Espacios indígenas de tradición y soberanía alimentaria en Colombia
23 Mar 2022

La historia de Julian, un joven indígena que promueve el acceso a una alimentación buena, limpia y justa para su pueblo
La sabiduría y técnicas ancestrales de los pueblos indígenas son invaluables, son mezcla de cultura, historia y tradición con la capacidad de proteger la biodiversidad y el futuro del planeta. Poco a poco, la comunidad internacional lo reconoce así, y es gracias al arduo trabajo de muchos, incluyendo los tantos jóvenes indígenas que se han ido convirtiendo en voceros y defensores de estos saberes.
El sur de Colombia ha visto nacer nuevas Comunidades Slow Food, en un movimiento crece de la mano con gente dispuesta a defender su herencia y biodiversidad. Julián Andrés Mojomboy, es una de esas personas, un joven indígena Inga-Kamentsa, residente en el Valle Sibundoy, al noreste del Departamento de Putumayo.

Julian, es portavoz de la Comunidad Slow Food Chagras Ancestrales Inga-Kamentsa y participante activo de la red Slow Food de Pueblos Indígenas. Es una comunidad que trabaja para restablecer, rescatar y promover las chagras tradicionales de la región.
En la definición de Chagra descubrimos por qué es tan importante su protección
La Chagra es un sistema ancestral, comunitario y productivo que se pasa de generación en generación. En pocas palabras, es el lugar del que se obtienen los alimentos, y que también se conoce en lengua Karmentsa como Jajañ.
Pero además de proveer la tierra para el alimento, es un sitio sagrado en el que la familia y la comunidad se relaciona con la naturaleza, se siembra lo que se convertirá en medicina y sustento, se comparten historias ancestrales, y se mantiene viva la lengua. En la Chagra se expresa el amor por la tierra, y se establece una conexión con las plantas.
Llevar al mundo la sabiduría indígena
En su virtud de vocero, Julian comparte sus experiencias y las de su comunidad en rescate de las Chagras con otros Resguardos Indígenas, sin embargo su labor no termina ahí, también contempla llevar a un público más amplio información que eduque y sensibilice en torno a la defensa del patrimonio y la soberanía alimentaria, promoviendo a su vez los derechos de los pueblos indígenas.
El camino de Julian se ha ido forjando con mayor fuerza desde su participación en el evento Indigenous Terra Madre “Pueblos Indígenas de América”, que ha significado un paso importante en su labor como defensor de su identidad y derechos de las comunidades originarias.
Innovación indígena, novedad con tradición
Los jóvenes indígenas, conscientes de la situación del planeta se han dispuesto a ser parte de la solución. Julian junto a sus socios, han creado un prototipo para fabricar platos y envases biodegradables a partir de hojas de plátano y achira. De esta forma, ven una opción factible que pueda reemplazar el plástico y el poliestireno, ambos de impacto ambiental.
Esta alternativa también tiene el potencial de crear puestos de trabajo para jóvenes emprendedores y para las agricultoras (mamitas) de la región. Aún estando en fase de prototipo, ya han firmado acuerdos con dos universidades que están brindando apoyo técnico, además, han recibido un premio por Slow Food y el FIDA, por lo que esperamos grandes logros de estos jóvenes en un futuro cercano.
Una historia de reconexión con la cultura indígena
«Nací y crecí en el territorio indígena Inga, San Andrés, Putumayo, rodeado de naturaleza y mucha diversidad cultural, en medio de nuestros abuelos que conocían la comunidad y nos transmitían sus conocimientos ancestrales cada día. Agradezco a mi padre y a mi madre que me enseñaron a trabajar la chagra. Cuando era adolescente pensaba en otras cosas y también andaba por el camino equivocado, creo que este es uno de los problemas que tenemos que afrontar: los jóvenes de hoy pensamos en aprender otras cosas externas y nos olvidamos de nuestras raíces, de dónde venimos. Pero a pesar de todo esto, siempre ha habido gente que ha luchado por el cambio y por salvar la cultura. He tenido la oportunidad de conocer a grandes personas como el maestro Carlos Mutumbajoy y la maestra Doris Jajoy, fundaciones como Sol de los Andes y muchas personas que me han enseñado a ver y valorar las culturas indígenas y hoy trabajamos en equipo para transmitir la conciencia, dejando una pequeña semilla para nuestras próximas generaciones». Nos cuenta Julian, invitando a su vez a no bajar los brazos en este largo camino por la defensa de lo que es bueno, limpio y justo.
La historia de Julian refleja el impacto del diálogo intergeneracional. Lo que significa pasar el conocimiento, la historia y la batuta a los jóvenes que se encuentran listos para continuar el trabajo que comenzaron sus antecesores. Ellos vienen con energía para aportar ideas en la preservación de tradiciones, lenguas, biodiversidad y el fortalecimiento de la alimentación propia de las regiones al valorar los productos autóctonos.
Este artículo llega a nosotros gracias al trabajo de Claudia Milena Cepeda Zarama, actual Enlace Voluntario de la red Slow Food de Pueblos Indígenas en Colombia.
La tarea de Claudia es acompañar a los activistas indígenas que quieren formar parte de Slow Food, promoviendo su interacción con todo el movimiento. Para Claudia, «pertenecer a la Comunidad Slow Food nos da la oportunidad de participar en proyectos de biodiversidad alimentaria, intercambiar buenas prácticas y relacionarnos con un movimiento global. Te hace ver la comida desde una perspectiva diferente.”
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