Baluartes indígenas en todo el mundo para ayudar a preservar el patrimonio alimentario de los pueblos indígenas. Un breve recorrido por los principales logros de las comunidades indígenas
21 Dic 2020
Durante los últimos 20 años, los Baluartes se han convertido en uno de los proyectos que mejor encarnan la visión de Slow Food de la producción alimentaria y la biodiversidad. En ellos participan 78 países y más de 15.000 productores en cada región del mundo, todos con el objetivo común de preservar las culturas, los sabores y la agrodiversidad de las zonas locales.
En 2017, Slow Food se asoció con el FIDA con el objetivo de lanzar un proyecto para empoderar a la juventud indígena y a sus comunidades, mejorar los medios de vida de los beneficiarios protegiendo y promoviendo su patrimonio alimentario y defender la sostenibilidad y la resiliencia de estas prácticas.
El primer componente del proyecto consistía en proporcionar asistencia a los cinco Baluartes indígenas de Slow Food ya existentes y en crear cinco nuevos Baluartes indígenas de Slow Food.
En él participaron los siguientes productos y pueblos:
- Miel, con tres Baluartes: miel silvestre de los wichís en Argentina, miel de los ogiek en Kenia y miel de los nahuas en México;
- Harina de guaraná y mandioca, con dos Baluartes en Brasil: guaraná nativo de los sateré-mawé y harina de mandioca de los kirirí;
Cangrejos negros y azules, con dos Baluartes: cangrejo negro de Providencia y cangrejo azul de Esmeraldas en Ecuador; - Frutos silvestres: frutos silvestres del Gran Chaco en Argentina;
- Agave: Agave de la mixteca oaxaqueña en México;
- Ovejas: la oveja roja de los masáis en Kenia. (link alla pagina di fondazione incorporato nei nomi dei presìdi)
Slow Food realizó un estudio de caso para analizar el progreso de estos Baluartes, en particular sobre el de la miel silvestre de los wichís en Argentina y el de la oveja roja de los masáis en Kenia, ambos Baluartes de Slow Food establecidos recientemente.
El pueblo de los wichís en Argentina y el Baluarte Slow Food de la miel silvestre de los wichís
«Ofrecer asistencia a la recolección nos reafirma como wichís, especialmente en vistas de la homogeneización cultural que representa la globalización. Defender la recolección de miel también defiende nuestra cultura tradicional, nos permite dar reconocimiento a nuestras propias vidas y apropiarnos del bosque y también de nosotros mismos, ya que la propiedad es lo que nos da nuestra identidad».
Juan Ignacio Pearson, coordinador del Baluarte de la miel silvestre de los wichís.
Los wichís son el mayor pueblo indígena de la región del Gran Chaco, en Argentina, una zona en la frontera entre Argentina, Bolivia y Paraguay. Los wichís tienen su propia lengua, que también es uno de los tres idiomas oficiales de la provincia del Chaco en Argentina.
Tradicionalmente, la miel, «tsawotaj» en wichí, se recolecta buscando colmenas salvajes en el interior de árboles huecos. La miel y la cera se recolectan a la vez y se prensan para separarlas. A continuación, la miel se pasa tres veces por un filtro de tejido para eliminar las impurezas, antes de envasarla para su venta.
La comunidad de Larguero de la provincia de Salta, donde tiene su sede el Baluarte, está formada por 50 personas wichís aproximadamente. El objetivo del Baluarte es reunir en la misma red a productores, cocineros, gastrónomos, especialistas e instituciones que compartan el interés por preservar y promover la miel recolectada por la comunidad de Larguero, así como los conocimientos, la cultura y las tradiciones wichís.
En el marco del proyecto, la comunidad organizó sesiones de formación, compró equipos y construyó un nuevo espacio de extracción que mejoró la higiene para cumplir con las normas oficiales y, de este modo, vender la miel en los mercados internacionales. En 2020, el Baluarte comenzó a vender su miel con la etiqueta de Slow Food.
De 2019 a 2020, el Baluarte duplicó el precio de compra de la miel a los recolectores y aumentó el precio en el mercado en un 30 %, mientras que en 2020 la cantidad vendida antes de que finalizara la temporada de recogida se había incrementado en un 75 %.
