Se Puede Nutrir al Mundo sin Pesticidas
21 Mar 2019
Slow Food se adhiere de nuevo este año a la Semana sin pesticidas
Desde hace algunos años, entre el 20 y el 30 de marzo se celebra la Semana sin pesticidas. Se trata de un breve periodo de tiempo que coincide con el inicio de la primavera y en el que la organización francesa «Generations Futures» reúne a ciudadanos, organizaciones y actores institucionales para hablar sobre los pesticidas químicos y advertir de los peligros que el uso de estas sustancias supone para la salud y el medio ambiente. Este año, el objetivo de la semana de movilización es destacar las alternativas que optan por trabajar sin pesticidas químicos. Se hablará de ellas a través de eventos y campañas de información a las que se adhieren muchas organizaciones grandes y pequeñas, incluida Slow Food.
Estamos hablando de un problema de dimensiones enormes, que nos atañe a todos, a cada persona de este planeta, pues nos afecta cuando respiramos, nos movemos, nos alimentamos… en definitiva: cuando vivimos. En resumen, no es un problema para los agricultores o profesionales, sino para todos los seres vivos. Para dar un ejemplo, se han encontrado rastros de glifosato (el ingrediente clave del herbicida Roundup) en muchos alimentos procesados, tal y como confirmó recientemente una investigación del CALPIRG Education Fund, una de las muchas investigaciones que se han llevado a cabo y que obtuvo los mismos resultados que sus predecesoras: las trazas de esta sustancia química están presentes prácticamente todo lo que comemos o bebemos. Pero no solo se encuentran ahí. El glifosato también contamina nuestro organismo, tal y como denuncia la portuguesa Coalición mundial contra los OMG (GGFC por sus siglas en inglés), que en 2018 llevó a cabo un test de presencia de glifosato en un grupo de voluntarios portugueses. Los análisis mostraron una exposición recurrente del herbicida e indicaron que la contaminación por glifosato está extendida.
Uno de los argumentos utilizados por Monsanto y por los productores de pesticidas es que no hay alternativas al uso de estas sustancias para garantizar la seguridad alimentaria (es decir, una producción suficiente de alimentos para nutrir a los habitantes del planeta). Pero nosotros somos muy conscientes de que el hambre y la malnutrición no son un problema de la cantidad producida (pues la producción supera con creces la necesidad), sino más bien de disfunciones graves en el sistema de distribución del poder de compra y del sistema de distribución de alimentos, que está organizado para el beneficio de las grandes empresas en lugar de estar diseñado para satisfacer las necesidades de todos. Asimismo, si hablamos de sistemas productivos, además de la agricultura orgánica, que utiliza sustancias químicas naturales solo cuando estas son necesarias, también existe la agroecología. Slow Food hace tiempo que promueve este método como modelo válido para la agricultura en su conjunto, ya que su objetivo es poner en práctica una serie de principios clave comunes a todos los sistemas agrícolas, diseñándolos y adaptándolos de acuerdo con el contexto de referencia. Se trata de un modelo que no solo establece objetivos de producción, sino que también tiene en cuenta la equidad social y la sostenibilidad ambiental del sistema. Siguiendo con el tema de la productividad, el Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI por sus siglas en francés) ha publicado la investigación «Diez años para la agroecología» («Ten Years for Agroecology», TYFA) que muestra hasta qué punto es realista considerar la transición a la agricultura sin químicos sintéticos. El escenario que plantea el TYFA explora la viabilidad de la implementación en los países europeos de la agroecología basada en la eliminación gradual de pesticidas y fertilizantes sintéticos, la reconversión de los pastos naturales y la expansión de las infraestructuras agroecológicas (setos, árboles, estanques, pedregales, hábitats). También prevé que las dietas más saludables que contienen menos productos animales y más vegetales estarán más generalizadas. Tomando como referencia los datos de 2010, pese a la caída del 35 % de la producción (en kcal), el escenario que plantea el TYFA satisface las necesidades del sector alimentario de todos los europeos, al tiempo que mantiene la capacidad de exportación de cereales, productos lácteos y vino. Además, se reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del sector agrícola en un 40%, se restauraría la biodiversidad y se protegerían los recursos naturales (vida del suelo, calidad del agua, cadenas tróficas más complejas). Considerando después los países más pobres, concretamente 286 proyectos de agroecología realizados en 57 países de África y el sudeste asiático en un total de 37 millones de hectáreas, se han obtenido resultados que no se pueden ignorar: la producción se duplicaría, se reducirían los impactos ambientales, aumentaría el empleo y mejoraría la calidad de vida (de Shutter, 2010).
Así entendemos por qué las multinacionales agroquímicas, Monsanto en primer lugar, implementan todas las estrategias posibles para prevenir la transición a un sistema agrícola libre de pesticidas (que les causaría enormes pérdidas económicas) y obstaculizan la libertad de información sobre el tema. Tanto es así que, tras una demanda presentada por cuatro eurodiputados verdes, el Tribunal de Justicia de las Unión Europea tuvo que intervenir y ordenar a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) que publicara todos los estudios sobre el riesgo de cáncer por la exposición al glifosato. De hecho, la EFSA había declarado anteriormente que había clasificado el glifosato como no carcinógeno (a diferencia del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, que lo había clasificado como un agente «probablemente carcinógeno para los humanos») basándose en estudios no publicados y en un informe que había utilizado los análisis de un estudio realizado por Monsanto. De hecho, algunas páginas de este informe eran idénticas a los pasajes de una pregunta presentada por Monsanto en nombre del Grupo Especial de Trabajo sobre Glifosato, una organización industrial liderada por la misma empresa.
La decisión del Tribunal de Justicia es sin duda una buena noticia, pero la historia muestra la enorme presión a la que son sometidos los niveles más altos de las instituciones y organismos públicos responsables de vigilar nuestra salud. Es por eso que no debemos bajar la guardia y debemos unirnos a la movilización de la Semana sin pesticidas en el lugar y el modo que nos sea posible.
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