Las semillas no sólo son el grano, son muchas cosas que se tejen: cultura, historia, vida, espiritualidad y resistencia. Son el corazón de los sistemas alimentarios. Sin semillas de los pueblos y para los pueblos no hay agroecología
Valeria Garcia, Red Mexicana de Semillas
Hablar de semillas en México actualmente abre espacios de diálogo y discusión frente a un contexto político que amenaza las semillas libres y las formas de vida campesinas. El 1er Foro Educación, Cultura e Innovación Gastronómica en su Ciclo Maíz de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) y el 1er Congreso Mexicano de Agroecología cuyos anfitriones fueron El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) y la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH) abrieron puentes de reflexión entre movimientos campesinos, organizaciones de la sociedad civil y academia.
Para Chiapas y varios estados, los meses de abril y mayo se visten de ferias de semillas y aunque cada feria es distinta, conmemora un nuevo ciclo. “La milpa es cíclica, en el proceso vamos observando y vamos decidiendo que hacer. Cuando se concluye un ciclo, reiniciamos con fiestas de semillas” Adrian, de Guardianes de Semillas. Intercambiar semillas es una práctica que genera biodiversidad, construye tejido social e incluso ha recuperado la alimentación de pueblos enteros frente a catástrofes naturales. También es una forma de resistencia frente a leyes en México que limitan estas prácticas y benefician a la agroindustria.
El intercambio de experiencias de mujeres que nixtamalizan maíz fue el corazón del Foro. Ellas resguardan los sabores de la comida zoque, y conservan las prácticas artesanales de las tostadas y tortillas de la meseta central de Chiapas. En este encuentro participaron las mujeres del Baluarte del Sistema Milpa en las mesas de trabajo de organización y cultura, entre ellas Doña Reyna hizo un llamado a cuidar el maíz y no abandonar la tierra “Tengo 62 años y todavía hago pozol, tortilla y tamales. Jóvenes, aunque estudien y tengan una carrera, no nos olvidemos de nuestras raíces, trabajar el campo es muy importante y no hay que dejarlo”.
La Red Mexicana de Semillas, facilitó un espacio para mapear las experiencias presentes de guardianes y guardianas de semillas. En este espacio convergieron los rostros y las luchas de diferentes esquinas del país que defienden las semillas nativas y las reproducen.
La Feria de Semillas fue inaugurada con una marcha desde la UNICH hasta ECOSUR, donde se realizó una cerimonia con los ‘ilol (tipo de curandero y guía maya tsotsil-tseltal), que engalardonados con trajes tradicionales y ubicandose en cada uno de los puntos cardinales agradecieron en sus cuatro diferentes lenguas maternas a la madre tierra, al agua y a las semillas y nos recordaron la intención de luchar y respetar la semilla que nos da vida. Este acto fue la apertura tambien del día de plaza, en el que productores de café, miel, cacao, maíz, ofertaron sus alimentos y productos.
En el jardín central de ECOSUR los y las guardianas mostraron la diversidad de semillas de sus regiones y estados: una fiesta de intercambio de saberes, pláticas, alimentos y por supuesto semillas de esperanza que cada asistente se llevó para sembrar en sus territorios.
El hilo de las semillas cerró en una mesa de reflexión. Los sentires y palabras se pronunciaron preocupados por generar alternativas que sean viables para la juventud, la joven Carla de Misioneros dijo “Es cierto que sembrar es una tradición, pero necesitamos alternativas, los jóvenes se están yendo”. Una alternativa propuesta fue generar redes y vincular las experiencias y luchas: “No importa en donde estemos, hay que empujar para construir un bien común”.