EL CORAZON ES NOBLE: VISIONES PARALELAS

28 Apr 2015

Elías García Martinez from the Chinantla indigenous community in Mexico and coordinator of the Slow Food Chinantla Vanilla Presidium offers an interesting parallel between the vision of the world, the nature of the indigenous communities and Tibetan Buddhists in this article about a book entiteld “The heart is noble”…

 

Cuando he leído este libro mi corazón y mi mente no ofrecieron resistencia alguna, más bién sus bellos mensajes fueron recibidos con gozo y alegría porque simbolizan y representan las más nobles aspiraciones de la Humanidad. Le asiste toda la razón al Karmapa cuando afirma que la filosofía tibetana tiene mucho en común con la visión de la vida y del Universo que tenemos los pueblos indoamericanos. Considerar a la Tierra como nuestra madre no es un eufemismo primitivo o arcaico sino una evidencia cotidiana. En las culturas indígenas de México, la Naturaleza la formamos todos, el hombre, lo animado y lo inanimado; no somos dueños sino parte de ella.

 

Nuestra relación con la Naturaleza justamente revela con evidencia la interdependencia que existe con y entre todos los seres que formamos y habitamos este planeta. Esta es la base de nuestra interacción con ella, lo que explica y sustenta la “propiedad” comunal; en contraposición con la visión judeocristiana, base de la cultura occidental, en la que el hombre se coloca en el centro de la Creación; Dios le otorga en propiedad todo cuanto ha sido creado. Así nació la propiedad privada, en la que la Naturaleza es considerada simplemente como recursos naturales que hay que usar y explotar. La comunalidad, un concepto identitario de los pueblos indígenas, se expresa en prácticas cotidianas y formas de vida distintivas, como el tequio, el sentido de pertenencia, forma de tenencia de la tierra y su relación con ella; a la par, base y fundamento de nuestra existencia. Al igual que el Karmapa, aclara no desplegar o inducir la enseñanza de la teoría y prácticas del Budismo; tampoco es mi interés idealizar a las culturas indígenas, solo quiero enfatizar algunos puntos de coincidencias con la filosofía tibetana para resaltar el hilo que nos une como hijos de una madre común: la Madre Tierra; por lo mismo, compartimos  con angustia y esperanza los grandes desafíos que plantea la crisis ambiental que tenemos encima. Cada cerro, manantial, río es un lugar sagrado. Cuando pescamos o buscamos una planta medicinal en el cerro rogamos al guardián, o dueño del lugar, para que propicie nuestra misión porque lo que buscamos no es para vender.  O cada que ponemos un grano de maíz, o cualquier otra semilla, en la tierra nos nace desde lo más profundo del corazón la petición por una buena cosecha y elevamos la vista al cielo para que nos caiga la lluvia suficiente. (Cuando ponemos las ofrendas en los altares en el Día de Muertos no solo sirven para la cita y convivencia anual con sus espíritus, es muestra también para decirles que seguimos conservando todas las tradiciones que nos heredaron. Cada principio de año celebramos el Día de la Fertilidad como una significativa y sentida ceremonia de acción de gracias presentando en el templo, decorado con hermosas ramas y flores aromáticas de nuestra selva, los productos de la Tierra).

 

Ciertamente nos ha tocado vivir un tiempo, un mundo convulsionado y pasmado por los terrores que provocan los grandes y devastadores efectos del Cambio Climático, como si los horrores y sufrimientos que dejaron los conflictos bélicos del siglo pasado no fueran suficientes, y que aún continúan hoy por todas partes ante nuestra indiferencia, como si no fuera cercano a nosotros. El agujero de la capa de ozono; el uso irracional de pesticidas en la agroindustria; la devastación de bosques y selvas; la contaminación de ríos, lagos y mares; la desertización de los suelos; y, en fin, el calentamiento de nuestro planeta, ya casi no conmueve a nadie, como si esto fuera lo normal, como si no nos atañen, quizá esperando que otros mitiguen y resuelvan estos graves problemas.

 

El Corazón es Noble, me ha llenado de entusiasmo a pesar de las grandes dificultades que implican revertir los efectos de la insensatez humana en su relación con la Naturaleza.

