Carta desde la granja: Aprendiendo de una familia campesina en Cuba

15 Nov 2023

Esta carta desde la granja ha sido publicada originalmente en la página web de ARC2020. ARC2020, organización socia de Agroecology Europe, es una plataforma de actores agroalimentarios y rurales que trabajan para mejorar la alimentación, la agricultura y las políticas rurales en Europa. El autor, Matteo Metta, analista de políticas en ARC2020, informa sobre las formas en que la agricultura europea puede transformarse, basándose en este ejemplo de la granja familiar agroecológica “Finca del Medio” en Cuba. Muestra vías sobre cómo las políticas agrícolas europeas podrían establecer estándares éticos y de desarrollo más elevados para una agricultura climáticamente neutra integrada en el desarrollo rural.

En Cuba, la seguridad alimentaria sigue siendo un reto tras años de guerras para luchar contra el colonialismo, el imperialismo y el cambio climático. Sin embargo, la isla va mucho más allá de los objetivos europeos del “Pacto Verde”, ya que ha alcanzado la mayoría de los objetivos “de la granja a la mesa” y de biodiversidad que la UE aspira a lograr para 2030. Una finca cubana va incluso más allá. Bienvenidos a La Finca del Medio, una explotación familiar de 13,42 hectáreas situada en el centro de Cuba, que defiende la soberanía alimentaria de forma agroecológica. Matteo Metta escribe desde la finca.

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En mayo tuve el honor de visitar La Finca del Medio, en un país que se recupera de las penurias socioeconómicas de la pandemia de la covid-19.

La finca familiar, dirigida por José Antonio Casimiro González, es un raro ejemplo de sistema verdaderamente circular, autónomo y agroecológico. La gastronomía, el desarrollo rural, las energías renovables, la biología y la naturaleza están conectadas de forma holística y armoniosa con la agricultura.

Con la seguridad alimentaria mundial en juego tras la crisis energética y de importación de piensos, ¿qué podemos aprender de esta granja y cómo incorporar la agroecología en el futuro Pacto Verde europeo de posguerra y poscrecimiento? He aquí algunos recuerdos y reflexiones de mi visita.

Más allá de las puertas, más allá de las pretensiones

Aunque hay muchos vídeos, artículos y blogs disponibles en Internet sobre esta finca, mis conocimientos preliminares sobre “La Finca del Medio” eran lo suficientemente básicos como para marcarme un descubrimiento inesperado. “Recuerda, estamos en el km 349 de la Autopista Nacional, Provincia Sancti Spiritus”, me envió un mensaje Leidy Casimiro, la primera cubana graduada de doctorado en agroecología, confirmándome las dos noches en su finca.

En la carretera: ni carteles, ni promociones comerciales. Leidy no estaba en el momento de la llegada pero, a las puertas de la finca, su hermana Chavely me dio la bienvenida. Antes de dejarme preparar un zumo fresco de su propia caña de azúcar con un toque de naranja agria, me presentó brevemente la granja, su sistema de viviendas anticiclónicas inspirado en los hogares tradicionales a prueba de tormentas de arena de Etiopía, y al resto de la familia: Lorenzo, la pequeña Amanda, su hermano José Antonio Junior y, por último, sus padres Mileidy y José Antonio.

“Podríamos haber puesto grandes pancartas y vallas publicitarias para anunciar nuestra granja con muchos nombres pegadizos como agroecología, agroturismo, slow food, etc., pero decidimos no hacerlo. Sin embargo, en más de 20 años, nuestra granja ha acogido a miles de personas de Asia a Europa, África y América. Son investigadores, funcionarios, agricultores, familias, activistas o simplemente gente que quiere ver otra forma de vivir y de cultivar”, explica José Antonio Casimiro González, padre e impulsor de la granja familiar.

Todos los miembros de la familia participan en las labores de la granja, como la agricultura, la pesca, el procesado y reparto de alimentos, la producción de energía, la gestión de nutrientes orgánicos, las tareas domésticas, la cocina, el alojamiento, etc. La granja se compone de una mezcla de plantas y animales. “Aquí todo está conectado y funciona como un organismo vivo. En 13,46 hectáreas tenemos unos 30 animales, entre vacas, caballos y bueyes. También tenemos pollos y cerdos, y todo sin comprar piensos externos. Producimos una gran variedad de alimentos de origen vegetal en un sistema rotativo, desde productos hortícolas, maíz, arroz, azúcar, yuca, patatas. Parte de nuestra producción agrícola se vende al Estado para cumplir nuestras cuotas mínimas, mientras que el resto se utiliza para alimentarnos a nosotros mismos y a nuestros visitantes”.

