Este año, como nunca anteriormente, el Almanaque de Slow Food cuenta lo que somos y en lo que nos estamos transformando a través de los proyectos concretos que nuestra asociación lleva a cabo en tantos territorios. Unos proyectos a los que en el último Congreso internacional se asignaron cifras que personalizan los tres principales objetivos estratégicos sobre los que Slow Food trabajará en los próximos años.
10.000 productos en el Arca del Gusto, es decir, la defensa de la biodiversidad, porque no es posi- ble hablar del acceso a una alimentación buena, limpia y justa para todos si entretanto la humani- dad pierde su patrimonio de variedades vegetales, razas autóctonas y productos tradicionales.
10.000 huertos en África, es decir, la construcción de una red de Slow Food en África dirigida por líderes africanos, porque no es posible hablar del acceso a una alimentación buena, limpia y justa para todos sin ocuparse del continente en el que más evidentes son los paradójicos límites del sistema alimentario actual.
10.000 comunidades del alimento y convivium, es decir, el fortalecimiento de la red de Slow Food y Terra Madre, porque no es posible hablar del acceso a una alimentación buena, limpia y justa para todos sin el compromiso y la movilización de la asociación y de la red de Terra Madre a todos los niveles.
El Almanaque, a través de las historias recogidas en todos los rincones de la tierra, es una demos- tración de cómo trabaja toda la red de Slow Food y Terra Madre, cada día con un mayor empeño para alcanzar sus objetivos. Cómo somos capaces de crear historias a partir de un sencillo grano de café o del agua para el riego de un huerto africano; de los jóvenes europeos que reivindican un sistema alimentario más saludable y dispuesto a incorporar nuevas energías; de esos pequeños pescadores nativos que, en la India, muestran cómo la alegría es sentimiento indispensable de una producción buena, limpia y justa. Hasta los cientos de miles de ejemplos ofrecidos por nuestras comunidades del alimento, expresiones concretas de “agricultura familiar”, un tema sobre el que mantendremos viva la atención aun después del año internacional que la ha celebrado y debatido.
Y además sabemos contarlas. De forma que, cuando hojeen las páginas siguientes, les solicitamos hagan suya esa alegría y recuperen los sentimientos que se vierten a diario sobre los campos de los agricultores que queremos proteger. Ninguna etiqueta, ninguna preparación lo expresará jamás, pero un elemento fundamental de la agricultura que queremos es justamente la “producción gozosa”. Fruto del corazón. Del alma. Y de complejísimas habilidades.
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