Reimaginando la salud mental a través de la tierra, las semillas y la solidaridad
01 Jun 2025

En el Hospital Larco Herrera de Magdalena del Mar —la institución psiquiátrica más importante del Perú, que alberga entre 400 y 500 pacientes de larga estancia— se ha creado una iniciativa pionera que está transformando el enfoque del cuidado en salud mental. Dentro de las 21 hectáreas de áreas verdes del hospital, el proyecto de huerto terapéutico Zona Marginal, en colaboración con médicos y personal hospitalario, está reimaginando el cuidado a través de la agroecología, la comunidad y la sanación colectiva.
Inspirado en los principios de Slow Food —la alimentación buena, limpia y justa para todos— Zona Marginal es mucho más que una respuesta al cuidado institucionalizado. Es un aula viva donde convergen la educación, la sanación colectiva y el respeto por el entorno. Desde 2017, el cofundador del proyecto y activista de Slow Food, Víctor Segura, ha trabajado como voluntario en el hospital junto a un equipo de siete activistas. Juntos, ofrecen sesiones agrícolas dos veces por semana, donde participan entre 4 y 5 voluntarios y hasta 40 pacientes, ya sean crónicos, temporales o personas sin hogar.
El proyecto se desarrolla en tres parcelas dentro del hospital y opera bajo un modelo circular de apoyo: los productos cosechados se venden al programa de voluntariado del hospital a precio de mercado, y los fondos recaudados se reinvierten en semillas, herramientas, actividades para los pacientes y necesidades básicas.

Daniela Granda
Construido inicialmente con perspectivas creadas en el ámbito de las ciencias sociales, el proyecto ha incorporado recientemente a activistas como parte del equipo central. Con el apoyo activo de miembros de Slow Food, el huerto se ha convertido en un espacio de diálogo profundo que va más allá de la siembra, el riego y la cosecha. Se abordan temas como la biodiversidad, las raíces culturales de los alimentos, el cuidado ambiental, la nutrición y el acceso a una alimentación digna —temas cruciales en un país como Perú, donde el hambre y la salud mental están profundamente vinculados a la pobreza y la desigualdad—. La agroecología se aborda desde la perspectiva de Slow Food, especialmente a través del uso y difusión del Brief de Agroecología de Slow Food.
Muchos pacientes provienen de zonas rurales o de familias agricultoras, y sus conocimientos enriquecen la experiencia compartida. Las herramientas y materiales utilizados —herramientas de horticultura, semillas, plantas, guías impresas— cumplen un rol no solo práctico, sino también emocional, ya que reconectan a los participantes con sus raíces agrícolas. El impacto es evidente: pacientes que suelen estar aislados en sus pabellones se activan, colaboran y recuperan un sentido de dignidad al sentirse útiles. Algunos incluso proponen mejoras en el diseño del huerto; otros se involucran con entusiasmo en tareas sencillas como el riego. El personal del hospital, incluidos enfermeras y médicos —especialmente aquellos con orígenes rurales—, también se benefician emocionalmente y comparten sus conocimientos agrícolas tradicionales.
La colaboración con Slow Food ha potenciado significativamente el trabajo de Zona Marginal, aportando mayor visibilidad, contenidos sólidos y conexiones con una red más amplia de agricultores, cocineros, artesanos alimentarios y, cada vez más, educadores. Gracias a este proyecto, el equipo de Zona Marginal ahora intercambia herramientas y materiales con el movimiento local de Slow Food, fortaleciendo una dimensión educativa que antes no existía.
Hoy, el proyecto sigue inspirando cambios más allá de sus fronteras: Zona Marginal ha impulsado conversaciones institucionales sobre salud mental, prevención y la necesidad urgente de un enfoque médico más humano y natural.
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