junio se celebró la conferencia Slow Food Climate Action, una maratón virtual de 24 horas organizada por Slow Food y Slow Food UK (Reino Unido) en la que participó un amplio público procedente de todas partes del mundo, desde Estados Unidos hasta Australia y desde Europa hasta África, superando los 8000 participantes que se unieron mediante zoom y redes sociales.

Puedes volver a ver las sesiones en la página de Facebook de Slow Food International.

Una vez finalizados los debates y las discusiones de los paneles, en las cuales científicos, ciudadanos, agricultores, jóvenes, mujeres, indígenas y consumidores tuvieron la palabra, Slow Food lanzó la Declaración Climática de Slow Food para reiterar la urgencia de la crisis climática y para pedir que la alimentación y la agricultura formen parte de la solución y dejen de ser una causa de esta problemática tan peligrosa. No podemos seguir postponiendo la respuesta a los devastadores efectos y todos tenemos que formar parte de la solución.

Durante la sesión de clausura, Elena Višnar Malinovskájefa de la Unidad Europea DG CLIMA declaró: «A nivel global, los sistemas alimentarios son responsables del 60% de la pérdida de la biodiversidad territorial, del 24% de las emisiones de efecto invernadero, de alrededor de 1/3 de los suelos degradados y de la explotación completa de al menos el 90% de las poblaciones que se dedican a la pesca comercial. Tenemos que acabar con la agricultura industrial, criar menos ganado, fomentar la agricultura orgánica y cuidar de la retención de agua en nuestro entorno.»

Shane Holland, director ejecutivo de Slow Food UK señaló: «La conferencia mundial sobre el clima COP26 en Glaslow el próximo noviembre tiene que proporcionarle al mundo soluciones reales. Slow Food decidió llevar a cabo una fuerte campaña para mantener la atención y las altas expectativas de la sociedad civil hasta noviembre, empezando desde ya. La firma y la difusión de la Declaración Climática de Slow Food es solo el primer paso, la primera acción de un compromiso que empieza influenciando e inspirando cambios en el comportamiento de ciudadanos individuales y va hasta la presión ejercida sobre los gobiernos y las instituciones públicas a todos los niveles —local, regional, nacional o supranacional— para adoptar políticas concretas y efectivas que aborden la crisis climática en la COP26.»

Marta Messa, directora de Slow Food Europa, añadió: «El cambio climático y nuestra alimentación van estrictamente ligadas puesto que la manera en la que producimos, procesamos, distribuimos y consumimos el alimento desempeña un papel crucial: puede contribuir al cambio climático o ayudar a combatirlo. Slow Food es un movimiento global con miles de comunidades en todo el mundo que ponen en práctica soluciones específicas para apoyar los sistemas de alimentación sostenible con el objetivo de resolver las numerosas crisis ante las que nos encontramos como individuos, como comunidades y como sociedad.»

La siguiente cita de Slow Food Climate Action será en Milán (Italia), el 22 de julio en la cumbre G20 Youth Summit, el grupo de participación oficial reúne a jóvenes líderes que representan los países del G7 y G20. Slow Food participará en el panel de debate Coffee Day sobre reflexiones, buenas prácticas y modelos en la cadena de valor del café. Emanuele Dughera, coordinador de la Slow Food Coalition, explicará por qué el café, el segundo producto más comercializado en el mundo, tiene un papel tan importante en el impacto climático.

A pesar de que el café ha desempeñado, hasta ahora, un papel relativamente pequeño en la deforestación global (comparado con otros productos como el aceite de palma, la soja o la ganadería extensiva), se da por hecho que el cambio climático ira gradualmente expandiendo la producción a nuevas áreas geográficas, muchas de ellas de mayor altitud, amenazando así algunos de los últimos bosques que nos quedan intactos y otras áreas fundamentales para la conservación de la biodiversidad. Para el 2050, la demanda global podría incluso triplicarse, lo que significaría perder otros 10 o 20 millones más de hectáreas de tierra, una situación devastadora tanto en el ámbito social como ambiental para las comunidades locales.

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