El hambre mundial está empeorando, y África pagará las peores consecuencias
15 Jul 2020
El número de personas que padecen hambre aumenta continuamente, llegando en 2019 a cerca de 690 millones, el 8,9% de la población mundial. Esto es lo que surge del informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, SOFI, publicado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que define la desnutrición como la condición de quienes, por un año, no logran tener acceso a alimentos suficientes para cumplir con el requerimiento mínimo de energía diaria.
En las más de 250 páginas del documento, los datos que despiertan optimismo son muy pocos: en comparación con el año anterior *, las personas que no tenían acceso a alimentos suficientes aumentaron diez millones. En cinco años, este número ha crecido a 60 millones de personas, una población casi equivalente a un país como Italia.
Pongamos el foco en África
La situación más dramática, según datos publicados por la FAO, se refiere al continente africano, donde uno de cada cinco habitantes pasa hambre (alrededor de 250 millones de personas, es decir, el 19.1% del total, que es más del doble del porcentaje en comparación con el promedio mundial).
«La grave crisis alimentaria que enfrenta África es el resultado de una serie de factores que deben abordarse de inmediato, sin perder tiempo», dice el ingeniero agrónomo ugandés Edie Mukiibi, miembro del comité ejecutivo de Slow Food Internacional. «Para hacer esto, por un lado, es necesario combatir las injusticias sociales, económicas y ambientales que causan pobreza y sufrimiento en muchas comunidades africanas, por otro lado, promover un mecanismo de subsistencia que apoye las economías locales de pequeña escala y iniciativas e innovaciones aportadas por mujeres y jóvenes agricultores. En mi opinión, esta es la prioridad».
Slow Food ha colocado durante mucho tiempo su compromiso con África en la parte superior de su agenda, lanzando el proyecto Jardines en África en 2010, que ahora ha visto 3334 en 35 países del continente. Hoy, la estrategia de Slow Food para África se divide en una serie de iniciativas, que van desde la promoción del consumo local hasta la educación en las escuelas, desde la protección de la biodiversidad (a través del Arca del Gusto y los Presidios de Slow Food) hasta la mejora de las gastronomías locales, campañas sobre algunos temas problemáticos que siempre han estado en el centro de nuestro compromiso, como los OGM, el acaparamiento de tierras y la pesca sostenible.
Volviendo al informe de la FAO, las series de tiempo revelan que en los últimos cinco años, el número de personas que sufren de desnutrición en África ha aumentado en un punto y medio porcentual. Las proyecciones para 2030 son aún más dramáticas: si la tendencia continúa, el 25.7% de las personas que viven en África (433 millones de individuos de la población total estimada en diez años, alrededor de mil millones y 600 millones) estarán en la condición de no tener suficiente comida para asegurar una vida normal, activa y saludable.
Mirando hacia atrás a la situación actual, y mirando los datos en términos absolutos, Asia es la región del mundo donde vive la mayoría de las personas desnutridas (381 millones, pero con una tasa de 8.3% en comparación con los habitantes, más baja que el promedio mundial que es 8.9%). La explicación de esta aparente contradicción radica en el hecho de que la mayoría de la población de la Tierra vive en Asia.
Covid-19 y el hambre en el mundo: otros cien millones de personas en riesgo
Sin embargo, ninguno de estos tiene en cuenta los efectos de la pandemia de Covid-19: los datos recopilados por la FAO se refieren de hecho a 2019, antes de la difusión global del SARS-CoV-2. En resumen, los números muestran la situación previa a la pandemia. Según la ONU, la crisis de salud que estalló en los últimos meses está destinada a agravar la situación, con el riesgo de llevar a decenas de millones de personas al abismo del hambre crónica, con estimaciones que fluctúan entre 83 y 132 millones de personas, dependiendo de los escenarios futuros de la situación económica.
La desnutrición no es el único indicador tomado en consideración por los autores del informe, también habla de inseguridad alimentaria, un concepto más amplio que incluye aquellos casos en los que no hay seguridad de poder encontrar alimentos. Sumando diferentes niveles de inseguridad alimentaria, desde inseguridad grave (750 millones) a inseguridad moderada, las personas que en 2019 no tenían acceso regular a alimentos seguros, nutritivos y suficientes son dos mil millones, un poco menos del 30% del total.
Ciertamente, a este ritmo, el Objetivo Hambre Cero (es decir, el plan lanzado en 2015 por el Programa Mundial de Alimentos con la ambición de poner fin a la inseguridad alimentaria para 2030) no se puede lograr. De hecho, si la tendencia actual continúa, en 2030 el número de personas desnutridas podría superar los 840 millones, es decir, el 9.8% de la población estimada a vivir en el planeta dentro de diez años.
En el contexto descrito por el informe de la ONU, una vez más surgen graves desigualdades geográficas. La cifra relativa a los niños menores de cinco años es emblemática: por un lado, la aterradora cifra de niños desnutridos (144 millones, el 21,3% del total mundial), por otro, los que tienen sobrepeso (más de 38 millones, el 5,6%).
El tema central es la calidad de los alimentos, y no solo el acceso a los alimentos: el informe afirma que «la inseguridad alimentaria puede empeorar la calidad de los alimentos consumidos y, en consecuencia, aumentar el riesgo de diversas formas de desnutrición, tanto la desnutrición como la obesidad».
La educación alimentaria es uno de los dos pilares, junto con la defensa de la biodiversidad, en la que se basa la misión de Slow Food en el mundo, porque las opciones de compra y consumo son un motor de cambio, pero requieren conciencia.
* La edición 2020 de SOFI se abre con una nota: desde la última publicación, hace un año, se han recopilado nuevos datos que han llevado a una revisión de situaciones en 13 países, incluida China. Estos datos han llevado a una revisión a la baja de las estimaciones de las personas que padecen hambre en el mundo. No obstante, la tendencia informada en ediciones anteriores de este informe sigue siendo válida: desde 2014, el número de personas que padecen hambre en todo el mundo continúa creciendo lentamente.
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