 

Es un canto a la Vida, al Amor, a la Compasión frente al consumismo salvaje, la codicia, el egoísmo, el individualismo. Pero también es un llamado a la esperanza, a asumir nuestra responsabilidad, como individuo y sociedad, para hacer frente a la difícil situación a que hemos llevado a nuestro planeta, que nos pide ya un respiro, una pausa. Como bien afirma el Karmapa, acaso esperamos ver el Océano Pacífico teñirse de rojo por la sangre de los animales sacrificados; que la superficie de la Tierra se cubra de basura y todo tipo de desechos humanos para actuar?  Crear conciencia, es decir, apelar a los sentimientos de pertenencia a la comunidad, destacar la interdependencia que existe entre todos los seres, es un camino hacia la solución de la crisis ambiental. Si todos somos parte del problema, también todos somos parte de la solución; la responsabilidad que tenemos los seres humanos, como seres dotados de inteligencia, es aún mayor en cuanto a que somos, con nuestras acciones y actividades casi suicidas, los que hemos llevado a la Madre Tierra a la agonía. Cultivar nuevos sentimientos por ella, porque parece que la capacidad intelectual del hombre ha desplazado al corazón; desterrar la idea de que nuestro planeta es un simple objeto, cuando se trata de un sistema vivo, que hay que verla, como sugiere el Karmapa, como una Diosa, una Diosa que vive, respira y permanece en una actitud de ofrecimiento amoroso constante. Dejar que el corazón tome el mando, que la sabiduría nos diga cómo, es decir, retornar a la visión de la vida y del mundo de las viejas culturas tradicionales.  La Ciencia, la Filosofía y la Ética juegan un papel clave en esta empresa. Su Santidad el Karmapa apunta las dificultades ante los retos  del deterioro  ambiental, pero también propone con nitidez pequeñas acciones, individuales y colectivas, para frenar el deterioro y restituir el equilibrio del Medio Ambiente.

 

El Corazón es Noble es una botella lanzada al mar, a la presente y siguientes generaciones, para actuar sin demora; pero también es una invitación para compartir y cruzar experiencias que contribuyan en esta empresa.  Por ello, quisiera exponer qué estamos haciendo los pueblos indígenas de México, en particular, los chinantecos de Oaxaca, para enfrentar el problema ambiental, motivo de mi participación en este evento, experiencia que iniciamos hace más de 2 décadas y media en la Chinantla. Se trata de una región que tiene tres ecosistemas: selva alta perennifolia, bosques mesólfilo y de coníferas, con una biodiversidad excepcional, gracias a su variada topografía, con alturas que van desde casi al nivel del mar hasta más de 3000 msnm. En su territorio de 4,500 Km2 habitamos más de 100,000 habitantes y hablantes del chinanteco. Soy originario de Usila, un pueblo muy tradicional de la Chinantla. A diferencia de Su Santidad el Karmapa, que salió al exilio, dejé mi pueblo a los 13 años para concluir la primaria porque en la comunidad, que ya era un privilegio, solo había hasta 4º año. Por supuesto, no sabía hablar ni entendía la lengua de Cervantes.

 

Hablo del remoto año de 1958 y mi pueblito con sus casas de jonote y techo de zacate colorado, muy pintoresco,  tendría unos 1,200 habitantes.  Asentado en un hermoso valle rodeado de macizos montañosos por todos lados, con un río y arroyos de aguas cristalinas, una vegetación exuberante, un Edén. Nuestro mundo era la selva y el travieso río que cada año nos amenazaba con llevarse el pueblito por su salvaje corriente bajando de la sierra. Era nuestro centro social comunitario y recreativo; y la selva nuestro sustento para la existencia. Del río obteníamos parte importante de nuestra dieta, pero la selva procuraba la satisfacción de todas nuestras necesidades materiales y espirituales. La leña para cocer nuestros alimentos, a base de toda suerte de quelites, hongos, tubérculos, animales de caza, frutas deliciosas; también plantas medicinales para aliviar nuestros padecimientos; maderas para muebles modestos y para la construcción de nuestras viviendas; en fin, significaba todo para nuestro bienestar. Pero aún  más, era la fuente de nuestra visión de la vida y del mundo; sus múltiples sonidos habían moldeado nuestra polifonética lengua de 5 tonos. La Luna y el Sol, de los que tenemos un bello y poético mito de origen, en el centro de esta relación. El sol con su luz nos alumbra y nos calienta, pero también fecunda a la Tierra para dar vida a todo cuanto existe. La Luna determina nuestras actividades, define nuestro calendario agrícola y el ciclo de vida. Cómo es posible que en otras culturas la Tierra sea considerada como un objeto inanimado e inerte?  Solo lo que está vivo puede dar vida. Cómo explicar que sin la Tierra, el Sol y todos los demás componentes nada germina, no hay cosechas, no hay alimentos? Cómo podemos seguir agrediendo impunemente, irracionalmente, irresponsablemente lo que es fuente de nuestra existencia? No hay límites?

