Manglar territorio de vida amenazado
23 Feb 2021

En las zonas tropicales y subtropicales de la Tierra habita un ecosistema, considerado como uno de los más productivos del planeta: el manglar.
Por Marianeli Torres
De allá del manglar yo vengo con derecho a reclamar
con las voces pregoneras que salvemos el manglar
es la vida de los pueblos de los pueblos del manglar.
Somos pueblos ancestrales compartimos el manglar
con toditas las especies de su biodiversidad
jaibas, conchas, camarones, la riqueza del manglar.Viva la naturaleza, las especies del manglar
Todos levantan su grito, su grito de libertad.Lidberg Valencia, Esmeraldas – Ecuador MI MANGLAR
En las zonas tropicales y subtropicales de la Tierra habita un ecosistema, considerado como uno de los más productivos del planeta: el manglar. Según datos de Naciones Unidas este ecosistema ocupa el 0.7 de los bosques tropicales en el mundo y es uno de los mayores proveedores de biomasa y, quizá, el mayor capturador de carbono; lo que lo determina como un ecosistema, especialmente, importante para la sostenibilidad de la vida.
Al parecer, el nombre de su vegetación predominante, mangle, se origina en una voz caribeña, significando árbol retorcido. Distintas especies de mangle, bloques de salitral, esteros de agua salobre y miles y miles de especies de flora y fauna conforman este ecosistema cuya vegetación es resistente a la salinidad y a baja presencia de oxígeno en suelos fangosos. Se ubica en las desembocaduras de fuentes de agua dulce y es la zona interfase entre tierra firme y mar abierto.
Para el año 2007, según información de la FAO, una extensión de 15.2 millones de hectáreas de la superficie de la Tierra estaba habitada por ecosistema de manglares, registrándose las mayores extensiones en los continentes africano y asiático. En el continente africano el ecosistema manglar cubre una extensión de 3.2 millones de hectáreas y representa el 19% del total mundial, siendo la zona más conservada.
Entre los valores ambientales del manglar se pueden anotar como los más significativos: la protección de zonas costeras frente a fenómenos climáticos; la purificación de agua salada hasta transformarla en agua apta para riego de suelos agrícolas y para el consumo humano; una alta capacidad de captación de carbono. Es uno de los ecosistemas donde se reproduce la vida marina, convirtiéndose en una verdadera maternidad de miles de especies de peces, moluscos y crustáceos, entre otras.
En términos alimentarios sustenta la provisión de biomasa para millones de especies que habitan lo océanos, así como de mariscos y pescados fuente de proteína, fundamental, para las poblaciones humanas asentadas en territorios marino–costeros, principalmente.
Este ecosistema genera fuente de trabajo para millones de recolectores y pescadores de los estuarios. Su existencia es trascendental para el sostenimiento de las pesquerías artesanales costeras.
Considerado en términos territoriales, es un elemento articulador de la cultura e identidad de los pueblos marino–costeros. Pueblos originarios de América Latina navegaron en los estuarios de manglar, realizando comercio e intercambios en largos trayectos, según historiadores de la región. Así lo evidencia el caso de la cultura Valdivia en Ecuador, por ejemplo, cuyos vestigios dan cuenta de su presencia en Centro y Mesoamérica. Se considera que las actuales comunidades de recolectores y pescadores de los estuarios de manglar, en el mundo, son herederas de culturas ancestrales de quienes mantienen aún formas singulares de relacionamiento con el manglar que se expresan a través de sus distintas prácticas y narraciones.
El ecosistema manglar a nivel global se encuentra amenazado
A finales de los 90 la misma FAO daba cuenta de la pérdida del 50% de este ecosistema a nivel mundial. El continente Latinoamericano es, sin duda, el más afectado por la destrucción del ecosistema manglar. En los años 30 fue muy demandada la madera de mangle para pilotes y obtención de taninos y, desde finales de la década de los 70 las causas primordiales son: la implementación y ampliación de la acuacultura industrial del camarón, seguidas del desarrollo turístico de gran escala, la construcción de viviendas. La descarga de contaminantes desde zonas altas, es otra de las amenazas para su conservación.
La pérdida de alimentos y de fuentes de trabajo para las comunidades locales de zonas costeras, impactos negativos de la destrucción del manglar, no alcanzan a ser compensados por las actividades industriales que lo reemplazan. Son evidentes las condiciones de empobrecimiento y precariedad que enfrentan las comunidades costeras recolectoras y pescadoras de pequeña escala carentes de servicios básicos, de acceso a salud, a educación.
