Un mercado para: descubrir el sentido de ser comunidad

21 Mar 2018

mercato della terra maitlandTodo comenzó con muchas calabazas demasiado maduras. El supermercado que adquiría habitualmente los productos de Matt Dennis, un agricultor de Maitland, en Australia, las había rechazado: no eran suficientemente brillantes ni perfectamente íntegras. A Matt no le quedaba otra alternativa que deshacerse de ellas en la basura.

Quintales de buenas calabazas: una grave pérdida para su pequeña economía. La noticia llego a oídos de Amorelle Dempster, líder del convivium de Slow Food Hunter Valley, que en muy breve tiempo instaló un pequeño tenderete solicitando a los ciudadanos de Maitland que compraran para ayudar a Dennis y evitar un despilfarro absurdo.

Crecí en Sri Lanka -cuenta Amorelle-, aun cuando mi familia atravesaba un período difícil, siempre compartíamos con quien estaba peor que nosotros. No puedo soportar la idea de despilfarrar la comida”.

Las calabazas se acabaron en poco tiempo, Matt evitó una gran pérdida financiera y a Amorelle se le ocurrió otra idea.

El tiempo de comprender cómo organizarse, recoger adhesiones de los productores, solicitar las autorizaciones al ayuntamiento, y Maitland ya tenía su Fresh Food Market: un mercado campesino en el que los agricultores y los ganaderos que operaban en un radio de unos 100 km (una breve distancia para los parámetros australianos) podía vender a los campesinos directamente hortalizas y frutas frescas, recolectadas en la misma mañana, huevos biológicos, carne de animales criados en pastos de la zona, especias. El pasado agosto el mercado se convirtió en el primer Mercado de la Tierra australiano. Se dispone –con gran éxito- en la arteria central de la ciudad todos los primeros y terceros jueves de cada mes desde las 2 hasta las 7 de la tarde. Durante la apertura se cocinan también 50-60 platos para los clientes del día. Los productores son cerca de una docena y hay muchos otros involucrados en el proyecto, si bien no participan en todas las ocasiones. En cada edición se agota casi todo el producto: la mercancía invendida se dona con frecuencia a los voluntarios del convivium Slow Food que, en la cocina del café propiedad de Amorelle, preparan cada semana 200 comidas para las personas en dificultad de la ciudad.

Entre tanto, Matt Dennis ha comenzado a diversificar sus cultivos para evitar una recaída en la trampa del monocultivo. Otros, por su parte, han encontrado finalmente el justo reconocimiento por su labor de conservación de biodiversidad. Austin Breiner, por ejemplo, cuenta con una colección de semillas de un centenar de variedades tradicionales, y el año pasado cultivó 40 diferentes tipos de calabazas, de algunas de las cuales existen noticias desde hace más de un siglo. El proyecto del mercado ha generado una gran optimismo entre los productores del valle. En 2017 se vendieron en el mercado al menos 20 toneladas de alimentos, correspondientes a cerca de 100.000 dólares de ingresos para los agricultores. Un apoyo muy importante para ellos. Sin esta iniciativa, algunos, sin duda, habrían abandonado la actividad, los jóvenes hubieran buscado un trabajo en otra parte y se hubiera provocado un duro golpe para el patrimonio alimentario local. Esta parte del país está lidiando con un cambio climático trágico que está originando una sequedad progresiva y, por tanto, problemas enormes para la agricultura y la ganadería.

A su vez, la gente de Maitland puede ahora contar con un lugar donde adquirir comida sana y fresca, de buena calidad; puede encontrar información, compartición, tomar conciencia y devenir realmente coproductores. También se organizan promociones regulares en las granjas de hortalizas y productos que en breve tiempo hubieran sido desechados, y esto, además de evitar pérdidas económicas a los productores, anima a las personas a consumir más vegetales frescos. En noviembre se celebró la recolecta anual del ajo, del que se enviaron al mercado diferentes variedades cuyas características fueron explicadas por los mismos productores.

Maitland ha premiado a Amorelle como “Ciudadano del año”, y la experiencia del mercado y el valor de la labor desarrollada por Slow Food en el Hunter Valley para reconectar a la comunidad con sus raíces fue objeto de una mención en un sesión del parlamento.

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