La familia como arquitectos agroecológicos de la finca
Según Antonio, un sistema agroecológico solo puede construirse tras muchos años de observar y adaptar las interrelaciones existentes en la granja, la naturaleza, la familia y entre ellas. “A lo largo de los 20 años que llevamos en esta finca, tuvimos que prescindir de algunos elementos, como las cabras o el pavo común, porque alteraban nuestro equilibrio al comer en exceso nuestros alimentos de origen vegetal (arroz, hortalizas, yuca). Lo que ves aquí, hoy, es el resultado de una larga observación y selección hecha y dirigida por nosotros, para adaptar semillas, razas, plantas y técnicas que respondan a nuestras condiciones específicas. Vivir hoy en una granja significa combinar la teoría científica con observaciones prácticas, como estudiar cómo el agua, los minerales, la materia orgánica, los pájaros, los insectos, las plantas y los animales interactúan en un sistema complejo y encontrar formas de regularlos para nuestra vida familiar”. En total, se estableció una diversidad de árboles a lo largo de 5 km, tanto en los bordes como en el interior de la finca, intercalados con piñas (Bromelia pinguin L.), moras, guayabas y plataneros, sin un orden predefinido.

Alimentarse con comida de tipo ‘campesino-agroecologia-gourmet’

Al mediodía, tuve el placer de sentarme a almorzar con toda la familia. Era el Día de las Madres en Cuba. La mesa estaba adornada con una variedad de productos agrícolas cocinados por Chavely y su mamá, Mileidy. La pequeña Amanda también estaba allí, siempre tratando de ayudar a su mamá y poner sus manos en el arte de la cocina.

Antonio habló antes de que Chavely y Mileidy presentaran los platos. “No por adoptar una sola práctica verde como la lombricultura o el compostaje podemos decir que somos agroecológicos. No podemos hablar de agroecología si no encontramos disfrute y nutrientes genuinos en nuestros propios alimentos. No podemos hablar de agroecología si el trabajo de las mujeres no se valora igual que el de los hombres. No habrá agroecología si la familia no tiene la armonía y el placer de vivir en profunda conexión con y en la granja”.

En un país que sigue importando la mayoría de sus alimentos del extranjero, La Finca del Medio produce su propia leche, mantequilla, yogur, queso, carne, huevos, harina, frijoles, miel, azúcar, café, maíz, frutas y muchas verduras como tomates y lechugas. En un país que vive en la pobreza pero no en la miseria, La Finca del Medio vive prósperamente en un estado de abundancia natural y comida de kilómetro cero. Antonio explicó cómo, en una ocasión, impresionó a Carlo Petrini (fundador de Slow Food) con su ejemplo de “distancia cero en lugar de 20 km como máximo” para reducir los kilómetros slow food de la granja a la mesa.

“A fin de cuentas, ¿qué sentido tiene que los agricultores ecológicos o las granjas de agroturismo no puedan comer sus propios alimentos ni proponerlos a sus huéspedes, consumidores y visitantes? ¿Cómo pueden los agroturismos vender una experiencia en una granja sin ofrecer sus propios productos a sus huéspedes? ¿Qué sentido tiene que la comida se produzca de forma ecológica pero sin campesinos y sin el sabor fresco de los ingredientes genuinos? Aquí, en La Finca, producimos alimentos que son campesino-agroecológicos-gourmet”.

¿Seguridad alimentaria gracias a la agroecología? Sí, con más campesinos en Cuba

En mi segundo día, le planteé a Antonio una pregunta provocadora: “¿Crees que la agroecología debe y puede alimentar a Cuba?”. Más que una respuesta directa, esperaba una reflexión crítica sobre mi propia pregunta. Antonio me respondió con humor: “Sí, podemos alimentar al mundo y vivir como en el sueño americano, pero necesitamos al menos cinco planetas”.

