Puntuales como los mosquitos: ¡debería existir un proverbio semejante!
El verano aún no ha tenido tiempo de llegar, pero ellos, los denostados mosquitos, han hecho ya acto de presencia para acompañar nuestras veladas al aire libre. Y con ellos regresan las trombas de ideas sobre cómo mantenerlos alejados: los remedios más comunes son los pesticidas, a menudo definidos por las empresas productoras como seguros para el ambiente y la salud, pero no es así.
Aquí les proponemos algunos remedios naturales y hechos en casa, a combinar con medidas sencillas, como retirar de la casa toda agua estancada innecesaria (contenedores de agua de lluvia en el jardín o en el balcón) y sellar y cerrar lo máximo posible sus puntos de acceso.
El principal remedio natural es el ajo: quizás no todos saben que los mosquitos lo detestan. De hecho, entre los remedios de la abuela hay algunos alimentos con una probada capacidad de mantenerlos alejados: el ajo es uno de ellos, pero también las zanahorias y los chiles no lo son menos. Para elaborar un repelente natural auténtico se necesita una parte de jugo de ajo y 5 partes de agua en un pulverizador de pequeñas dimensiones. Agitando bien antes de su uso y pulverizando sobre las partes más expuestas, se muestra eficaz durante cerca de 6 horas. La alternativa a este baño de ajo es sumergir unos trozos de tela en el repelente y colgarlos en las zonas en las que se desee permanecer.
Existe además un producto, en homeopatía, que actúa directamente sobre el olor de la sangre humana y lo hace desagradable: Ledum palustre o Rhododendron tomentosum, vulgarmente conocido como romero silvestre. A decir verdad, son muchas las plantas útiles en esta lucha contra los mosquitos: hojas de laurel, clavos de olor y eucalipto, envueltos en pequeñas cuadrículas de tela, se pueden colgar en ventanas abiertas o en puertas; o bien unos pequeños recipientes de albahaca y trébol, ideales junto a la comida para los animales domésticos o a los alimentos desempacados que se hallen en la casa.
El remedio más conocido es seguramente la citronella: una hierba tailandesa que se encuentra fácilmente en los comercios ya lista para combatir a los mosquitos. Para producir en casa un repelente basta con cortar un tallo del penacho y extraer los filamentos carnosos. Frotándolos con las manos se obtiene un jugo pulposo que se puede extender por todas las partes expuestas.
Finalmente, un remedio natural utilísimo aun para el huerto es el árbol de Neem: el aceite que se extrae de sus hojas y sus semillas contiene un compuesto con grandes propiedades repelentes contra los insectos en general. También son óptimas las caléndulas: estas flores emanan un aroma desagradable para todos los insectos voladores y son, por tanto, un ornamento magnífico para jardines y pérgolas.
¿Y si te han picado igualmente? No se puede hacer mucho. El prurito no concede tregua, pero el hielo puede ser un buen remedio para cortar la inflamación, mientras que el alcohol ayuda a desinfectar. En alternativa, apliquen un poco de dentífrico, preferiblemente a la menta, sobre la picadura y déjenlo secar durante unos 20 minutos antes de lavarlo. También la miel tiene propiedades lenitivas y antibactérianas, especialmente si se mezcla con una cucharadita de bicarbonato de soda, así como una lasquita de cebolla o una cucharadita de sal disuelta en un vaso de agua.
¡Y que comience la lucha contra los mosquitos!