La hipocresía sobre la prohibición de bolsas de plástico

19 Sep 2018

teyssier_slowfoodLa prohibición del uso de bolsas de plástico de un solo uso surge de la campaña mundial Mares Limpios de ONU Medio Ambiente, en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente y el Día Mundial de los Océanos celebrados anualmente el 5 y 8 de junio respectivamente, está centrada en aumentar la conciencia mundial sobre el estado de los océanos y la vida acuática para evitar la contaminación por plásticos.

En México las ciudades de Tijuana, Veracruz y Querétaro han incorporado en sus legislaciones locales a nivel reglamentario o vía adición a alguna ley la mal llamada prohibición en aras de posicionarse en torno a las tendencias vanguardistas de protección al ambiente y en ciudades libres de plástico e incluso desde 2008 diversas organizaciones y ciudadanos celebran el 3 de julio como el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico. No obstante en nuestras realidades locales resulta hipócrita, incongruente y hasta desarticulada la prohibición. La primera pregunta que nos hacemos es ¿qué hace la basura en los mares?, ¿qué y quiénes permitieron su llegada hasta las aguas marinas u otros lugares?

Nos hablan de conciencia, de cultura de protección y cuidado del medio ambiente pero en muchas ciudades y municipios no existe clasificación obligatoria de basura y la recolección, manejo y disposición de basura y residuos es inadecuada, prácticas como quema o tira de basura en fuentes limpias o contaminadas de agua es constante. Existen lugares en nuestro México en donde un solo camión de basura da servicio a todo un municipio de más de 10 mil habitantes y la basura se apila en bordos malolientes a pie de carretera contaminando los terrenos agrícolas colindantes sin ninguna contención.

En la portada de junio 2018 de National Geographic se puede leer ¿Planeta o plástico?, ilustrada con la imagen de una bolsa plástica de asas cuya punta surge del mar a manera de iceberg, diseño del mexicano Jorge Gamboa, quien dice haber hecho una simple asociación visual entre una bolsa de plástico colgada y un garrafón de agua apoyándose en el retoque digital. La imagen es muy ilustrativa pero no deja de ser una creación ficticia, en México el problema es más grande y pretende resolverse con prohibiciones sui generis. ¿Qué tan efectivas son las prohibiciones?, a veces resultan provocadoras y contraproducentes.

Prohibir implica impedir con lineamientos contundentes para generar un bien mayor pero no significa eliminar o suprimir en su totalidad, los medios de comunicación se han encargado de manejar la restricción gradual como si fuera total, los comerciantes oportunistamente interpretaron la prohibición a su conveniencia, no suministran bolsa pero los consumidores pueden llevarla aunque sea plástica y las autoridades parecen estar más interesadas en ser pioneras, sentar precedente, en alinearse a las políticas internacionales y en otras nimiedades que son todo menos protección al medio ambiente.

Antes del furor de la prohibición ya existía el control del uso de bolsas pláticas de asa, en los últimos años han sido cada vez más pequeñas y delgadas, en los mercados y tiendas de abarrotes suelen venderlas así que la mayoría de las personas lleva sus bolsas de mandado; algunos establecimientos han optado por regalar bolsas ecológicasque no son resistentes o ergonómicas y se reutilizan escasamente, sin embargo los supermercados y centros comerciales ventajosamente han puesto a la venta sus bolsas verdes reutilizables y han incorporado sus logotipos para que sus clientes hagan las veces de publicidad rodante gratuita, el costo de estas bolsas va de los 14, 25, 35 pesos y más, ¿acaso habrán considerado con la prohibición o tendencia libre de plásticos en la cantidad de jabón y agua que deberán utilizarse para lavarlas? Esto se parece mucho al cuidado del agua, a usted le dicen que ahorre, cierra su llave y su vecino gasta tres veces más agua porque ambos no tienen medidores, si desean un medidor deben pagarlo, una extraña y exótica solución que la final no reduce el consumo de agua y se sustenta en una política recaudatoria.

La prohibición o tendencia también ha reactivado la venta de bolsas ecológicas, bolsas artesanales de tejidos plásticos, bolsas de yuteo malla plástica, etc., en otros casos las tiendas al menudeo a pesar de no estar en una zona de prohibición han eliminado la entrega de bolsas o las cobran, para muchos establecimientos es la oportunidad perfecta para ahorrar costos amparados en la supuesta protección al medio ambiente, algo similar a lo sucedido con los estados de cuenta en papel que pueden consultarse electrónicamente, constituyó un enorme ahorro en impresión y servicio de envío postal para bancos y demás casas comerciales pero para el cliente implica el uso de energía eléctrica, internet, hojas e impresión con sus propios recursos, es aquí donde las prohibiciones o tendencias no resultan éticas ni bioéticas. Una senadora mexicana hace una propuesta para prohibir en los establecimientos comerciales y de servicios la entrega de popotes pero pertenece a una familia dedicada a la extracción minera, muestra de incongruencia y falacia.

