Catas de biodiversidad
08 Abr 2015

080808Para Slow Food la experiencia ha sido desde siempre el complemento natural de la teoría. Podríamos discutir durante horas de sistemas agrícolas, de alimentos siempre iguales a sí mismos o de cuan buena es la biodiversidad, pero uno de los modos más eficaces y sorprendentes que tenemos para adueñarnos con gozo del significado de este término consiste en catar. Por ello, una parte del área de Slow Food en la Expo 2015 está dedicada al descubrimiento de la diversidad de los quesos de leche cruda y de los vinos.
¿Por qué hemos optado por los quesos? Porque más que cualquier otro alimento son el ejemplo perfecto de cómo se enaltece la biodiversidad (animal y vegetal) cuando se transforma en comida. Quienes entren en el área Slow Cheese podrán observar que para elaborar un queso se necesitan solo tres ingredientes sencillísimos: leche, cuajo y sal. Y sin embargo esta sencillez da origen a una extraordinaria diversidad, a millares de sabores diferentes y maravillosos. ¿Cómo es posible que tres ingredentes sean origen de los más de 2.000 quesos tradicionales que existen en el mundo? Porque tras la leche, el cuajo y la sal hay historias infinitamente variadas, que relatan la diversidad del territorio y de los pastos, del tipo de leche, de las razas, de la alimentación de los animales, de la técnica de producción, la destreza de los pastores y de los queseros. Los quesos de leche cruda son todos diferentes, indisolublemente ligados a su propia tierra. Todo lo contrario que los quesos industriales y pasterizados producidos con fermentos seleccionados, aditivos, conservantes: quesos estandarizados y anónimos, replicables en cualquier parte del mundo. Sin raíces, sin historia, sin emoción. No pocas veces, sin gusto.
Cada semana, por rotación, en el área de Slow Food en la Expo los visitantes podrán catar una selección de cuatro tipologías: un gran queso italiano conocido en el mundo (parmigiano reggiano, bitto, fontina della Valle d’Aosta, mozzarella di bufala campana, asiago, pecorino siciliano…), dos quesos de territorio, preferentemente Baluartes Slow Food (del bagòss di Bagolino a la provola dei Nebrodi), y un queso europeo. Los cuatro quesos se ofrecerán en una cajita redonda de madera, que los visitantes podrán llevarse a casa como recuerdo de la cata. En total, durante los seis meses del evento se alternarán unos 86 tipos de quesos.
Junto al área de Slow Cheese, la enoteca de Slow Wine te relatará otra historia fascinante: la de los vinos, sus varietales y los vignerons italianos. En efecto, también en la viticultura existe una extraordinaria biodiversidad. Solo en Italia existen más de 600 varietales, que aún hoy contribuyen a la producción de al menos un vino: del nebbiolo al sangiovese, del perricone al fiano. La selección de vinos que hallarás en nuestra enoteca, al cuidado de la Banca del Vino de Pollenzo, te proporcionará una prueba concreta al proponer, en rotación, al menos 200 etiquetas.
El acceso al área Slow Cheese y a la enoteca de Slow Wine es libre y gratuito.
Las catas son de pago, según la tipología:
8 euros por la cata de la leche y de la selección de quesos.
10 euros por la cata de la leche y de la selección de quesos acompañada de una copa de vino.
Los boletos se pueden comprar en la Expo directamente, en el área Slow Food.
El beneficio del área Slow Food se transferirá al proyecto de los 10.000 huertos en África.
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