El problema del hambre en el mundo, los derechos de los pueblos indígenas, la libertad de las semillas y la sobrepesca en los mares fueron algunos de los asuntos discutidos el pasado viernes en el Salone del Gusto y Terra Madre en Turín, posiblemente el único evento mundial donde el tema alimentario se ve discutido desde numerosos y diferentes puntos de vista: gastronomía y cocina, pero asimismo otra serie de temas candentes que formarán el futuro del planeta y de la civilización humana. Solo a partir de este enfoque holístico podremos, ciertamente, comenzar a pensar en una alimentación y en un sistema agrícola sostenibles, y resolver los problemas que hoy afectan a toda la humanidad.
Los derechos de los pueblos indígenas a decidir qué sembrar y qué comer fue el tema central de la conferencia “Pueblos Indígenas y Soberanía Alimentaria Local – Una lucha por un desarrollo autodeterminado.” Oradores indígenas procedentes de Norteamérica, Argentina, Malasia, África del Este, Rusia y el Pacífico hablaron de las condiciones de las comunidades indígenas en sus países y de las amenazas y dificultades a las que se enfrentan en su lucha por ser dueños de sus propios destinos. La audiencia escuchó igualmente algunos inspirados proyectos de preservación de las culturas indígenas, por ejemplo, un proyecto en Argentina para mejorar la salud de las mujeres a través de la educación, o una ONG con perspectivas de futuro en Papúa Nueva Guinea que utiliza películas y televisión para aumentar la conciencia de la cultura alimentaria local. “Con buenas intenciones, quienes poseían el poder y los conocimientos técnicos dominaron a los pueblos indígenas durante mucho tiempo. Estos pueblos, en el entretanto, luchaban de forma silenciosa por sus derechos”, aseguró Phrang Roy, coordinador de la Alianza Indígena por la Biodiversidad Agrícola y la Soberanía Alimentaría. “Todavía estamos vivos, nuestra sabiduría y nuestra cultura tradicionales viven aún,” repetía, a su vez, Gallina Tunekova, del pueblo indígena Shor de Rusia, “pero necesitamos toda vuestra ayuda para preservarlo y no desaparecer por completo.”
“No podemos hablar de alimentación sin hablar de las semillas. Incluso los animales que comemos dependen de ellas.” Así comenzaba su intervención Cinzia Scaffidi, directora del Centro de Estudios de Slow Food, sobre “Semillas: ¿Por dónde empezar?” (Seeds: Where Do We Start?). En una sala abarrotada de gente, campesinos, activistas y académicos procedentes de países tan diversos como Irán, Italia, India y Francia, compartieron su visión. Las semillas son la clave de la soberanía alimentaria, de la salud, de la ecología y de la economía real, aseguró Fabien Moisant, un cultivador de grano y panadero francés. “La nueva batalla por la vida,” es como describió Marcello Buiatti, de la Universidad de Florencia, la situación actual, en que se patentan semillas y la tierra se ve “dopada” con productos químicos que causan el declive de la biodiversidad y aumentan o colman la dependencia de un puñado de multinacionales. “El monopolio de las semillas es la nueva versión de colonialismo,” proclamaba el iraní Ahmad Taheri. “Si existen leyes severas contra el “doping” en el deporte”, añadió, “¿cómo es posible que no exista ninguna ley cuando se trata del cultivo de alimentos?”. Una presentación de “Seed Freedom”, la campaña conducida por Vandana Shiva, activista india y presidenta de Navdanya, sirvió de mejor conclusión posible a la conferencia. Vandana insistió en que la solución reside al final en una combinación de protección de las semillas, junto a una batalla contra leyes inmorales, injustas e ilegítimas, añadiendo que algunos recientes cambios de leyes en Europa, al igual que el proceso contra el distribuidor de semillas orgánicas Kokopelli, son los mejores ejemplos de que “los antiguos terratenientes han sido sustituidos por unos actuales señores de la vida.”
“Los Baluartes son el más importante proyecto de Slow Food”, dijo Piero Sardo al abrir la conferencia “400 Baluartes: Un Nuevo Modelo de Agricultura” (400 Presidia: A New Model for Agriculture). Se ha ganado la apuesta por un nuevo tipo de agricultura, aseguró, y a través del nuevo informe sobre la sostenibilidad económica sociocultural y ambiental de los Baluartes, presentado en la conferencia, ha sido científicamente demostrada la eficacia de los proyectos en la promoción y defensa de productos tradicionales en todo el mundo. Cristiana Peano, de la Universidad de Turín, fue una de las colaboradoras del estudio que investigó algunos ejemplos de Baluartes europeos a partir de 50 indicadores. La evidencia directa la ofrecían Margherita Longo, del Baluarte siciliano de la lenteja de Ustica, y Soliko Tsaishvili, del Baluarte del vino en ánfora de Georgia. Ambos describieron cómo el Baluarte ayudó a los productores a formar una asociación y atraer a más personas jóvenes. Renato Grimaldo, del Ministerio italiano para el Medio Ambiente, y Pia Bucella, de la Dirección General para el Medio Ambiente de la Comisión Europea, aportaron más puntos de vista políticos, explicando que los Baluartes ofrecen un ejemplo de cómo conservar la biodiversidad.