Para los wichís, la recolección de miel es una actividad tradicionalmente masculina, pero se organizaron talleres con perspectiva de género en los que una persona experta en género habló sobre la recolección y sobre el uso de la harina de algarroba en la nutrición tradicional. Además, para permitir a las mujeres beneficiarse del Baluarte, se organizaron intercambios entre las mujeres de Larguero y las del Baluarte Slow Food de los frutos Silvestres del Gran Chaco, un Baluarte indígena vecino dirigido por mujeres, en los que las mujeres de ambos Baluartes se dedicaban a la recolección de frutos silvestres y a la producción de harina de algarroba.
Los masáis de Kenia y el Baluarte Slow Food de la oveja roja de los masáis
«El Baluarte me ha cambiado la vida y me ha hecho ser más consciente de mis raíces y de mi cultura, y ha despertado en mí la curiosidad sobre cómo sobrevivieron nuestros antepasados a una época más difícil. Aprender esto me ha ayudado a aprender mucho más sobre la conservación de plantas y animales, como la oveja roja de los masáis, que estaba al borde de la extinción».
Tunda Lepore, coordinadora del Baluarte de la oveja roja de los masáis
El pueblo masái del este de África vive a lo largo del Gran Valle del Rift en el sur de Kenia y en el norte de Tanzania. Tradicionalmente, este es un pueblo seminómada que ha sobrevivido a periodos de sequía buscando agua, pastos y salegares allá donde estuvieran. Actualmente, debido al cambio climático y a la prohibición de entrar en parques nacionales y reservas, cada vez les cuesta más sobrevivir.
Los masáis dependen tradicionalmente del ganado bovino, las cabras y las ovejas. La oveja roja de los masáis es una raza tradicional resistente a las condiciones áridas y a las enfermedades. Sin embargo, después de que los gobiernos británico y nacional introdujeran la raza Dorper, más productiva pero menos resistente, la oveja roja de los masáis comenzó a extinguirse.
El equipo de Slow Food en Kenia propuso la raza masái roja para un Baluarte por su singularidad y, dados los beneficios que generaría, para ayudar al pueblo masái en la difícil situación en la que se encuentran (principalmente debido a las graves sequías y a la imposibilidad de llevar a sus animales a mejores pastos y a fuentes de agua).
En septiembre de 2020 el Baluarte tenía 41 miembros, 20 de los cuales eran jóvenes cuando se unieron y 19 de los cuales eran mujeres. El Baluarte también dejó mucho espacio para la participación de las mujeres, ya que se considera que estas tienen una gran habilidad para identificar a los mejores animales.
Durante el primer año, las actividades del proyecto consistieron en formación intensiva sobre temas que iban desde el liderazgo y el marketing hasta la cría y la nutrición de los animales.
Sujeto como está a los ritmos de la naturaleza, el Baluarte tardará en obtener ingresos económicos, pero las previsiones son prometedoras. De hecho, desde septiembre de 2020 los rebaños han prosperado y han aumentado de número gracias al nacimiento de varios corderos.
Ampliar las opciones en el mercado y empoderar a la juventud.
El aumento de las opciones en el mercado para todos los Baluartes ha sido el mejor resultado obtenido, y también ha contribuido a aumentar los ingresos de sus miembros.
El proyecto ha contribuido considerablemente a empoderar a las comunidades indígenas donde hay Baluartes establecidos y ha ofrecido a muchos jóvenes una oportunidad inestimable para desarrollar un medio de vida sostenible en sus zonas nativas.
En conclusión…
Cerca del final del proyecto y echando un vistazo a todos los Baluartes que han participado en él, podemos sacar varias conclusiones importantes.
Todos los Baluartes están dirigidos por pueblos indígenas e incluyen productos que tienen una fuerte relevancia cultural para su identidad, representan a su zona local y son un elemento clave de la seguridad alimentaria de las comunidades que participan, directamente y/o a través de la generación de ingresos. La creación de los Baluartes ha mejorado la situación económica inicial de sus miembros con mejores oportunidades de comercialización gracias a la mejora en la calidad y la seguridad alimentaria del producto y al incremento de los volúmenes de producción.
Los Baluartes han ayudado a empoderar a los jóvenes, que se han convertido en participantes clave, y a los adultos poniendo en valor sus conocimientos tradicionales y dotándolos de nuevas capacidades y herramientas para responder mejor a los rápidos cambios de su contexto.
Los Baluartes contribuyen a los ámbitos clave de la biodiversidad y la preservación medioambiental, así como en el desarrollo económico. La membresía de los Baluartes es estable y hay potencial para la expansión en todos los grupos gracias a los beneficios visibles generados mediante la propia creación de los Baluartes.
La versión corta de este estudio de caso está disponible aquí. Para la versión completa, por favor haga clic aquí.
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