Algunos señalan que el plástico creó una involución y consideran necesario una regulación efectiva a nivel federal para atacar la producción de plástico de un sólo uso como la responsabilidad extendida de los industriales del plástico, ¿hasta qué punto existe corresponsabilidad de las autoridades competentes y en dónde quedan los consumidores finales?, ¿hasta dónde desde un enfoque jurídico y ético puede limitarse la producción de plástico y/o privarse a las personas de la tecnologíadel plástico?, ¿vamos rumbo al retorno del vidrio, el papel y las fibras vegetales?

La anarquía y desarticulación en las restricciones sobre el uso de bolsas plásticas, popotes y desechables es tan evidente que en las conversaciones de los mexicanos ha empezado a surgir discusiones sobre la falta de incorporación en la prohibición de los filtros de colillas de cigarro, los chicles masticados, la pirotecnia y otros desechos y prácticas más nocivas para el medio ambiente.

Las adiciones al Reglamento de Protección al Ambiente para el Municipio de Tijuana prohíben a todo establecimiento comercial la entrega o transmisión de bolsas plásticas de compras desechables o de productos biodegradables o biopolímeros a los consumidores finales para transportar mercancías (2018)

La Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos del Estado de Veracruz sólo fue adicionada (2018), no habla de prohibición señalando que corresponde al Ejecutivo Estatal a través de Secretaría y de las instancias correspondientes en materia ambiental:  Promover y aplicar en colaboración con las autoridades municipales instrumentos económicos que incentiven el desarrollo, adopción y despliegue de tecnología y materiales que favorezcan la reducción, la reutilización y reciclaje de residuos, en particular a quien promueva y desarrolle programas de reutilización y reciclaje de residuos de poliestireno expandido.

El Reglamento de Protección Ambiental y Cambio Climático del Municipio de Querétaro (2018) fue más agresivo y prohíbe expresamente a toda unidad económica en el Municipio de Querétaro proporcionar a los consumidores cualquier tipo de bolsa de plástico desechable para el acarreo de productos ya sea de manera gratuita o a la venta para ese propósito. Esto incluye las bolsas plásticas desechables para el acarreo de los productos comercializados o artículos que hayan recibido un servicio suministrado dentro de dicha unidad. Esta disposición no es aplicable en el uso de bolsas de empaque o producto. La redacción creó algunas dudas al grado de considerarse que la prohibición era total incluyendo las pequeñas bolsas de despacho a granel, las autoridades tuvieron que aclarar que la prohibición era únicamente para los comerciantes, es decir, los clientes pueden llevar sus bolsas plásticas de un solo uso.

Se habla de bolsas de un solo uso con una apreciación subjetiva y en realidad no todas son usadas una sola vez. Parece que lo único que está generando con la prohibición interpretada o expresa es sustituir el plástico por otros recursos renovables o no y trasladar costos a los consumidores finales sin la certeza de que los sistemas de recolección, manejo y disposición final de residuos funcionen adecuadamente para mitigar la contaminación y sus efectos en el medio ambiente.

En nuestro país antes del apogeo de las bolsas de plástico estuvo arraigado el uso de hojas de plantas, pedazos de papel de estraza y bolsas de papel para la venta a granel y para el acarreo de mercancías se utilizaban canastas, chiquihuites, huacales, ayates, bolsas y morrales de ixtle (fibras vegetales de maguey), cubetas de lámina y cajas de cartón pero su uso de limitó porque se asociaba a la pobreza material y el retraso. En las últimas décadas un amplio sector de la población hace el acarreo de mercaderías en bolsas confeccionadas con costales de rafia o en cajas de cartón amarradas con cuerdas, muy económicas, resistentes y reutilizables, también asociadas a la pobreza material y motivo muchas veces de clasismo. Ahora vienen y nos dicen que regresemos a su uso invocando la protección al medio ambiente cuando ya lo venimos haciendo.

En los mercados locales y en las tiendas al menudeo podemos llevar nuestros recipientes de acarreo pero la pregunta es ¿en los supermercados, centros comerciales y de autoservicios habrá suficiente espacio para su resguardo?, en el hacinado transporte público ¿nos permitirán llevar nuestras canastas y chiquihuites?

Lanzaron la prohibición sin socializarla, sin equidad, sin articulación y sin consultar las necesidades de los ciudadanos y su contexto sociocultural. Se habla de una prohibición cuando el problema no reside sólo en el plástico y se está prestando al oportunismo para el lucro y generar otros efectos adversos, no estamos diciendo que no estamos a favor de la reducción del plástico desechable de un solo uso pero se debe asegurar que las autoridades competentes darán seguimiento a las acciones de los fabricantes y consumidores; una regulación seria que considere las necesidades de la mayoría de los ciudadanos, la producción de plásticos desechables y un bien mayor para el medio ambiente articulados con políticas públicas y sistemas integrales de recolección, manejo y disposición de residuos resultarían más oportunos para nuestro medio ambiente.

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Horticultora, foodie o comidista, investigadora cultural gastronómica y cronista de México para Slow Food internacional.

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