El derecho a la alimentación está plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, tal y como aseguró José Esquinas-Alcázar, de la Universidad de Córdoba, “el derecho a la alimentación es el más importante de todos ellos, porque sin alimentación no existiríamos.” Sin embargo, casi un millardo de personas conviven permanentemente con el hambre. Cada día 40.000 personas en el mundo mueren de hambre, sobre todo mujeres y niños. Esta maldición, “la mayor tragedia y vergüenza en el mundo” según el Padre Alex Zanotelli, se sometía a discusión en la conferencia “Forzar el Derecho a la Alimentación: ¿Cómo?” (Enforcing the Right to Food: How?). Los oradores describieron un número de problemas, sobre todo el acceso a la alimentación, visto que hoy se produce comida suficiente para alimentar a toda la población mundial actual. Solo un 10% de las muertes por hambre está relacionado con conflictos armados o catástrofes naturales,” aseguró Carola Carazzone, abogada de la ONG italiana VIS. También se habló de la falta de voluntad política, el acaparamiento de tierras, la especulación de mercancías alimentarias, que causan una volatilidad de los precios, el despilfarro de comida y la dependencia de productos importados. Si bien la situación actual parece negar cualquier tipo de esperanza en el futuro, allí se sugirieron algunas posibles soluciones. Didier Chabrol, del centro de investigación francés CIRAD, describió el potencial de productos locales protegido por Baluartes e indicaciones geográficas. Esquinas-Alcázar dijo que el número de países que han introducido el derecho a la alimentación en sus constituciones, es aún pequeño pero está aumentando; Esquinas-Alcázar piensa que la única solución reside en un parlamento global. Carlo Petrini, por su parte, habló de la necesidad de un enfoque holístico sobre la alimentación, un reconocimiento de su valor intrínseco (y no sólo de su precio) y aseguró que las mujeres, los ancianos, los campesinos y los pueblos indígenas, durante mucho tiempo marginados, liderarán el camino hacia el futuro. Zanotelli, entre tanto, lo expresó de una forma muy clara: “La pobreza está siendo creada, el hambre es algo que se busca. Y nosotros necesitamos la valentía de declarar a la pobreza como algo ilegal.”
Pescadores, académicos, activistas y representantes internacionales se reunieron igualmente en “Guardians of the Oceans”, conferencia para denunciar los efectos devastadores de la sobrepesca y reclamar una acción concertada tanto de los políticos y como de los consumidores. El complejo carácter del asunto, pero también sus sencillas soluciones, fueron discutidos allí por un panel de expertos. Por ejemplo, la acuicultura se promueve con frecuencia como la solución a la sobrepesca, cuando en realidad es una presión adicional vista la cantidad de pequeños peces, como las anchoas, necesarios para alimentar al salmón o a la trucha. Una solución eficiente sería asegurar a los consumidores la procedencia de su alimento, permitiéndoles tomar una decisión sostenible. Tasha Sutcliffe, de Ecotrust Canada, explicó cómo algunos medios tecnológicos innovadores pueden intensificar los intercambios entre pescadores y consumidores: a través de la página web thisfish.info los pescadores pueden reflejar información sobre sus capturas y recibir comentarios directos por parte de los consumidores, quienes, a su vez, pueden acceder a una detallada información sobre el pescador y el área de pesca a través de la etiqueta. Por otra parte, Silvio Greco, biólogo marino y coordinador del Slow Food Italy Environmental, denunció cómo la gran industria pesquera se opone a promover estos sistemas. Brett Tolly, de la North West Marine Alliance de los EEUU, destacó que un factor clave para el cambio hacia un sistema de pesca sostenible es crear una red de pescadores y consumidores, factor que inspiró a la organización la creación de CSFs, Community Supported Fisheries initiatives. Todos los participantes subrayaron cómo el poder para los cambios reales y sostenibles se halla en manos de los consumidores: sólo la reducción del consumo de pescado y la selección de especies más sostenibles y menos conocidas, puede asegurar la supervivencia del ambiente marino para los años futuros.