En el marco de la pandemia de la COVID19, se develan las condiciones de empobrecimiento de las comunidades recolectoras y pescadoras de los territorios marino–costeros. Empobrecimiento histórico y estructural que afecta todos los aspectos de la vida de estas comunidades y que se agudiza por las restricciones que imponen los gobiernos, casi a nivel mundial, como: medidas de confinamiento, prohibición de movilización, cierre de lugares de trabajo. A esto se suma la poca o ninguna atención de los estados a la salud de los pobladores, y el desentendimiento sobre medidas compensatorias que puedan alivianar las pérdidas que sufren.
Se ha generado una retracción en las economías de subsistencia de las poblaciones costeras, teniendo como consecuencia una desacumulación de los ingresos básicos en las unidades familiares, que no pueden costear alimentación, pagar deudas bancarias, ni servicios. Existe una quiebra de la economía doméstica, que ya era precaria, y de la dinámica del acceso de dinero efectivo que es predominante en estas comunidades. Quienes tienen, obligatoriamente, que salir para lograr el sustento diario de la familia, son expuestos como “carne de cañón” a la infección.
La gran mayoría de la población, de estos territorios en América Latina, no ha calificado para beneficio en la modalidad de “bonos” de asistencia de parte de los estados, por su situación de informalidad, es decir recolectores, pescadores, comerciantes ambulantes, etc, que no logran registrarse para acceder a “los bonos”, por falta de “legalidad” en su situación.
En otros aspectos, se ha evidenciado el incremento de la extracción de los recursos naturales, como peces, moluscos y crustáceos, de tala de bosque, de invasión de áreas naturales para asentamiento de viviendas debido a las grandes cantidades de familias que regresan de la ciudad en busca de recursos, en los ecosistemas marino–costeros que les provea de alimentos.
DESDE LAS VOCES DE LAS MUJERES DEL MANGLAR
Millones de hombres y mujeres de comunidades recolectoras y pescadoras de los estuarios de manglar encuentran su fuente de sustento en este territorio marino–costero. Testimonios de mujeres recolectoras y pescadoras de los estuarios de manglar de América Latina, así lo confirman. A pesar de la crítica situación de conservación de este ecosistema, siempre será el territorio donde las comunidades encuentran su sustento.
“Crié a mis 3 hijos con mi trabajo de pescadora en el estuario. Mis padres me enseñaron el arte, desde muy pequeña los acompañaba al manglar. No solamente pescábamos, también recolectábamos: almejas, ostiones, mejillones con eso nos alimentábamos y comerciábamos el sobrante. Hoy la situación es dura, el manglar está contaminado por la explotación petrolera en Alvarado, esto hace que las especies se extingan y con eso nuestra calidad de vida se deteriora…” Herminia Rodríguez, Alvarado Veracruz, México.
Fanny Aguayo mujer pescadora de Puerto Perú, de los estuarios de manglar de Tumbes-Perú comenta “…me da alegría ver como nuestro manglar y nuestro mar da de comer a los pobres, todos hemos comido. Se ven familias muy pobres que no tienen de qué vivir, a ellas les regalamos pescadito, conchitas. Compartimos lo que tenemos, hacemos una recolecta entre las mujeres para que a las familias no les falte; también invitamos para que trabajen con nosotras, a todo el que quiera, aunque el manglar a veces ya no resiste y tenemos que cuidarlo”.
“Aprendí a leer y escribir porque estudié hasta el tercer grado de la escuela, luego ya no pude ir más a estudiar y el manglar se convirtió en mi fuente de vida. Toda mi familia va al manglar a recolectar cangrejo: mis padres, mis hermanos, mis hijas, mi esposo, mis yernos. Somos como una empresa familiar: unos recolectan, otros despulpan, otros comercializan. Es duro ir al manglar ahora, porque cada vez hay menos cangrejo. Las camaroneras talaron el manglar, contaminan los esteros y por eso las especies desaparecen y nos quedamos sin comida y sin trabajo. Lo que hoy se gana vendiendo el cangrejo no es lo mismo que hace 30 años, cuando yo estaba joven. Hoy se coge menos y nos pagan menos…” Neyva Carrasco, mujer recolectora de cangrejo de la costa ecuatoriana.
En el marco de Terra Madre 2020, el tema del manglar ha sido abordado desde una perspectiva de género en el foro que se realizó el 10 de diciembre de 2020, involucrando representantes de comunidades desde México, Honduras y Perú.
Las intervenciones de las participantes han alimentado la reflexión acerca de la importancia de este ecosistema para las comunidades locales y de los riesgos relacionados con su afectación por parte de las empresas que explotan el manglar destruyendo su biodiversidad.
Para más informaciones
Esta iniciativa se ha realizado en el marco del proyecto «Slow Fish Caribe: fortaleciendo modelos de conservación y aprovechamiento sustentable en áreas protegidas en el Caribe vinculadas a Slow Food«, financiado por la UE y realizado por Slow Food en colaboración con Fundación ACUA, Corporación Coralina, Colectividad Razonatura A.C., Amigos de Sian Ka’an«.
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