Baluartes Slow Food y Sistemas Agrícolas Tradicionales (SATs) – Comunidades de Fondo de Pasto: Posibilidades de Intersección
19 Jul 2021
Baluartes Slow Food y Sistemas Agrícolas Tradicionales (SATs) – Comunidades de Fondo de Pasto: Posibilidades de Intersección fue el tema del webinario realizado por el equipo del proyecto Slow Food en la Defensa de la Sociobiodiversidad y la Cultura Alimentaria Baiana.
Con el objetivo de debatir propuestas de directrices para la articulación de Baluartes de sistemas agrícolas tradicionales enfocadas en las comunidades de Fondo de Pasto, la actividad reunió 19 participantes de diversos órganos e instituciones colaboradoras que actúan en el campo de los sistemas y comunidades tradicionales, así como representantes de la Asociación Slow Food de Brasil (ASFB).
El encuentro fue abierto por Pedro Xavier, coordinador técnico, que hizo mención del proyecto y del objetivo de la reunión al tratar la propuesta metodológica para la articulación de sistemas agrícolas tradicionales como Baluarte. “La actividad fue pensada ante la imposibilidad de realizar las visitas de campo previstas inicialmente debido a la pandemia causada por la Covid-19. En ese camino de construcción fue creado un grupo de trabajo con personas que actúan en los territorios, involucrando a miembros de comunidades de Fondo de Pasto. La idea aquí es escuchar a los invitados sobre esa articulación teniendo como objeto de análisis los sistemas tradicionales de fondo de pasto”.
A continuación, Lígia Meneguello, coordinadora de programas de la ASFB, explicó qué son los Baluartes Slow Food y cuáles son sus diferencias con el Arca del Gusto. “Mientras que el Arca del Gusto es un catálogo colaborativo de alimentos en riesgo de desaparición biológica y cultural, el Baluarte parte del alimento del arca y establece una relación más profunda con las comunidades productoras. Es un paso más para que Slow Food y otros actores sociales sumen esfuerzos para la superación de desafíos”. Lígia, además, resaltó que el Baluarte puede estar enfocado en la salvaguarda de alimentos, en los saberes, en las prácticas y en los paisajes amenazados, creando una conexión con mercados alternativos. En total, hay más de 603 Baluartes en el mundo y en Brasil cerca de 20.
Según Lígia, las articulaciones para nuevos Baluartes han reflejado perspectivas para el alineamiento con las políticas públicas – como el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE) o el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA) – enfocado en la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, en la conservación y valorización de la cultura de sistemas agrícolas tradicionales. “Eso viene ocurriendo por medio de dos proyectos: este de sociobiodiversidad realizado aquí en Bahía y otro proyecto llamado Territorio y Cultura Alimentaria, en Ceará. Las fases para la articulación de los Baluartes incluyen reuniones y encuentros, visitas de campo, diagnósticos participativos, capacitaciones, elaboración de protocolos de producción, uso del logo en los rótulos y etiquetas narrativas. Construye una comunicación más allá del producto, enfocada en la cultura, en la historia del lugar de procedencia”, concluyó.
Para presentar la propuesta, Nathan Dourado, que integra el equipo del proyecto, relató todo el camino hecho para conseguir la recopilación de información y la construcción de esa metodología para articular un Baluarte de SAT. La idea comenzó en agosto de 2020, a partir de la necesidad de redistribución de las actividades presenciales del proyecto debido a la pandemia, que impidió la realización de visitas de campo. Junto a los representantes de territorios y comunidades tradicionales, apoyadas por el proyecto Pró-Semiárido, y representantes de la Compañía de Acción de Desarrollo Regional (CAR/SDR) se formó un grupo de trabajo para construir esa metodología. “Se realizaron cuatro encuentros de este colectivo y la realización de este Webinario es justamente una validación pública de lo que fue elaborado colectivamente a partir de la visión de especialistas y personas que actúan en el campo para hacer ese diálogo con nosotros. También se está elaborando una cartilla que sistematizará esas propuestas y directrices de acercamiento hacia los Baluartes de SAT”. Nathan dice que, partiendo de los relatos, las comunidades de Fondos de Pasto fueron caracterizadas por sus modos de vida, sus culturas y festejos, oficios y quehaceres y hábitos alimentarios.
