Buenas nuevas de Slow Meat
17 Jun 2015

La segunda edición de Slow Meat, evento internacional dedicado a la carne buena, limpia y justa, desarrollado del 4 al 6 de junio en Denver, Colorado, ha concluido recientemente. Por una parte expertos y profesionales –ganaderos, activistas, cocineros, políticos-, asistieron al simposio reservado a examinar el estado actual del consumo de carne y a trabajar para construir una red para defender la necesidad de superar el absurdo de la producción industrial; por otra, el público pudo comprar en los stands productos vinculados con la campaña Slow Meat, participar en conferencias sobre las innovaciones y desafíos que nos esperan, tomar parte en talleres guiados por expertos y degustar muchas recetas elaboradas con carne de calidad.
Pero la campaña Slow Meat, lentamente se está haciendo global. Pronto les contaremos con más detalles como la campaña ha sido adoptada por la red de Slow Food en Sudáfrica y qué acciones se han emprendido al respecto. Con esta newsletter, sin embargo, queremos compartir con ustedes la nueva edición actualizada del librito “Too Much at Steak” –cortémonos, cortemos por lo sano-, un instrumento utilísimo para activar estilos de consumo más conscientes y recordarte que, cada vez que haces la compra tus opciones individuales pueden determinar un cambio positivo en el sistema alimentario global.
La exigencia de proponer de nuevo esta pequeña guía, en una óptica internacional respecto de las ediciones anteriores, surge de la constatación de que las cifras de consumo de carne actuales continúan siendo implacables y los niveles de consumo insostenibles. Cada ciudadano estadounidense consume hoy cerca de 125 kilos de carne, un europeo 74, y en oriente se registran importantes aumentos del consumo per cápita al año. Se calcula, así pues, que de aquí a 2050 la tendencia de consumo global está destinada a duplicarse, dando como resultado presiones notables sobre el ambiente e impactando fuertemente sobre el bienestar animal. Las ganaderías industriales estandar, en efecto, tienen como objetivo único la maximización de la producción, considerando a los animales como bienes comerciales, unidades productivas, más que como seres vivos y sensibles, que pueden sufrir, estresarse, sentir temor. Los consumos excesivos de carne son, además, un problema para nuestra salud, y con mayor razón si nuestras compras se orientan hacia las carnes provenientes de crías intensivas, donde a los animales se les suministran antibióticos en cantidad para prevenir las enfermedades, frecuentes a causa de los angostos ambientes.
Al mismo tiempo, aparte de evidenciar cuan nocivo y dañino es un cierto tipo de producción, esta pequeña guía nace también para proponer la receta de Slow Food, que es una invitación a comer menos carne, de mejor calidad; a aliviar las presiones sobre las especies habituales, sobre las mismas razas; a variar nuestras compras redescubriendo los cortes alternativos y menos conocidos del animal. Y que, como tantas otras campañas que Slow Food lleva a cabo, está vinculada al objetivo de tutelar la biodiversidad de las razas tradicionales. Hacerlo favorece a menudo a las pequeñas explotaciones e implica una puesta en valor de las producciones animales de calidad: por ejemplo, si bien los bovinos autóctonos producen cantidades menores de leche respecto de las razas comerciales, esta es con frecuencia más rica desde el punto de vista nutricional y posee un alto contenido de grasas y caseína, importantes para producir quesos de calidad.
Esta es nuestra receta. ¡Si desean leerla por entero, descarguen el librito “Too Much at Steak” corten así por lo sano y ayúdennos a llevar a cabo nuestra campaña!
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