SLOW FOOD EN PASTILLAS
04 Ago 2015
¿Por qué la biodiversidad está desapareciendo? ¿Por qué la debemos salvar? ¿Y cómo podemos hacerlo a través de nuestras elecciones alimentarias cotidianas? Hablamos de todo eso en nuestro nuevo libro Slow Food en pastillas, descargable gratuitamente online. ¿Qué que es exactamente? Descubrámoslo juntos…
Todo empieza con una observación sobre la actualidad. Actualmente estamos experimentando lo que muchos llaman la sexta gran extinción. Durante la quinta extinción, hace 65 millones de años, los dinosaurios fueron aniquilados. Especies vegetales y animales – así como hongos, microbios y bacterias – están desapareciendo a una velocidad asombrosa, sin precedentes en la historia del planeta: 27.000 especies cada año, tres cada hora. La diferencia esencial respecto a la extinción anterior, es que esta vez el responsable de esta crisis ecológica global es el ser humano. En 70 años, hemos destruido las tres cuartas partes de la biodiversidad agrícola, que había sido cuidadosamente seleccionada por los agricultores durante los últimos 10.000 años, destruyendo el equilibrio natural y empezando a utilizar granjas y campos como si fueran fábricas industriales.
La historia reciente de la agricultura es la historia de un puñado de multinacionales, que tomaron control de nuestros alimentos, patentando las semillas híbridas, fertilizantes, pesticidas y herbicidas e imponiendo sus propias reglas en el mercado. Las tres primeras (Monsanto, DuPont Pioneer y Syngenta) controlan hoy el 53% del mercado global de semillas, y las primeras 10 el 76%. El círculo se ha cerrado con las semillas genéticamente modificadas, etapa extrema de este proceso. De los 1,7 millones de hectáreas cultivadas con OGM en 1996, se ha pasado a 175,2 millones de hectáreas en 2013.
Ante esta situación, Slow Food tiene una única respuesta: re-comencemos con la biodiversidad. La biodiversidad es la diversidad de la vida: de los microorganismos, de las especies animales y vegetales, de los ecosistemas, de los conocimientos. Es nuestro seguro para el futuro porque permite a los animales y a los vegetales adaptarse a los cambios climáticos, a los imprevistos, a los ataques de enfermedades y parásitos. Es salvaje, pero también doméstica.
Tutelar la biodiversidad significa respetar todas las diversidades: de los territorios, de los saberes, de las culturas. Significa cultivar muchas cosas diferentes, pero en pequeña escala. Significa producir menos pero conceder más valor a aquello que se produce y no despilfarrar. Significa comer sobre todo alimentos locales. Significa promover un sistema en equilibrio, duradero, sostenible. Significa tutelar a campesinos, pescadores, pastores de pequeña escala, que conocen los frágiles equilibrios de la naturaleza y faenan en armonía con los ecosistemas.
¿Cómo podemos ayudar a proteger este patrimonio vital e invertir las tendencias actuales a través de nuestras elecciones alimentarias cotidianas? La respuesta es poniendo atención a lo que compramos. Si hacemos esto, nos daremos cuenta de algunas verdades importantes. Por ejemplo, la omnipresencia de maíz cultivado industrialmente en muchos de los alimentos del supermercado. La producción mundial de maíz ha aumentado en los últimos años en un 374%, hasta alcanzar los 974 millones de toneladas en 2014. Hoy en día, efectivamente, encontramos el maíz prácticamente en todos lados: se usa para el forraje que nutre a los terneros de los que nos llegan filetes y hamburguesas, al pollo, al cerdo, al pavo, al cordero e incluso al salmón; contienen maíz los huevos, los quesos y los yogures; y el maíz aparece siempre entre los ingredientes de tantos alimentos industriales que se venden en los supermercados –bebidas azucaradas, bizcochos, mayonesas, patatas fritas, zumos industriales, caramelos– en cuyas etiquetas aparece con nombres insospechados: glucosa, sirope de glucosa, ácido ascórbico, ácido cítrico, malta, maltodestrina, fructosa cristalizada, almidón modificado, sacarosa…
Si miramos dentro de nuestro carro de la compra, veremos que el maíz no es el único alimento que compramos en grandes cantidades. Entre los alimentos más comunes que tienen importantes consecuencias para el medio ambiente y nuestra salud encontramos, por ejemplo: los filetes, las gambas, los plátanos, los refrescos y la repostería industrial… Cada vez que elegimos uno de estos alimentos, debemos tener en cuenta las posibles consecuencias, y lo que podríamos elegir en su lugar. Por ejemplo, ¿te has preguntado alguna vez de dónde vienen las gambas que tienes en el plato? En su mayoría provienen de zonas tropicales, donde son objeto de pesca intensiva. Pero sus reservas se hallan hoy cerca del límite máximo de explotación y las técnicas utilizadas para pescarlas son devastadoras para el ambiente. ¿Mejor las de cultivo? No, porque para obtenerlas se destruyen cada año amplias porciones de bosques de manglares, con consecuencias gravísimas para el ambiente y la supervivencia de los pescadores de pequeña escala.
¡Cigalas, camarones y otros crustáceos pueden ser menos conocidos pero son igual de sabrosos!
Un aliado importante en la toma de decisiones mejores es la etiqueta del alimento, que puede decirnos mucho acerca de lo que estamos comprando. Desafortunadamente, sin embargo, las etiquetas no siempre nos dicen toda la historia. La etiqueta de un queso industrial, por ejemplo, no dirá qué leche se ha utilizado, cómo han sido criados y alimentados los animales, de qué raza son y todo tipo de información importante. Por esta razón es esencial abordar las compras con una buena dosis de curiosidad.
Por último queda la opción número uno para todos los consumidores conscientes: ¡el placer del huerto! Cultivar tus propios alimentos significa comprender su valor y aprender a no desperdiciar. Significa establecer una relación íntima con la tierra. Y tener a tu disposición verdura fresca, sana y buena. Por eso es importante aprender, o sencillamente recordar, a trabajar el huerto: en las casas, en las escuelas, en los hospitales… Basta con un pedacito de tierra, o incluso un simple balcón.
Y esto es para lo que «Slow Food en pastillas» sirve: se trata de una guía animada y simple para el contenido del pabellón de Slow Food en Expo, así como una herramienta muy valiosa para aprender a pensar en la comida de una manera diferente. Si quieres, puedes descargar una versión electrónica gratis haciendo clic en la imagen de portada. Es un regalo que la asociació Slow Food está contenta de ofrecerte.
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