Wir Haben es Satt – La política de la alimentación
23 Ene 2019
Activistas y ciudadanos de todas las edades se reunieron al pie de la Puerta de Brandeburgo para mandar un mensaje alto y claro a los responsables políticos. Wir Haben es Satt! «¡Ya basta!». Como todos los años, la manifestación se adueñó de nuevo de las calles de Berlín en su novena entrega, celebrada el 19 de enero, y reunió a manifestantes de todo el país y del extranjero para dar voz a su enfado con el actual sistema agrícola industrial.
El lema de este año, Essen ist Politisch «Comer es política», ha resonado con fuerza pocos meses antes de que los europeos acudan a las urnas para decidir la formación del Parlamento Europeo. Un tema importante para Slow Food en Europa, y del que se hizo eco en la marcha de Berlín, es la Política Agrícola Común europea, que distribuye fondos y capital a las granjas y entidades agrícolas según su tamaño sin tener en cuenta los métodos que utilicen. Un terreno de juego inicialmente desigual se convierte en un campo prácticamente inabarcable para los productores a pequeña escala, cuya producción agrícola orgánica es más costosa y menos productiva, y su probabilidad de competir con granjas industriales se ve severamente afectada. Uno de los principales objetivos de Slow Food en Europa es lograr reformas en la PAC que reconozcan y apoyen de un modo adecuado el trabajo de los productores a pequeña escala y que incentiven al resto de productores a adoptar métodos mejores y más limpios.
La multitud reunida delante del escenario que había en la base de la Puerta de Brandeburgo recibió a Ursula Hudson, la presidenta de Slow Food Alemania, con una gran ovación. Slow Food Alemania fue una parte importante en la organización de la manifestación, y Hudson enfatizó el lema del evento: que la comida y la política están íntimamente relacionadas. «Para proteger nuestra comida y la de la próxima generación tenemos que proteger la diversidad biocultural y apoyar la agricultura de pequeña escala, la pesca y la producción alimentaria artesanal. Solo aquellos que ofrezcan servicios sociales y ecológicos deber recibir apoyo. Para conseguirlo, por supuesto, es inevitable que haya un cambio político». Al discurso de Hudson le siguió el de Marie Pugatschow, miembro de la junta SFYN Alemania, que destacó el papel de SFYN en la manifestación y a los jóvenes activistas en general. Después, cuando la protesta llegó a su apogeo, la marcha fue liderada por el Youth Bloc, un grupo de jóvenes granjeros, activistas y consumidores, incluidos miembros de la Red de Jóvenes de Slow Food de la ciudad.
A medida que el evento llegaba a su fin, se abrió un camino entre la multitud que separó a los 35.000 activistas y manifestantes presentes para dar paso a las figuras centrales de la protesta: los granjeros. Acudieron más de 100 tractores conducidos por pequeños granjeros artesanales, víctimas de una PAC injusta y defensores de los principios que dibujarán un futuro más limpio y sostenible. Jóvenes, ancianos, principiantes y experimentados, cada ocupante de los tractores representaba una porción distinta de las comunidades rurales que trabajan por un modelo de agricultura y por un sistema alimentario mejor. Desde parejas de ancianos que han visto cómo han cambiado las estaciones y las políticas a lo largo de las décadas, a familias jóvenes, que representan la entrega de tradiciones y conocimientos a través de generaciones. Las bocinas y los cláxones sonaron, mientras que los peatones que había alrededor golpeaban ollas y sartenes, aplaudían y vitoreaban para celebrar a los héroes de la agricultura a pequeña escala.
Wir Haben es Satt no es simplemente un lema nacido de la frustración; detrás de él hay un mensaje positivo que se debe escuchar: existen alternativas reales y viables que se deben promover.
Cuando los activistas regresaron finalmente a la puerta de Brandeburgo, la plaza se había llenado con el aroma a sopa caliente cocinada con verduras rescatadas del desperdicio y preparada la noche anterior para la Schnippeldisko, la disco sopa. Este evento, que se celebró por primera vez en Berlín y que ya se ha extendido por todo el mundo, celebró su 8ª edición y ahorró 2,5 toneladas de verduras (¡sí, 2.500 kg!) que de otra manera se habrían desperdiciado. Mientras tanto, en la Fundación Heinrich Böll, a tan solo 10 minutos a pie, se calentaba más sopa que se disfrutaba en el evento Soup n ’Talk. Un oasis para aquellos que desafiaron el frío de la manifestación y un punto de partida para aquellos que descubrían el lema Wir Haben es Satt y los valores que expone. Los talleres y presentaciones abordaron los principales temas a los que se enfrenta el mundo agrícola actual, tanto prácticos como políticos, alimentando la discusión y sembrando las semillas de la resistencia contra un sistema injusto e insostenible. En un momento tan crucial, cuando se acercan unas elecciones decisivas en Europa, los políticos y los ciudadanos deben escuchar las voces y los derechos de los pequeños agricultores.
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