Para la gente de Khweng la llegada del otoño porta consigo un aire de alegría y de fiesta. Es la estación que aguardan, la época en que los campos se hallan henchidos de arroz listo para su recolección y las aguas se animan con los movimientos de los peces en los arrozales. Es el tiempo en que esta comunidad celebra la fertilidad de su tierra.
Situado en el distrito de Ri Bhoi, la región más fértil del estado de Meghalaya, Khweng es un pueblo formado por apenas un centenar de familias. Con el 95% de sus habitantes dedicados a la agricultura, no es sorprendente que aquí se produzcan más de 10 variedades de arroz, frutas y verduras con fines comerciales.
Sociabilidad e intercambio de conocimientos
La pesca es un popular pasatiempo entre las gentes de Meghalaya que pueblan los campos, y Khweng no es una excepción. Quien vaya al campo se encontrará de seguro con una persona al menos asomada al aguazal más cercano provista de una caña de pesca de bambú tradicional.
Durante la temporada de la recolección, en Khweng la pesca deviene en una actividad comunitaria. Poco antes de que el arroz sea recolectado y atado en gavillas los habitantes del pueblo descienden a los arrozales para capturar los peces que han vivido entre las raíces. Para ellos, pescar juntos es también un acto de celebración.
Mientras vadean por los campos de arroz lanzan sobre el agua cestas de bambú donde recogen decenas de pequeños peces, gambas y cangrejos. A un observador externo le podría parecer un aburrido ejercicio, pero para los habitantes de Khweng es una actividad refrescante, aun relajante, en abierto contraste con la recolección frenética y las muchas actividades agrícolas que vendrán a continuación.
Entre las figuras curvadas sobre el agua es también posible percibir versiones más pequeñas, que salpican de continuo y anuncian con gritos de alegría cada captura: los hijos de los Khweng. ¿Qué provoca que estos niños abracen tales saberes, mientras parece producirse un creciente hueco generacional por lo que respecta a otros conocimientos locales? En primer lugar, entra en juego la diversión. Es el único momento en que los niños saben que pueden enfangarse y mojarse con alegría, ¡sin temor a las repercusiones! En segundo lugar está el gusto que han desarrollado. Todos los miembros de la comunidad, jóvenes y viejos, saben reconocer el pescado fresco y aprecian el gusto de lo que se captura localmente, se cocina con hierbas y verduras del lugar y se come acompañado de chutneis picantes. Aparte de nutritivo, saben que el pescado por ellos capturado es de largo mejor que cualquier otro que hubieran podido encontrar en un mercado.
Pescado local para la seguridad alimentaria
El pertrecho utilizado para la captura del pescado se conoce localmente como de kriah o shiap. Construirlo entrelazando bambú requiere una cierta habilidad y una técnica conocida solo por pocas personas. Pero las actividades de pesca de la comunidad aseguran que esta habilidad se mantenga en vida. La producción de los pertrechos es, además, incentivada por el hecho de que un buen número de ellos termina en las casas rurales y urbanas como cortinas o elementos de decoración.
El pueblo Khweng se ha construido una identidad específica a lo largo del tiempo, principalmente modelada por sus prácticas de pesca. En las aguas de la población se cuenta con, al menos, 14-15 especies de peces disponibles durante todo el año, y el pescado local es una fuente de alimentación cotidiana para los habitantes del pueblo. El ritmo lento y la velocidad de captura de los peces se adapta casi de forma natural a la cantidad de ellos que la naturaleza dona voluntariamente. No se conoce la sobrepesca, y la alegría y la humildad prevalecen sobre cualquier tipo de avidez. De una casa a la otra se han desarrollado pequeños mercados y nadie tendría intención de sacrificar su parte para venderla en un lejano mercado.
Lo más encomiable es que, aun siendo los Khweng pobres son, sin embargo, autosuficientes. La medida en que han aprendido a apreciar y poner en valor sus recursos alimentarios locales les permite no necesitar ayuda de instituciones exteriores para su seguridad alimentaria.
Los Khweng están orgullosos de su producción local. Además, tampoco se limitan a distribuir el pescado, sino que lo cocinan y lo comen juntos. De esta forma la comunidad entera crea un vínculo con sus platos tradicionales a través de recetas conservadas y transmitidas a las generaciones más jóvenes. Y todos tienen con que nutrirse.
Los conocimientos de los pueblos indígenas y de las comunidades rurales marcan el camino del futuro sostenible, donde los recursos se emplean en armonía con la naturaleza. Para conocer la labor de Slow Food con las comunidades indígenas consultar: www.slowfood.com
Michael Shadap y Phidarilin Uriah
Foto: Annelie Bernhart