Ante El Cambio Climático y La Nueva Temporada de Ciclones, La Agroecología Le Da Esperanza a los Campesinos Cubanos Para Un Futuro Sostenible

23 Jun 2018

Una nueva temporada de ciclones está iniciando y los campesinos cubanos se preparan para fuertes actividades que pueden afectar sus cosechas, ligadas estrechamente al cambio climático.

Antes de la caída de la Unión Soviética en 1991, la agricultura en Cuba estaba principalmente basada en los monocultivos de exportación de la caña de azúcar y del tabaco que eran intercambiados con el bloque soviético por otros alimentos.  A partir de la desaparición del bloque soviético, este intercambio terminó y Cuba tuvo que aprender a alimentarse a sí misma. Por esta razón, a partir de la década de 1990, el antiguo modelo agrícola se transformó en un modelo fundamentalmente orgánico que retomaba métodos tradicionales y reafirmaba el conocimiento antiguo del cultivo local y de alimentos que habían casi desaparecido durante el siglo XX.  Hoy en día, Cuba representa uno de los sistemas más importantes a nivel mundial de agroecología, de agricultura urbana y de cooperativas agrícolas, y cuenta además con una red de Slow Food floreciente.

A pesar del arduo trabajo que los cubanos han hecho para proteger el medio ambiente y las tradiciones alimentarias, el cambio climático afectarà fuertemente la agricultura Cubana. La mayoría de las emisiones carbónicas que han favorecido el cambio climático vienen de países del Norte global. Países como Cuba, en el Sur global, están afrontando los efectos negativos de este fenómeno a través de largos periodos de sequía y temporadas de ciclones que aumentarán en intensidad con el pasar del tiempo.

El 25 de mayo, un poco más de una semana antes del comienzo oficial de la temporada de ciclones del 2018, se formó la tormenta subtropical Alberto en el Caribe que pasó por las provincias orientales de Cienfuegos, Sancti Spiritus, y Villa Clara. Según los reportes de Global News, siete cubanos murieron y dos desaparecieron. Desde derrames de petróleo hasta el colapso de un puente en el pueblo de Taguasco en Sancti Spiritus, Alberto dejó al país fuertemente dañado. Varias fincas de la zona fueron afectadas, incluyendo la Finca del Medio, de José Antonio Casimiro González, miembro de Slow Food

Según Casimiro, Alberto llegó a cuba con lluvias intensas y vientos “de más de 250 kilómetros por hora durante el día” por lo que muchos vecinos han tenido problemas con la recuperación después de dos años con difíciles predicciones.  “Sufrimos en el año 2016 y 2017 de una sequía intensa, que ha sido prácticamente irresistible en este lugar.  Y lo que viene este año, que también en el 2017, es el ciclón.  Ha sido bastante el daño, generalmente en todo el país, prácticamente en todo.”

Antes de la llegada de Alberto, el 2017 fue un año anormalmente activo en cuestión de ciclones. Fue una temporada con fuertes destrucciones en el Caribe a causa de los ciclones Irma y María, los cuales causaron también desplazamientos, daño extensivo en el sector agrícola, disminución de las cosechas e incluso muertes en la región.

Casimiro explica que, “[los campesinos convencionales] primero perdieron cosechas por sequía, luego perdieron cosechas por el ciclón [Irma], se le distanció mucho la época de siembra, y al final ahora, ahora la recogida viene en la época de la lluvia, [que ha contribuido a más perdidas].”

Como resultado de la temporada de ciclones del año pasado, la Unión de Científicos Preocupados de Estados Unidos publicó un reporte en diciembre diciendo que aunque “no necesariamente habrán más ciclones, es probable que los ciclones del futuro serán más intensos que llevan velocidades de viento más altas y con más precipitación” a causa del cambio climático.  Particularmente, las crecientes temperaturas de los mares aumentan el riesgo de tormentas más fuertes, tendencia previamente documentada.

Se desconoce aun lo que la naturaleza manifestará para la temporada de tempestades atlánticas de este año pero Cuba y sus vecinos en el Caribe están razonablemente preocupados después de los reportes publicados por la División de la Investigación de Huracanes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense, la cual pronosticó una temporada 75 por ciento más intensa de lo normal durante el 2018

No obstante, aún frente toda esta adversidad, Casimiro tiene confianza que su modelo agroecológico y de pequeñas fincas familiares propuesto con el apoyo de Slow Food, puede proveerle un futuro a él y a otros campesinos en el Caribe.

“Ha sido bastante el daño… pero nosotros podemos dar fe de que por la forma en la que estamos haciendo las cosas, es un modelo que están enseñando en el mundo y también en muchos lugares del mundo creen que se puede resistir el cambio, y nosotros estamos midiendo de esta manera,” argumenta Casimiro.  “Nosotros hemos creado condiciones que nos favorecen en los periodos secos, generable con cierta abonanza.  Pero los periodos de intensa lluvia, esos mismos sistemas que hemos creado para recoger agua de la lluvia en el periodo seco, nos permiten en periodos de intensas lluvias que no se nos vaya más tierra.  Entonces, observamos mucho lo que está pasando y con esa experiencia es lo que vamos a hacer.”

A la pregunta del futuro de la agricultura cubana, Casimiro responde inequívocamente que Slow Food y la agroecología le dan esperanza ante el cambio climático admitiendo que es “lo único en que [ve] una esperanza.”

“Yo no veo esperanza ninguna en otros modelos porque eso no ha funcionado nunca, no ha funcionado bien.  Entonces yo propongo esto como modelo posible para la resiliencia, en la experiencia, en la eficiencia de esa vida al lado de la naturaleza, al lado de la familia, de la finca como cultura y el entendimiento de la naturaleza.  Entonces nosotros sabemos, con la experiencia personal y la experiencia de la familia, que hay un potencial muy grande incluso para que nosotros lleguemos por primera vez en más de quinientos años a lograr la independencia de los alimentos, siempre hemos importado la mayoría,” elabora Casimiro.

Como fue subrayado en la Moción sobre el Cambio Climático del 7to Congreso Slow Food, los cambios de patrones meteorológicos y de condiciones que surgen por el cambio climático, afectan de una manera grave el sistema alimentario mundial, especialmente a los pequeños agricultores – cuyas vidas dependen primordialmente de la productividad de la tierra que cultivan.  En Cuba, el cambio climático no es un tema abstracto que no afecta a los pequeños agricultores – al contrario, el aumento de intensidad de los ciclones, amenaza el sustento del campesino cubano. El modelo agroecológico que promueve Slow Food provee una vía potencial para seguir adelante aún con un futuro incierto y da posibilidades de resiliencia no solamente en Cuba, sino también en el mundo entero.

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