Frutos silvestres del Gran Chaco
05 Feb 2015
La publicación “Frutos silvestres del Gran Chaco: saberes y recetas de las mujeres indígenas rescatados por un Baluarte Slow Food” ha sido producida en el marco del proyecto “A global partnership to promote local sustainable food systems that include small farmers and indigenous organizations” financiado por el FIDA, con el objetivo de consolidar la colaboración entre Slow Food y el FIDA para promover sistemas alimentares locales sustentables, incluyendo a los pequeños agricultores y a las organizaciones indígenas en países de África y América Latina. El trabajo se enfoca en el Baluarte de los Frutos Silvestres del Gran Chaco, describiendo la elaboración de alimentos que las mujeres de los pueblos indígenas realizan, y presentando esos platos en un recetario.
El proyecto es desarrollado por la asociación internacional Slow Food y el Convivium Slow Food Gran Chaco de Argentina, en colaboración con Fundación Gran Chaco y la Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco, con el apoyo de la Asociación Cultural para el Desarrollo Integral (ACDI) y los Ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, de Agricultura, Ganadería y Pesca, de la Producción y Ambiente de las provincias de Chaco y Formosa.
En ese marco, se ha constituido el Baluarte Slow Food de los Frutos Silvestres del Gran Chaco, en el cual participan representantes de las comunidades indígenas Qom, Wichi, Qomle’ec y Pilagá. El primer objetivo del Baluarte es la valorización de las preparaciones locales en los hogares indígenas, aprovechando los frutos del monte y el valor nutricional que poseen. El documento se enfoca en las transformaciones y elaboraciones de harinas, dulces y bebidas que realizan las mujeres, a partir de la gran variedad de frutos que el bosque chaqueño ofrece, como el algarrobo, el chañar y el mistol. Hasta el momento, el Baluarte ha identificado doce frutos diferentes, reconocidos, recolectados y utilizados por las mujeres. Cabe destacar que la regeneración de los frutales se realiza de manera natural, plantando nuevas especies en las zonas más deterioradas y contribuyendo de esta forma a la regeneración del ecosistema nativo. Con este objetivo, hasta el momento, se enriquecieron 3.000 hectáreas de bosque nativo con algarrobo, aportando alrededor de 300.000 nuevas plantas en las zonas más deterioradas de la región chaqueña.
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