¿Quién paga el coste real de los pesticidas?

08 Jul 2022

No debemos pasar por alto que la Comisión Europea, en sus medidas en materia de agricultura y medioambiente, combina la defensa de la naturaleza con la reducción del uso de pesticidas ya que es un recorrido cultural importante pero no previsto.

En cierto modo esto significa reconocer que, si se sigue manteniendo el enfoque improvisado en el uso de los pesticidas, de poco sirve hablar de protección de la naturaleza, de defensa de los ecosistemas y de restauración de áreas naturales.

Por lo tanto, aprobar el paquete naturaleza para consolidar la protección ambiental, así como la reducción del uso de pesticidas en un 50% para el 2030 son propuestas que no están pasando desapercibidas.

Naturaleza y agricultura: un binomio vinculante

El entorno en el que vivimos está interconectado, sin confines políticos ni territoriales. Si echo pesticidas en los campos cultivados, una parte de estos pesticidas acabará en el suelo y permanecerá aquí durante mucho tiempo, otra parte acabará en las aguas y podrá llegar incluso al subsuelo para acabar en áreas muy lejanas al lugar donde se utilizó. Además, habrá otra parte que influirá en el sistema nervioso de los insectos útiles causando la reducción de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos. En resumen, se trata de una serie de eventos que no son visibles de manera inmediata pero que, a día de hoy, son de absoluta evidencia científica. Lo ha demostrado la campaña Cambia la tierra, coordinada por Federbio, junto con Isde, Legambiente, Lipu, Slow Food Italia y Wwf, y con el patrocinio de Ispra (Instituto para la Protección del Medioambiente del Mite). El estudio ha puesto en evidencia, mediante muestreos y análisis, que los suelos de los cultivos en los que se usan pesticidas y herbicidas tienen una presencia extendida de residuos que influyen negativamente en la red de microorganismos que contribuyen a mantener su fertilidad. Además, en algunos suelos se ha incluso descubierto DDT con sus metabolitos secundarios como prueba de que, después de más de cuarenta años de la prohibición de su uso, esta molécula sigue persistiendo en los suelos en los que se ha utilizado.

No creo que haya ni un solo ciudadano que se alegre al saber que en el suelo y en las aguas de nuestro país se amontonan peligros escondidos y amenazadores que, con el tiempo, pueden influenciar la capacidad productiva de los suelos y la calidad de las aguas.

el coste real de los pesticidas

El verdadero coste de los pesticidas: el coste ambiental

Sin embargo, una de las primeras reacciones a la acción política de la Comisión Europea fue, de hecho, una enorme protesta dado que las alternativas a los pesticidas químicos actualmente son mucho más caros; hasta el punto de que en Europa se llega incluso a hipótesis de apoyo financiero para compensar la fase de asentamiento en la primera aplicación de las nuevas normas. Podría pensarse que esta sea la medida adecuada para apoyar una parte de la transición ecológica, pero es un tema que probablemente se afrontará más a fondo y es el del coste ambiental el que nunca entra en los planes de las empresas. Hasta que no se calculen los efectos negativos, todas las cuentas son inútiles y, sobre todo, no son veraces.

¿Qué quiere decir producir sin aplicar modelos de sostenibilidad basados en principios de agroecología?

Significa dejar una huella ecológica más o menos marcada, quizás imborrable, casi siempre a cargo de las futuras generaciones, que no es un término abstracto, sino que significa que nuestros hijos y nuestros nietos tendrán que cargar con ello. Esta huella hoy no la paga nadie, pero la pagarán otros; y este enfoque acaba dejando en segundo plano el coste ambienta al no incluirse en los planes de las empresas. Si a día de hoy se tuviese en cuenta de manera concreta, quizás la transición ecológica sería más natural y no requeriría inmediatamente estas compensaciones, que a menudo dan la sensación de ser una propina para la agroindustria que continúa operando en la perspectiva de maximización de beneficios a toda costa.

Hoy, los agricultores biológicos siguen invirtiendo económicamente para certificar su propia elección, fomentando los programas de desarrollo rural para ser sostenibles en esta elección; mientras quien continúa utilizando la química de síntesis, que deja una huella ecológica concreta además de contaminar suelos y aguas, no está obligado a pagar un coste ambiental. Además, si se le impone un modelo más sostenible, pide dichas compensaciones.

Probablemente tendremos que empezar a cambiar la perspectiva, pero el camino a seguir es complicado, especialmente en un período en el que las especulaciones siguen al acecho y en condiciones de inestabilidad se hacen con el control.

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