A partir de las reuniones con el grupo de trabajo, las directrices planteadas fueron pensadas en cuatro etapas. La primera de ellas se refiere al acercamiento de la comunidad hacia el diagnóstico territorial, mediante cuestionario/entrevista, talleres de presentación de Slow Food y concepción de los SATs, generando como producto un protocolo de caracterización del SAT. La segunda trata sobre el inventariado de la cultura alimentaria, a partir del registro participativo de los alimentos y saberes haceres, además de la realización de un taller de formación sobre qué es una Comunidad Slow Food. Esa fase genera un inventario de saberes haceres y de elección de alimentos para el Arca del Gusto, además de la formalización de la comunidad como parte de la red Slow Food. La tercera es la elaboración del protocolo de salvaguarda, considerando la sistematización de los acuerdos colectivos para uso común y demandas para la conservación del SAT. Esta fase genera un protocolo de salvaguarda firmado por los miembros de la comunidad con proyección de cinco años. Por último, la cuarta y última fase es la celebración, con la entrega del documento que identifica el Baluarte Slow Food, las postales y las etiquetas narrativas.
Tras la presentación de la propuesta, los participantes interactuaron aportando sus impresiones, dialogando sobre el trabajo que desarrollan. El representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO Brasil), Marcello Broggio, hizo una breve recopilación histórica del programa en el que actúa, Globally Important Agricultural Heritage Systems (GIAHS), que ya promovió el reconocimiento de 63 comunidades tradicionales. Para él, el GIAHS y Slow Food pueden caminar conjuntamente en ese reconocimiento de las comunidades. “Un primer paso sería presentar las herramientas a las comunidades, con ventajas, objetivos y costes, para que conozcan ese trabajo. En condiciones favorables, construir un protocolo conjunto donde uno pueda fortalecer al otro”, apuntó.
Aurélie Fernandez, también del GIAHS, recordó que los Baluartes están alineados con el programa. “Es importante comenzar a trabajar juntos desde ahora, identificar cómo los Baluartes Slow Food pueden apoyar el trabajo del GIAHS. Las etiquetas de los productos tienen una sinergia potencial muy importante para agricultores y campesinos. Se puede aprovechar la experiencia de Slow Food en el desarrollo de actividades culturales, poner en marcha el turismo gastronómico y sostenible. Son muchas las actividades que se podrían imaginar, muchas cosas para explorar juntos y me alegro de que comencemos hoy esta conversación. Soy una apasionada de la puesta en valor y de la conservación del patrimonio brasileño”, completó.
André Araújo, de la Secretaría de Agricultura Familiar y Cooperativismo, ligada al Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento (SAF/MAPA), afirmó ser fundamental no mirar únicamente los alimentos, sino los sistemas alimentarios, que es lo que hace el Baluarte. “Un punto de vista más completo cabe a la comunidad. Además, aún tenemos mucho que hacer en relación a la puesta en valor de los productos y colocar esas estrategias a disposición de las comunidades. Es nuestro papel para que luego ellas decidan qué es más estratégico para ellas”. Anderson Bonilha, también integrante del SAF/MAPA, añadió la importancia del reconocimiento de la sociobiodiversidad enfocada en SAT. “En este momento, pensando en una nuevo Baluarte centrada en SAT, es importante pensar cuál es la complementariedad entre esas estrategias y las que están siendo aplicadas por el poder público. ¿Cuáles son las nuevas estrategias que Slow Food está pensando y cómo pueden ser complementarias a las políticas públicas? ¿Cómo se van a promover los productos y sus saberes asociados? ¿Qué pretenden conservar? ¿Agrobiodiversidad, paisajes, saberes tradicionales? ¿Qué constituye un Baluarte de SAT? La clave es el proceso y no apenas el reconocimiento en sí mismo.
