Mujeres Indígenas en Nicaragua forjando un futuro con soberanía alimentaria
03 Jul 2020

Históricamente, Nicaragua ha sido un país extremadamente vulnerable a diversos riesgos ambientales y socioeconómicos, que tienen consecuencias directas en los sistemas alimentarios. Según FSIN (2020) 13/1000 habitantes en el país sufren de seguridad alimentaria, siendo los territorios indígenas los más afectados por eventos climáticos (por su posición geográfica en zonas costeras, interfronterizo de forma local, invasión en sus territorios, ríos y otros). La irregularidad de las condiciones de sus medios de vida tiene un impacto en los sistemas alimentarios.
Es muy probable con la llegada del COVID-19 a Nicaragua surjan nuevos retos para la producción de alimentos, que repercutirán en un incremento directo del hambre y la pobreza. Restringiendo la movilidad producto de las medidas sanitarias ante la pandemia, amenazan con poner en riesgo los medios de vida, las actividades productivas y los ingresos para los pueblos indígenas. 
El grupo de mujeres indígenas organizadas de la comunidad de Kisalaya se constituyó en el año 1997 por un grupo pequeño, el cual se fue ampliando con el tiempo. Hasta la fecha este grupo de mujeres indígenas tiene representación en los 8 territorios del municipio de Waspam, con más de 80 mujeres organizadas, con el objetivo de discutir sus formas de vidas, frenar la violencia que sufren las mujeres en el hogar, trabajar la medicina tradicional (sanación espiritual), la defensa de sus derechos como mujeres individuales y colectivas, medio ambiente, autonomía económica entre otras actividades.
El involucramiento a las comunidades indígenas, especialmente con mujeres ha permitido desarrollar metodologías de empoderamiento para la autonomía económica que ha contribuido a mejorar sus formas de vida, restituyendo sus derechos como mujeres, ya sea individual o colectivamente. La metodología consiste en el intercambio de saberes locales en la producción de sus alimentos (especialmente producción de hortalizas), asistencia técnica y la comercialización de sus productos. Por otra parte el proyecto responde a la necesidad de combinar la generación de ingresos económicos para el empoderamiento integral de las mujeres, con aumentar la capacidad del procesamiento de los productos tradicionales generados a través de la recolección, la siembra y producción tradicional, y la recuperación de sistemas alimentarios tradicionales.
La comunidad Slow Food Laman Laka, nace del CIIT (Centro Intercultural de Innovación Tecnológica) presentado por el CADPI (Centro para la Autonomía y Desarrollo de los Pueblos Indígenas), con el objetivo de promover la participación de mujeres y hombre indígenas dedicados a la producción de alimentos culturales, saludables, nutricionales, principalmente en los territorios indígenas de Karata, Tasba Pri y Wangki Awala Kupia ubicados en los municipios de Puerto Cabeza y Waspam en el Caribe Norte de Nicaragua, desarrollando capacidades en conceptos/prácticas en agricultura agroecológica, cambio climático CC, seguridad alimentaria y nutricional, producción de Abono Orgánico, Control natural y biológico de plagas y enfermedades, Agricultura ecológica, entre otros. Permitiéndole diseñar, proyectar, mejorar sus propios huertos/parcelas familias desarrollando innovaciones en productos, procesos y métodos alimenticios para su procesamiento y comercialización. En ese contexto presentamos la historia de buenas prácticas de la lideresa indígena Albertina Reyes Solis, Miembro de la Comunidad Slow Food, Productora Indígena Miskitu. Albertina es originaria de la comunidad indígena de Kisalaya, municipio de Waspam, Región Autónoma Costa Caribe Norte de Nicaragua, productora y coordinadora del grupo de mujeres indígenas organizada e integrante de la organización de mujeres indígenas Wangki Tangni.
Albertina se dedica a la actividad de producción de hortaliza para la comercialización, y para el autoconsumo de su familia, diversificando su alimentación local en parcelas aledañas a su comunidad. En producción de alimentos autóctonos en hortalizas tales como: ayote, tomate, sandía, repollo, chiltoma, pipián, cítricos, nancite, coco, plátanos, frijoles, entre otros. Cumpliendo con el primer objetivo de la comunidad Slow Food de potencializar y promocionar la sostenibilidad de alimentos culturales, saludables y nutricionales.
Tiempos de COVID y la articulación institucional
La producción de alimentos tradicionales y culturales es imprescindible para las mujeres indígenas organizadas de Kisalaya quienes han desarrollado una metodología de empoderamiento para la autonomía económica integral para las mujeres en el cultivo de hortaliza. El rescate y promoción de sus cultivos en la ribera del río Coco (Wangki) es fundamental en tiempo de coronavirus. El trabajo de la producción alimentaria ha mejorado y la generación de ingresos económicos ha aumentado para la lideresa Albertina Reyes y un promedio de 80 mujeres indígenas de 115 comunidades, quienes continúan desarrollando sus medios de vida ancestrales de forma organizada.
Con el apoyo de la comunidad Slow Food, el CADPI y CIIT las buenas prácticas han trascendido en la articulación institucional a nivel Local con la Alcaldía Municipal de Waspam y la Organización de Mujeres Indígenas Wangki Tangni; a nivel Regional con el Gobierno Regional Costa Caribe Norte y El Ministerio de economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (MEFCCA). Este trabajo inter-institucional permitió la capacitación en producción orgánica, la transformación de alimentos autóctonos (pepino, tomate y ayote) con valor agregado y ecológico, principalmente encurtidos, jalea, miel y salsa.
El desarrollo gastronómico indígena y las prácticas culturales tradicionales representan un fuerte impulsor de orgullo e identidad cultural para la productora indígena organizada de Kisalaya. El conjunto de alimentos y usos culinarios propios de hortaliza se expresa en el comercio local (comunidades indígenas, mercado local, restaurantes, fritangas, pulperías, ferias y turismo local) es cada vez más habitual. Este enfoque en la gastronomía puede desempeñar un papel fundamental en el desarrollo sostenible, ya que promociona el desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria, la nutrición, la producción sostenible de alimentos y la conservación de la biodiversidad.
Se espera en época de Cuarentena los principales problemáticas se concentran en el sistema de mercado local y será importante mantener los sistemas productivos indígenas (familias indígenas-estado-mercado-ONG-Otros). En ese escenario la producción alimentaria se basará en un subsistema comunitario y municipal que permita mantener la seguridad alimentaria.
Elaborado por
Christian Lam Oliveros (Punto focal comunidad Slow Food)
Ana Lucia Aleman (Directora Ejecutiva del CADPI)
Yadder Murrillo (Director del CIIT)

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