Líder mundial en la producción de Organismos Genéticamente Modificados, además de máximo productor mundial de semillas convencionales, Monsanto es una de la empresas más controvertidas de la historia industrial. Desde su fundación en 1901 la multinacional de St. Louis ha acumulado diferentes procesos en su contra por negligencia, fraude, desastre ecológico y sanitario y utilización de pruebas falsas. Y en efecto, los motivos para acusar a Monsanto, que continúa autocalificándose como “empresa de la ciencia de la vida”, no faltan: el modelo agroindustrial promovido por esta empresa es origen de al menos un tercio de las emisiones mundiales de gas de efecto invernadero causados por la actividad antrópica, y es también ampliamente responsable de la depauperación de los terrenos y de los recursos hídricos, de la extinción de la biodiversidad y de la marginación de millones de campesinos de pequeña escala.
Frente a todo esto, acciones de protesta como la marcha mundial, celebrada la pasada primavera, parecen no ser suficiente. Es necesario analizar en detalle todo lo que está sucediendo, y formular una acusación precisa y eficaz poniendo en marcha los instrumentos legales existentes –y los que faltan aún- de forma que grandes corporaciones como Monsanto sean juzgadas responsables de sus crimenes.
Por este motivo ha nacido el Tribunal Monsanto: creado en La Haya, Países Bajos, con el apoyo de Slow Food y de otros movimientos cívicos, de ONG y de personalidades internacionales –entre ellas la francesa Marie-Monique Robin, autora de El mundo según Monsanto, y el australiano Andre Leu, presidente de la Federación Internacional de los Movimientos de Agricultura Biológica- el tribunal tiene la intención de «juzgar los crímenes que se imputan a la multinacional en los sectores ambientales y sanitarios, y contribuir al reconocimiento del crimen de ecocidio en el derecho internacional».
De hecho, la multinacional ha ignorado los daños humanos y ecológicos causados por sus productos, y prosigue sus devastadoras actividades gracias a una estrategia de ocultamiento sistemático: mentiras, corrupción, financiación de estudios científicos fraudulentos, presiones sobre los científicos independientes, manipulación de órganos de prensa, actividades de lobbying en instituciones políticas, etcétera. La historia de Monsanto constituye un paradigma de la impunidad de las empresas transnacionales y de sus dirigentes, que con sus decisiones y sus prácticas contribuyen al cambio climático y al desequilibrio de la biosfera, amenazando así la seguridad del planeta.
Del 14 al 16 de octubre de 2016 en La Haya, el Tribunal Monsato, que no goza de reconocimiento internacional, pero contará con jueces togados y abogados que presentarán cargos reales, tendrá como cometido la valoración de los crímenes que se imputan a Monsanto. A día de hoy ninguna instancia jurídica permite condenar penalmente a una empresa como Monsanto, o a sus dirigentes. Con la instauración de un proceso ejemplar, basado en los Principos Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos adoptados en la ONU en 2011, y la presencia de un centenar de querellantes provenientes de todo el mundo, se intentará obtener de un tribunal auténtico una sentencia contra la empresa, y contribuir así a la creación de mecanismos internacionales que permitan a las víctimas de las multinacionales la obtención de justicia.
¡Tú también puedes hacer algo! La defensa de la seguridad del planeta y de las mismas condiciones de existencia es una cuestión que nos afecta a todos, y ¡solo un compromiso colectivo permitirá bloquear la máquina de destrucción en marcha!
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