Natália Guerra Brayner, representante del Departamento de Patrimonio Inmaterial del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (IPHAN), insistió en que las políticas de salvaguarda de la naturaleza inmaterial tienen una fuerte relación con la cultura alimentaria. “El reconocimiento es el punto de partida. A partir de ahí, el estado brasileño desarrollará acción de preservación. Los SATs en Brasil incluyen referencias culturales, derechos sociales, culturales y procesos de afirmación identitaria”. Embrapa Alimentos y Territorio, representada por los investigadores Patrícia Goulart Bustamante y João Roberto Correia, puntualizó que reconoce al SAT como un instrumento de investigación que permite dialogar con otras áreas de conocimiento. “Embrapa tiene mucho interés en este acercamiento entre los SAT y el Baluarte Slow Food”, afirma Bustamante. Representando al Instituto Federal Baiano estaba el profesor Aurélio Carvalho, que recordó las múltiples amenazas que las comunidades vienen sufriendo a pesar de su riqueza genética. Por eso, ve con buenos ojos el acercamiento entre la institución de enseñanza con el Slow Food, con la FAO, con las comunidades de Fondo de Pasto y sus organizaciones.
Carlos Eduardo Cardoso Lima, de la Articulación Estadual de Fondo de Pasto (AEFP), a partir de su vivencia como morador de comunidad de Fondo de Pasto Monte Alegre, municipio de Andorinha (BA), destacó la función de las asociaciones que se organizan para defender el territorio frente a las amenazas de apropiación de tierras, minería, agronegocio, carboneras y eólicas. “Esas comunidades son las que más preservan porque sin la Caatinga no consiguen sobrevivir. Sufrimos amenazas desde los años 70 y el enfrentamiento no para. Las comunidades ya no viven en paz y esa identidad de Fondo de Pasto surge entorno a la lucha. Son comunidades centenarias y en su ocupación estuvieron involucrados esclavos, vaqueros, compras de tierras y relación con indígenas en algunos casos”. Carlos Eduardo, además, denunció que las empresas eólicas y mineras están llevando el coronavirus a las comunidades. “Las empresas continúan trabajando durante la pandemia y contaminan a las comunidades”, alertó.
Frente a esas declaraciones, Gabriella Pieroni, perteneciente a la ASFB e investigadora de los SATs, habló de la importancia de que las experiencias se apoyen entre sí ya que son complementarias y pueden beneficiar realmente a las comunidades. “Necesitamos pensar en metodologías y herramientas de forma que una no se sobreponga a la otra, sino que se apoyen una en la otra”. De la misma forma, Valentina Bianco, Coordinadora de Slow Food Internacional para América Latina y el Caribe, resaltó la sinergia que está siendo construida entre los diferentes actores. “Cuando cada uno llega con sus programas, pero no dialoga con los demás, no consigue tener ningún impacto en las comunidades, sino que acaba siendo un campo de experimentación de organizaciones externas. De ahí la importancia de este momento. Venimos conversando con Slow Food Internacional para hacer que esa visión de SAT como Baluarte sea reconocida de facto. Una nueva visión de lo que Brasil viene construyendo como Baluarte, como una forma más de articular Baluartes Slow Food”, finalizó.
El proyecto Slow Food en la Defensa de la Sociobiodiversidad y de la Cultura Alimentaria Baiana es fruto de una colaboración entre la Asociación Slow Food Brasil y el Pró-Semiárido, ejecutado por la Compañía de Desarrollo de Acción Regional (CAR), vinculada a la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR), con financiación del Fondo Internacional Agrícola (FIDA).
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