Una lucha en muchos frentes

11 Ago 2015

Copyright Darren Kirby

Pauline Terbasket agarra una pluma y un pedazo de papel y comienza a esbozar un mapa de la zona en torno a la frontera Canadá-EE.UU. desde el estuario del río Columbia, en Portland, hasta la subcuenca del lago Okanagan y los límites de las cabeceras en la Columbia Británica. Traza en el mapa un amplio círculo y una serie de puntos. El círculo marca la “patria”, un territorio transfronterizo hogar de organizaciones tribales en EE.UU. y en la parte canadiense. Los puntos indican comunidades individuales de la Nación Okanagan que habitan en esos territorios, incluidas 7 comunidades Syilx en el lado canadiense.

Para muchos de quienes viven en estas comunidades, su historia es la memoria de la colonización y la opresión, con la consiguiente pérdida de la lengua, la identidad y el derecho a gobernar la tierra, los recursos ylos pueblos. Ellos solo son una de las tantas comunidades indígenas de todo el mundo que se han visto enfrentadas a un destino similar.

La más joven de una familia con 9 hijos, Pauline nació y se crió en Cawston, B.C. Canadá, y es miembro de la Lower Similkameen Indian Band. Retoño de una familia ganadera, algunos de sus primeros recuerdos la remiten a la ayuda en las tareas del huerto y la pesca en el río. Recuerdos que por idílicos que puedan parecer no siempre son del todo gozosos. Recuerda cómo su vida cotidiana se fue ensombreciendo poco a poco por una creciente conciencia de la pobreza, el desempleo, el racismo sistémico y el abuso del alcohol. Pero a pesar de los problemas a los que hubo de hacer frente su comunidad, sus pueblos y su familia, Pauline jamás perdió su creencia en la importancia de su patrimonio y su cultura indígenas. Ella atribuye este orgullo al coraje y resistencia de sus padres. Frente a las condiciones sociales opresivas, sus padres eran muy trabajadores, honrados y comprometidos en la asistencia a su extensa familia, unos valores que transmitieron a sus hijos. Pauline nos cuenta que a día de hoy es una mujer Syilx orgullosa, que siente el privilegio de representar a su familia y trabajar por su pueblo. Es una firme defensora de los Títulos y los Derechos Indígenas, y trabaja duramente para promover una comunidad sostenible y desarrollada económicamente, y crear conciencia sobre las malas condiciones de vida a las que muchos pueblos indígenas se enfrentan todavía hoy en todo el mundo.

Después de dar comienzo a un trabajo en su oficina local (la oficina de representación para cada reserva comunidad), Pauline decidió ingresar en la universidad. Fue allí donde amplió sus conocimientos acerca de las políticas gubernamentales y las leyes y tratados nacionales e internacionales, responsables en última instancia del desplazamiento y alienación que afectaban a ella y a su pueblo en su devenir cotidiano. No mucho después de su regreso al Okanagan comenzó a trabajar para la Alianza de la Nación Okanagan (ONA), la organización de la que ahora es directora ejecutiva. El objetivo de la Alianza es fortalecer los lazos entre los pueblos Sylix y crear un frente unido entre las siete comunidades en Canadá y las de Estados Unidos, a fin de preservar y revitalizar una forma de vida. Sus fines y objetivos se basan en el trabajo de sus predecesores con la colectividad como idea central.

La ONA opera en una serie de diferentes niveles. Al menos una vez al mes un responsable de cada una de las siete comunidades del lado canadiense, además del presidente de la organización asociada en los EE.UU. -Colville Confederated Tribes of WA State – se reúnen para debatir sobre problemas e intereses comunes. En cada uno de estos eventos se enaltece la ceremonia y la cultura de los pueblos Sylix.

En lugar de esperar beneficios rápidos, Pauline explica que lo que requiere su labor es paciencia y resistencia, una orientación necesaria por dos principales razones: en primer lugar, porque los cambios de las políticas internacionales suponen siempre un proceso largo y burocrático; y en segundo, porque en la ONA no se realiza movimiento alguno sin el consentimiento de los ancianos y de las gentes del territorio Okanagan. “Muévete muy rápido y pierdes el apoyo de la comunidad”, comenta. Aunque la ONA es mas que consciente de la necesidad de trabajar con organizaciones externas, desde la ONU hasta las universidades y organizaciones del sector privado, la última palabra la tiene siempre la gente local.

En muchos casos parece que esta paciencia está dando sus frutos. Con la revitalización de la lengua indígena en las comunidades y las escuelas, por ejemplo, muchos niños están reconectando con su cultura y su patrimonio. “Estos niños aprenden ahora un idioma hablado por sus abuelos pero robado a sus padres”, nos dice Pauline.

Pero la historia de éxito más notable acaso sea la reintroducción del salmón en la subcuenca del Okanagan. El contacto con la expansión urbana y agrícola, y la colisión final del desarrollo de la energía hidroeléctrica en los primeros años del siglo XX, dieron lugar a la interrupción de los hábitats naturales y el movimiento de peces a lo largo del sistema transfronterizo del río Columbia. La pesca del salmón dejó de existir en esta área, provocando un impacto devastador en la forma de vida de la población local. Sin embargo, gracias al enérgico liderazgo y persistencia en la presión sobre gobiernos, industria y opinón pública para su aceptación de la responsabilidad por estos daños, hoy la pérdida del salmón ha podido ser sustancialmente mitigada. Ahora están en marcha diferentes programas de reintroducción, y en los últimos cinco años el salmón está regresando a la cuenca en cifras récord. No obstante, el primer destino del salmón, un alimento indígena, son siempre los hogares de los miembros de la comunidad.

Pauline explica que la reintroducción fue solo un primer paso; hay que esforzarse más para animar a otros miembros a pescar de nuevo y recuperar esta fuente alimentaria como elemento básico en la dieta de la generación más joven, que no ha tenido acceso a los salmones durante al menos tres generaciones. También será necesario el debate, innovación y estrategias para establecer y consolidar las mejores prácticas de gestión y administración y las responsabilidades de las personas que asumen los valores y el papel de los Sylix.

Fue a través de este trabajo de recuperación del salmón como Pauline y la ONA entraron en contacto por primera vez con el convivium local de Slow Food. Tras visitar en primer lugar el Salone Del Gusto y Terra Madre en 2014, Pauline regresaba a Italia a principios de junio de este año como delegada en la Expo de los Pueblos, el foro internacional de la sociedad civil y los movimientos de agricultores que tuvo lugar del 3 al 5 de junio en Milán. La ONA tomará parte también en Terra Madre Indígena, el próximo mes de noviembre en la India.

Al describir su trabajo como “una lucha en muchos frentes” queda claro que Pauline es consciente de la complejidad de su labor y el delicado rumbo necesario cuando se trabaja para proteger creencias, lenguas, culturas y costumbres. Armada de una tranquila determinación y el coraje y la fuerza que ha heredado de sus padres, de su familia y de estas historias de éxito, sabe que unos pocos pasos son producto de un viaje largo y continuo. Ella describe momentos de su juventud como “ver una película de la que tú formas parte y ya no puedes cambiar”. Hoy ella está reescribiendo su propio guión.

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Foto: Darren Kirby

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