5.000 participantes del reto Food for Change (Comida para el Cambio) han ahorrado 63 toneladas de CO2 a nuestro planeta.
El primer reto Food for Change, la campaña de sensibilización de Slow Food Food sobre la relación entre la alimentación y el clima, ha llegado a su fin. Las historias que hemos recibido entre el 16 y el 22 de octubre son realmente emocionantes: algunos participantes prepararon pan chapatide trigo integral keniano servido con judías verdes y ensalada kachumbari; otros cocinaron el clásico rissottoitaliano con frijoles y calabaza local, sin olvidar el cóctel filipino hecho con arroz, jengibre y limas dayap, recolectadas en un huerto familiar de Manila, que elaboraron otros participantes. Han llegado muchos ejemplos sobre cómo se puede escoger la comida cada día divirtiéndose y contribuyendo a contrarrestar el cambio climático con lo que ponemos en nuestra mesa.
En la fase inicial de la campaña Food for Change (que continúa durante el mes de noviembre con el Mes del productor y que termina el 31 de diciembre), Slow Food lanzó un llamamiento a aquellos que siempre se preocupan por los problemas cada vez más actuales relacionados con el clima y con el calentamiento global. En él se pidió a los participantes que se comprometieran a comer comida local, sin desperdicios ni carne para reflexionar sobre las elecciones alimentarias que se toman a diario y que a menudo no son sostenibles y, al mismo tiempo, nos comprometimos a calcular el impacto de las múltiples actitudes positivas que se pusieron en práctica.
Slow Food, junto con la empresa emergente Indaco2 (una spin-offde la Universidad de Siena Italia) ha cuantificado los efectos positivos de este gran compromiso colectivo, al que se han sumado más de 5.000 personas y que ha resultado ser muy eficaz: la adhesión al desafío ha contribuido a ahorrar 63 toneladas de CO2, es decir, una cantidad similar a la que emitiría un coche que tras recorrer 175.000 km (el equivalente a 4 vueltas alrededor de la Tierra).
Este es un resultado importante que se ha alcanzado con la contribución de muchos países del mundo. De entre todos ellos, dedicamos primero un aplauso especial a los países de habla rusa, que han dejado volar su imaginación y han participado con entusiasmo en el desafío.
También han llegado emocionantes imágenes y platos #FoodforChange de Italia, donde muchas personas trataron de elegir una comida buena, limpia y justa.
Otros muchos testimonios igualmente bellos han llegado de otras áreas del mundo, desde Ecuador hasta Letonia, desde México hasta Armenia, y desde Indonesia hasta Polonia. La participación de la Red de Jóvenes de Slow Food, que organizó muchos eat-in (comidas populares para apoyar eventos o causas de Slow Food) donde se reunieron cientos de jóvenes, también ha sumado esfuerzos, lo que demuestra que el cambio climático es un problema que también perciben aquellos que miran con responsabilidad hacia el futuro.
También han desempeñado un papel activo los países africanos, con centenares de personas que, desde muchos países (como Marruecos, Uganda, el Congo, o Benín) se reunieron para hacer una foto o un vídeo, alzando carteles de Food for Change, bailando y cantando.
Puedes ver galería de los platos y de las recetas del Reto Food for Change aquí
¡La campaña Food for Change no termina aquí! Descubre las actividades que se pueden llevar a cabo durante el próximo Mes del productor mientras esperas para averiguar quiénes serán los tres ganadores del primer desafío. ¡También puedes hace una donación para nuestra campaña!