Los sabores de los Mercados de la Tierra en Chile

MdT Santiago

 

 

 

 

 

 

Bueno, limpio y justo. Estos son los tres pilares que definen a Los Mercados de la Tierra, una red internacional de mercados campesinos creados por la asociación Slow Food, que nace a partir de la necesidad de acercar la tierra a la mesa. A través de este proyecto, se crea un lazo estrecho entre productores y consumidores, fomentando la defensa de la biodiversidad y preservando la cultura alimenticia de cada territorio. El proyecto es parte del Plan Estratégico elaborado por la red de Slow Food Chile para el bienio 2014-16 y financiado gracias al apoyo de la Fundación Ford.

Gracias a los Mercados de la Tierra, se desarrolla una red global de cooperación. En ese espacio se comparten conocimientos y habilidades a través de historias y experiencias para aprender los unos de los otros. Al mismo tiempo, se respeta la diversidad y unicidad de cada mercado presente a lo largo y ancho del mundo gracias al trabajo internacional que Slow Food ha desarrollado en distintos países como: Italia, México, Colombia, EEUU, Líbano, Rumania, Austria, Letonia, Israel, Bulgaria, India, Islas Mauricio, Mozambique, Puerto rico, Turquía y Chile.

En Chile, país con una gran diversidad de paisajes y culturas locales, son tres los Mercados de la Tierra que se han desarrollado en los últimos años.  El primero de ellos en la ciudad de Coquimbo, donde el primer sábado de cada mes, el Mirador de la Herradura se viste de tiendas blancas y productores orgullosos de sus productos de primera calidad. Frutas, hortalizas, miel, mermeladas, queso de cabra, cervezas artesanales, condimentos, pan de harina integral con masa madre de distintos sabores, huevos, pasteles, semillas orgánicas, hierbas medicinales, plantas y productos de cosmética natural, sobresalen de las mesas y cautivan a quienes pasean curiosos por la Ecoferia organizada por Slow Food Región de Coquimbo, que tiene su réplica en Plaza Milbrae en la Serena, un viernes a mediados de mes.

MdT Penco

 

 

 

 

 

 

Este Convivium, constituido por 23 productores de la zona, es el alma del mercado y fascinan a su público con una amplia gama de productos, historias, recetas y tradiciones. Sin duda, un momento irresistible para todos los habitantes de esta ciudad al norte de Chile que gozan de aromas, experiencias y sabores junto al mirador más romántico de la ciudad.

Siguiendo el recorrido hasta la zona centro, llegamos a Santiago, ciudad que desde el año 2012, alberga un espacio que invita a la gente a tomarse las cosas con calma dentro de la agitada vida en la capital. Aquí, la Universidad Academia del Humanismo Cristiano recibe dos sábados por mes, a todos quienes quieran disfrutar un poco del campo en la ciudad. Así, este espacio universitario se transforma en un punto de encuentro reservado para la agricultura familiar campesina y los productores que usualmente no tienen la posibilidad de un espacio para comercializar en la ciudad.

Frutas y hortalizas de temporada, conservas dulces, saladas y deshidratados, panes (amasado, de nuez, integrales, con semillas y tortillas), lácteos, miel, huevos, condimentos, empanadas, queques, pasteles, postres como leche asada o leche nevada, pollos de campo, hierbas medicinales, plantas nativas y cosmética natural. Esto es lo que ofrecen los productores que acuden a este espacio desde las zonas agrícolas alrededor de la capital como Champa, Pirque, Paine y Buin.

Estos “Encuentros del campo a la ciudad”, no son sólo un lugar de compra, sino que se transforma en un momento de intercambio de competencias y valores, siendo una herramienta para educar a los consumidores desde la voz de cada productor. Así se abre un nuevo espacio para que los ciudadanos puedan acceder a productos agrícolas cultivados con respeto del medio ambiente, de las tradiciones locales y a un precio al alcance d todos.

El Convivium Pilgua, que acompaña activamente a los 12 productores, transmite su energía en cada encuentro, manejando la organización de la feria. Además realizan actividades de educación del gusto a través de sabrosas degustaciones preparadas con los productos presentes en cada feria, charlas, conversaciones y actividades de educación sensorial para los niños que estén presentes.

Mucho más al sur, nos encontramos con una pequeña ciudad que alberga una gran historia. Penco, ubicada en la provincia del Bío Bío es la tercera ciudad más antigua de Chile. Aquí, veinte mujeres campesinas del sector periurbano y rural de la ciudad, llevan sus saberes, experiencias y productos agroecológicos a la plaza central cada primer y tercer jueves del mes. Se pueden encontrar frutas, productos de huerta frescos y según estacionalidad (frutillas, maqui, manzanas, acelgas, tomates, porotillos, cebollines); productos de cocinería tradicional campesina (harina tostada, mote de trigo, panes tradicionales de harina en rama, tortillas, empanadas, alfajores chilenos y comida tradicional de la gastronomía mapuche como lo son los catutos), productos de origen animal, huevos azules y de campo, productos elaborados como conservas y mermeladas, hierbas medicinales y plantas. Son un sinfín de productos únicos los que estas mujeres comparten con la ciudad.

La Feria de las Mujeres Campesinas nace el año 2008 y desde el 2015 pasó a ser un Mercado de la Tierra gracias a la colaboración entre la Municipalidad de Penco y el Convivium Frontera del Sur, creándose así el primer Mercado de la Tierra constituido sólo por mujeres. Ellas promueven las buenas prácticas ambientales y sociales, la economía solidaria, los consumos responsables, la valorización de la biodiversidad y los sabores tradicionales. Además hacen visible el trabajo de las mujeres rurales, dando cuenta de la importancia de su aporte para el sustento de las familias.

Terminando este recorrido, es imposible no darse cuenta de lo que este país posee. Un territorio diverso, lleno de personas, aromas y sabores, donde cada mercado que aparece en él, nos muestra su identidad, su particularidad y las historias que los caracterizan, pero sobre todo nos recuerdan que debemos saborear, disfrutar, prestar atención a la calidad, sin prisa, con lentitud, en su justa medida, dando el tiempo al tiempo, para así dar un respiro al cuerpo, dejando en claro que la comida es y será nuestro mayor placer a la hora de compartir una historia de alguien.

 

Gaia Salvatori

 

El proyecto es financiado por Ford Foundation

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