 

Cuando salí de mi comunidad llevaba en el corazón y la mente esta carga cultural. Pero también recibí en mi aventura y desventuras otros valiosos elementos de la cultura occidental que ampliaron mi visión de la realidad. A diferencia de muchos que emigramos por diferentes motivos regresé a mi pueblo preocupado por nuestra cultura y nuestra selva, ante el arrasante fenómeno de la globalización. El escenario edénico empezaba a transformarse y deteriorarse por la necesaria contemporización, es decir, cambiar las actividades agrícolas tradicionales por las comerciales, en nombre de una mejor calidad de vida. Me encontré con graves conflictos agrarios; conflictos religiosos entre católicos y las nuevas sectas protestantes; políticos por la transición del sistema de usos y costumbres por el sistema partidista, entre otros. En estas circunstancias, sin herramientas, y peor aún, sin ser llamado para arbitrar, me vi ante una realidad que me rebasaba totalmente, que, nada tenía que ver con mis recuerdos infantiles.  

 

Establecí prioridades. Primero completar mi aprendizaje de la lengua chinanteca y su gramática con los mejores maestros: mis padres. Es una lengua que aún conserva su inocencia originaria porque nos remite al origen fundacional de nuestro mundo. De allí su importancia. El siguiente paso era acercarme al Consejo de Ancianos para conocer el estado de la cultura chinanteca, su futuro y, sobretodo, el futuro de nuestra lengua ante la homologación de la enseñanza del español en la escuela. Y del largo diálogo se delinearon algunas acciones para la conservación de nuestra lengua y la cultura chinanteca; y así surgió un proyecto integral que involucraría la conservación de nuestra cultura y de nuestra selva. El proyecto consistía en la promoción del cultivo de 3 especies nativas de nuestra selva: la vainilla, el cacao y el tepejilote, es decir, usar especies nativas en oposición a las deslumbrantes  variedades manipuladas en algún laboratorio; por ser selváticas requerían de sombra, muy apropiadas para el propósito de restaurar acahuales en reposo; aplicar solo técnicas artesanales en su manejo; rescatar el uso multifuncional del suelo, como en la milpa; fortalecer nuestro sistema tradicional. En fin, un proyecto productivo con respeto a la Naturaleza.  

 

En el proceso se presentaron dificultades sin fin y de todo tipo que significaron enormes desafíos.  Retomar una vía de desarrollo basada en la propia cosmovisión no resultó una tarea fácil, y menos en un mundo embriagado y contagiado por el consumismo y la economía de mercado. Retomar los conceptos esenciales de nuestra cultura ha sido un acierto. Redescubrimos con una evidencia pasmosa la interdependencia que existe entre todos los seres y la relación íntima, intrínseca, dialéctica entre nuestro entorno y la cultura. La Conservación de nuestra cultura y de nuestra lengua depende absolutamente de la conservación de la Naturaleza. Esta dependencia la expresamos así:  POR CADA ESPECIE QUE SE EXTINGUE SE PIERDE UNA PALABRA DE NUESTRA LENGUA, ASÍ COMO CONOCIMIENTOS Y PRÁCTICAS  ASOCIADOS A ELLA; NUESTRA CULTURA LANGUIDECE. Como señala S.S. el Karmapa, tenemos que cobrar conciencia y no olvidar la interdependencia que existe con todos los seres que habitamos este planeta.

 

 Las familias que participan en el proyecto  realizan su trabajo con alegría, con una mística por el simple hecho de saber que con ello la Naturaleza se reconcilia con nosotros. Y la Naturaleza está feliz, y lo sentimos cuando el viento recorre por las plantaciones tocando nuestros rostros con ternura, moviendo las hojas de los árboles que caen al suelo para fertilizarlo; el canto de los pájaros se une a la sinfonía sin fin; el colibrí posando sobre las flores de la vainilla para fecundarla; el jaguar recupera el aliento. Cada quien cumpliendo las bellas funciones asignadas.

 

Leer este libro ha significado para mí una gran Felicidad y mi corazón, conmovido y conmocionado, ha recuperado la energía para continuar mi misión en la Chinantla y, si es posible, transferir este ánimo a las nuevas generaciones. No podría terminar sin tocar algo que no aborda S.S. el Karmapa: la Autoridad.  Este joven de 25 años, pero que acumula 900, habla con Autoridad, pero también con Belleza, con Amor. En las culturas indígenas sabemos lo que es la Autoridad, distinguirla del Poder; como lo hace el Karmapa entre el Apego y la Compasión. El Poder es efímero, la Autoridad  es vitalicia. Y la Autoridad da Poder, pero nunca a la inversa. Cada palabra escrita en el libro tiene el peso de la Autoridad; es una enseñanza que recibo con calidez y humildad. Mi corazón y mi mente se reconcilian y espero que en cada corazón y en cada cabeza haya un lugar para la Esperanza, el Amor y la Compasión para que la Madre Tierra recobre su quebrantada salud.

   

Elías García

Tuxtepec, Oaxaca, septiembre de 2013

 

   

              

 

Blog & news

Change the world through food

Learn how you can restore ecosystems, communities and your own health with our RegenerAction Toolkit.

Please enable JavaScript in your browser to complete this form.
Full name
Privacy Policy
Newsletter