Consejos para un consume más consciente

Cuando vayas a comprar, recuerda que aquello que elijas puede influir en el sistema alimentario global.

Cuando, además, se trata de pescado y marisco, puedes hacer muchas cosas…

Ser más consciente y mostrar curiosidad para así poder descubrir nuevas aventuras culinarias y participar de manera activa, haciendo lo que esté en tu mano, para proteger los recursos acuáticos.

 

¡No seas tímido! ¡Que no te de vergüenza! Un buen pescador, pescadero u hostelero estará encantado de hablar contigo de ello.

 

 

 

¡Hay que conocer el pescado!

 

 

  • Elige especies que no sufran sobrepesca y que sean capturadas mediante técnicas pesqueras de bajo impacto;
  • compra pescado «de temporada» y del «tamaño adecuado» para asegurarte de que se permite su reproducción y que sus reservas se mantienen cuidadas;
  • ¡compra especies de vida corta! Peces que viven cerca de la superficie, como moluscos y pequeños peces pelágicos que alcanzan pronto la madurez y se reproducen rápidamente, haciendo que las reservas se regeneren rápido. Los peces que viven en las grandes profundidades crecen muy despacio y tienen una esperanza de vida más larga, por ello son más vulnerables, ya que pueden sufrir sobrepesca y alterar el ecosistema;
  • hay muchas especies desconocidas que se devuelven al agua o se venden a precios muy bajos. A menudo, estos pescados son muy sabrosos. ¡Atrévete a probar nuevos sabores!;
  • evita los peces de aleta y los camarones;
  • elige pescados preservados de calidad con métodos artesanales de ahumado, secado y conserva;

 

¡Confía en tu pescador y pescadero!

 

 

  • Compra a los pescadores locales siempre que sea posible y así…
  • apoyarás la economía local;
  • tendrás acceso a más información sobre el pescado que comes y su captura;
  • lo local significa menos transporte y embalaje, por lo tanto, menos contaminación.

 

¿Cómo saber si el pescado es fresco?

  • Olor: el pescado fresco tiene un ligero aroma a mar y algas que nunca debería ser desagradable.
  • Apariencia general: el pescado fresco brilla, está húmedo y tiene una superficie ligeramente viscosa. Debe ser firme al tacto; cuando ya no está fresco, la carne se reblandece y tiende partirse.
  • Ojos: deben ser claros y brillantes. No te fíes de ojos grises, oscuros u opacos.
  • Branquias: se sitúan en la base de la cabeza y deben ser rojas o rosa claro, brillantes y húmedas, no pegajosas y descoloridas. Examinar las branquias es una de las formas más sencillas y efectivas de confirmar que es fresco.
  • Escamas: deben estar firmes sobre el pescado o haber sido retiradas por completo.
  • Carne: Debe ser firme y elástica al tacto. En los filetes es difícil valorar la consistencia de la carne; no obstante, dependiendo de la especie, debería ser de color blanco perla con sombras rosáceas por la espina dorsal.
  • Un pez que ha sido destripado debe tener la cavidad abdominal de un color pálido. Si hay restos de sangre debería ser de un rojo vivo y la espina dorsal tiene que estar pegada a la carne.
  • Para mantener el pescado fresco durante más tiempo, conviene transportarlo en una bolsa térmica. Al llegar a casa, hay que quitar las tripas despacio, limpiarlo con agua fría y por último secarlo con cuidado. Guarda el pescado en la parte baja del frigorífico, envuelto en papel de aluminio, y cómetelo, como mucho, en tres días.
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