Comida para el cambio, un poder que todos nosotros tenemos, cada día, en nuestra propia mesa, para un mejor futuro del planeta.
Cada uno de nosotros puede desencadenar el cambio, en nuestras vidas diarias, empezando por nuestra comida, escogiendo lo que compramos —y lo que cultivamos— para preparar nuestras comidas. Este es el objetivo de la duodécima edición del Terra Madre Salone del Gusto: ir más allá de los cinco días del evento y de la campaña de comunicación, que durará unos meses en los canales de comunicación italianos e internacionales y en las asociaciones.
Sigue el ejemplo de las historias de quienes ya promueven la Comida para el cambio cada día en sus vidas, en todos los rincones del mundo. Veamos qué significa para la red Slow Food cambiar el mundo a través de la comida, a través del trabajo de cada uno o incluso en su tiempo libre, aunque sea solo paso a paso.
Isabel Angélica Inayao Sepúlveda: Las Mujeres Rurales en Chile
Isabel Angélica Inayao Sepúlveda es una joven chilena. Se dedica a la pequeña agricultura sostenible en las zonas rurales de los alrededores de la pequeña ciudad de Paillaco, al sur de Chile. Junto con otras 18 mujeres, trabaja en la Agrupación por la biodiversidad de Paillaco. Son las mujeres rurales, parte de una red local de Slow Food que promocionan una agricultura libre de productos químicos, se dedican a la investigación de las variedades locales y promueven una dieta saludable para luchar contra las enfermedades avanzadas que se producen debido a un consumo excesivo de alimentos procesados. Estas mujeres utilizan la agroecología para producir verduras, también cosechan hierbas y frutos salvajes que venden cada semana en el mercado local. Su especialidad son las mermeladas de murta, unas pequeñas bayas rojas de un arbusto originario del sur de Chile.

Christian Aguerre: Agricultura sostenible en el País Vasco francés
«La mayoría de la gente que piensa en el patrimonio cultural solo tiene en cuenta los monumentos y los edificios históricos, pero para mí un cerdo que vive libre en la naturaleza es un monumento mucho más hermoso que una iglesia en ruinas»
Christian Aguerreche comparte su visión en el País Vasco francés, trabaja con un grupo de productores para proteger la biodiversidad local, criando razas antiguas de cerdos y ovejas y cultivando variedades locales de maíz y cereza. El cerdo Vasco Kintoa está en peligro debido a su escasa capacidad reproductiva, pero gracias a las características de esta raza, que facilitan su cría en libertad y mejoran la calidad gastronómica de la carne, así como su protección y la protección de un Baluarte de Slow Food, puede salvarse de la extinción.
Akeisha Clarke: Las pescadoras de Slow Fish Caribe
Una joven mujer indígena que trabaja en la pesca artesana a pequeña escala, un sector en el que los trabajadores, sean pescadores u otros operadores, son fundamentalmente hombres y donde el papel de la mujer no está reconocido. Ella se llama Akeisha Clarke y participará por primera vez en el Terra Madre Salone del Gusto, representando a la comunidad pesquera de Pequeña Martinica, cerca de su isla principal, Granada. Esta comunidad se ha unido recientemente al proyecto Slow Food Caribe, que promueve la administración sostenible de los recursos naturales, algo esencial para combatir la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria.
Pierre Thiam: El rey de la nueva cocina africana y de los cereales del Sahel
Su nombre es Pierre Thiam y es un reconocido cocinero senegalés que vive en Nueva York, donde lo han calificado como «el rey de la nueva cocina africana» debido a su interpretación contemporánea de los sabores étnicos que se han ganado a un público respetable. «Cuando cocino, quiero que cada uno de mis platos vaya más allá de la receta que conozco y deje su huella». Thiam ha cosechado grandes éxitos con el Fonio, un cereal considerado milagroso por sus características nutricionales y técnicas, que permiten su cultivo con poca agua y en entornos severos. «Esta pequeña semilla cambiar el destino del continente africano, y particularmente en la franja subsahariana del Sahel, la más pobre de todas, que abandonan cientos de miles de jóvenes partiendo en busca de fortuna hacia Europa. Es por eso que trabajo para garantizar que el cultivo del fonio pueda llegar a los mercados internacionales».
Slow Food Praga y el proyecto de comedores escolares
Trabajan en la opinión pública e instituciones naturales y participan en los debates del Ministerio de Educación para promover la conciencia sobre la importancia de la educación alimentaria y la comida sana en los comedores escolares. Slow Food Praga inició el proyecto Dream Canteen hace dos años, influyó en las políticas nacionales y contribuyó al a ratificación del llamado Decreto de Titbit, que prohíbe la difusión de comida industrial en las máquinas expendedoras y cafeterías escolares y que promueve la distribución de comida más sana, como frutas y verduras.
Helen Nguya: Huertos y Baluartes para proteger los derechos de las personas vulnerables en Tanzania
Helen Nguya, en sus más de 35 años de experiencia desarrollando proyectos de comunidades de Tanzania relacionadas con la comida y la agricultura sostenibles, siempre ha trabajado sobre el principio de que las comunidades deben personificar el cambio que desean. Es fundadora de la organización local Trmega (Formación, Investigación, Seguimiento y Evaluación sobre el género y el sida), un punto de referencia que presta soporte a personas vulnerables como viudas, niños, mujeres pobres y enfermos de VIH y sida para que trabajen juntos. En 2004 se puso en contacto on Slow Food y actualmente es una de los promotores más entusiastas del proyecto Huertos en África, que contribuye a la creación de Baluarte de la miel de la abeja Arusha, y a otros proyectos de Slow Food en Tanzania.
Gianrico Fabbri: El Mercado de la Tierra de Montevarchi que ayuda a la economía local
«Conocí Slow Food a través de mi hermano Luca, el administrador histórico de la asociación, pero no fue hasta 2004, cuando participé como voluntario en la primera edición de Terra Madre, que me enamoré de esta hermosa red y decidí tomar parte activa en ella»
Comenta Gianrico Fabbri, de 43 años, trabajador de una multinacional de moda y actualmente coordinador de Slow Food Toscana. Hasta hace unos días era consejero del Convivium de las Colinas altas de Valdarno, en la provincia de Arezzo, donde nació el histórico Mercado de la Tierra de Slow Food. Actualmente el mercado está activo cada día y genera cerca de 1,5 millones de euros al año. «Los 80 productores que pertenecen a él operan en un radio de 40 km alrededor de Montevarchi. Para guiar sus actividades se creó una red empresarial con productores y una cooperativa social que se encarga de las ventas, así como un comité que también incluye a Slow Food». Cada fruta, verdura o cereal vendidos en el mercado se pueden atribuir fácilmente a su productor, que al menos una vez al mes acude al mercado. Los productores invitan también a coproductores para que puedan tocar el suelo con sus propias manos, aprender las técnicas, conocer el forraje y las herramientas que se emplean. «En mi zona, donde predominan la industria y la artesanía, el Mercado es un canal importante para la economía agrícola; para los coproductores representa la posibilidad de operar una cadena de suministro corta para garantizar la frescura, la calidad y unas relaciones de confianza con los productores».