Menu para el cambio: Los vientos del cambio
07 Dic 2017
Cuando pensamos en el efecto del cambio climático en las islas Fiyi y en el Pacífico, nos viene a la cabeza la letra de «Blowing in the Wind»:
¿Cuántos años puede existir una montaña antes de ser borrada por el mar? ¿Y cuántos años pueden vivir algunos antes de que se les permita ser libres? ¿Cuántos años puede un hombre girar la cabeza y fingir que no ve nada?
La actual Administración de Fiyi dice que debemos proteger nuestros océanos y nuestra tierra, pero en realidad apoya prácticas insostenibles como la minería, la extracción de grava de nuestros ríos y la agricultura basada en el uso de productos químicos y pesticidas.
Las declaraciones del primer ministro de Fiyi, Voreqe Bainimarama, durante la cumbre de líderes del Foro de Desarrollo de las Islas del Pacífico en Honiara, Islas Salomón, según publicaba el Fiji Sun el 13 de julio de 2017, parecen asumir el problema:
«Aquí notamos las consecuencias del calentamiento global. En Fiyi hemos acelerado los planes para reubicar unas cuarenta aldeas costeras en tierras más altas. Además, recientemente se ha informado de que la desaparición de cinco islas en las Salomón está directamente relacionada con el aumento del nivel del mar y con la erosión provocada por el cambio climático.
A comienzos de este año pude ver con mis propios ojos los devastadores efectos de unos océanos cada vez más peligrosos en Fiyi —no existe otro modo de describirlo— causados por el ciclón tropical Winston. Vimos casi con impotencia cómo el mar se tragaba aldeas y erosionaba las orillas a un ritmo sin precedentes en la época moderna. Este fue un avance de un posible futuro: una visión del destino de nuestros hijos si no incrementamos nuestros esfuerzos en la lucha contra unas condiciones climáticas que cada vez se deterioran más rápidamente en las Islas del Pacífico».
El problema de estas declaraciones es que son solo palabras. No están respaldadas con las medidas necesarias para resolver el problema. Las causas del cambio climático están presentes en nuestras islas: la extracción de grava y las prácticas agrícolas insostenibles, emisiones de fábricas y vehículos. Mientras tanto, los pueblos indígenas de todo el mundo, incluyendo a los fiyianos [indígenas de Fiyi], siguen respetando la naturaleza y venerando a las fuerzas de la vida que controlan las estaciones, la fertilidad del suelo y los ciclos imperecederos de los que depende en última instancia la salud del planeta.
Según el informe de Fiyi a las Naciones Unidas sobre Biodiversidad en 2014, los bosques de Fiyi, que contienen el 99 % de la biodiversidad endémica del país, «son de vital importancia para la conservación de la biodiversidad única de Fiyi y aportan valiosos servicios al ecosistema, como la conservación del suelo, la purificación del agua y el almacenamiento de carbono. El 90 % del bosque pertenece a los clanes, a quienes los bosques proporcionan la fuente principal de sustento.
Los bosques de Fiyi ya han perdido terreno debido a la agricultura, a la tala no sostenible y a los incendios y, como resultado, muchas de las especies endémicas de Fiyi se encuentran amenazadas, el sustento de los pueblos locales y su vínculo cultural con su tierra se están degradando y los valiosos servicios del ecosistema se están perdiendo. Por ello, el futuro de la gente y de la biodiversidad de Fiyi depende del empoderamiento de las comunidades locales para gestionar de forma eficaz y sostenible los valiosos bosques que les quedan».
La explotación forestal, la extracción minera o de grava y la agricultura corporativa no cuentan con el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas, según se requiere en la Declaración Indígena de los Derechos Humanos o la Convención de los Pueblos Indígenas y Tribales (ILO 169). Aunque la legislación de Fiyi sobre la Evaluación del Impacto Ambiental (EIA) parezca muy prometedora sobre el papel, la realidad es muy diferente. Se supone que las EIA deben hacerse públicas para que la gente las lea y para que puedan responder a ellas: ¿pero cómo pueden hacer esto los pueblos indígenas si se publican únicamente en inglés?
El uso de la tierra con fines comerciales siempre se percibe desde el gobierno como un paso positivo hacia el crecimiento económico y hacia la prosperidad. Sin embargo, estos «fines comerciales» implican invariablemente despejar tierra de los habitantes indígenas para construir fábricas, centros turísticos e incluso ciudades. El único objetivo es conseguir beneficios a expensas de nuestro medio ambiente y del sustento de nuestros pueblos locales, una práctica sin visión de futuro e insostenible que debe detenerse.
Si Fiyi apuesta por perseguir esta línea de «desarrollo» y asociarse con el Banco Mundial, el FMI u otras corporaciones transnacionales, nosotros también tendremos que estar preparados para enfrentarnos a unas consecuencias ambientales negativas a largo plazo. En realidad, a todos esos hombres de negocios no les importa nuestra subsistencia, nuestro medio ambiente, la devastación de nuestra biodiversidad ni las vidas de nuestra gente. Su principal objetivo es garantizar el pago a largo plazo del interés de las deudas contraídas mediante préstamos de desarrollo, y para las multinacionales privadas el concepto clave es el beneficio, que rara vez se reinvierte en el país.
La red de Slow Food en Fiyi está creciendo y ahora trabaja para educar a la gente sobre las alternativas más sostenibles. Nos complace informar que el Departamento de Nutrición ahora trabaja estrechamente con la red de Slow Food en Fiyi para enseñar a la gente la importancia de comer la fruta, las verduras y los tubérculos locales, poniendo de relieve el valor nutricional de estos alimentos tan saludables.
La existencia de nuestro país está en juego mientras el nivel del mar siga subiendo. Las decisiones que tomemos ahora determinarán si podremos dejar nuestras islas a la próxima generación. Solo el tiempo lo dirá. Aunque puede que no nos quede mucho.
Leo Nainoka
#SlowFood #MenuForChange
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