Personalmente, a menudo pienso que la sociedad y los políticos esperan que la agroecología satisfaga las crecientes demandas de una sociedad urbanizada y consumista sin cuestionar primero las normas y valores que hay detrás de nuestra propia huella, consumos y estilos de vida. Antonio cree que hay algo intrínsecamente erróneo cuando se compara la agroecología con otros sistemas agrícolas, como la agricultura de precisión, basándose en métricas simplistas como la productividad alimentaria.

“Danos una métrica que considere la comida sana sin químicos ni conservantes, danos una métrica que considere el género y el empleo rural, danos una métrica que considere la biodiversidad, y la agroecología será la campeona de esta liga”.

Y no solo eso. En el momento de mi visita a la granja, estaba leyendo varios libros en paralelo sobre la historia de Cuba, sus efectos en la agricultura y la cantidad de reformas agrícolas que se sucedieron tras la revolución de 1959 hasta 2017. Hay cuestiones de seguridad alimentaria que están profundamente entrelazadas con la historia, la tierra, la gente, el clima, la planificación urbana, la energía, la moneda, la tecnología y, sí, la geopolítica. A menudo nos centramos en tal o cual método de cultivo para responder a preguntas más complejas.

Recuerda Antonio: “En Cuba, hay cinco personas en las zonas rurales para alimentar a 25 personas que viven y trabajan en los centros urbanos. Durante años, el mundo ha creado desigualdades de ingresos que han expulsado a la gente joven, inteligente y trabajadora de las zonas rurales. Solo añadir que siempre se habla de seguridad alimentaria primero, y de calidad de los alimentos después, como un aspecto secundario. Creo que debemos reconsiderar la supremacía de la calidad de los alimentos si queremos aspirar a una sociedad sana. Si queremos ayudar a Cuba, tenemos que ayudar a la gente y a los agricultores a vivir y trabajar en las zonas rurales cubanas”.

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La bioeconomía circular como autonomía campesina

Una de las cosas que me impresionó al visitar esta finca fue el uso de terminologías y prácticas que circulan bastante en la narrativa europea del crecimiento verde y en los proyectos de modernización de las explotaciones. Sin embargo, en La Finca del Medio, cosas como agroecología, economía circular, protección de la biodiversidad, energías renovables, igualdad de género eran como realmente son.

Detrás de estas “etiquetas” no se escondía nada como las nuevas formas de dependencia de los combustibles fósiles de las tecnologías “limpias”, el endeudamiento financiero, el productivismo verde, el acaparamiento de tierras, la sobreexplotación del agua, el monopolio tecnológico, el monocultivo y la alienación de los agricultores.

En mi opinión, La Finca del Medio cumplía de algún modo muchos requisitos de sostenibilidad, pero también establecía normas éticas y de desarrollo más estrictas para una agricultura climáticamente neutra integrada en el desarrollo rural.

“Intentamos utilizar nuestros propios recursos en la medida de lo posible, manteniendo nuestra pequeña escala y valorizando nuestro propio trabajo familiar. Bombeamos el agua gracias a este pequeño molino de viento. También obtenemos nuestra energía de las redes eléctricas nacionales, pero dependemos en gran medida de esos paneles solares y de las pequeñas turbinas eólicas.

Tenemos un pequeño tractor para usos excepcionales, pero lo compramos sólo porque somos capaces de mantenerlo o repararlo nosotros mismos. Por lo demás, vamos al pueblo y trabajamos la tierra en gran parte con nuestros propios animales”.

Antonio añade: “Seleccionamos, almacenamos y guardamos nuestras propias semillas. Cocinamos nuestros alimentos utilizando nuestro propio digestor de biogás a pequeña escala y leña. Alimentamos nuestras plantas con nuestros propios minerales y fertilizantes orgánicos, procedentes en su mayor parte del estiércol de nuestro ganado. Alimentamos a nuestros cerdos con nuestros productos agrícolas (por ejemplo, yuca) y subproductos alimentarios (por ejemplo, espinas de pescado). Nuestras vacas pastan libremente. Comen hierba y a veces yuca o minerales adicionales”.

¿Qué podemos aprender de La Finca del Medio?
Justo después de mi regreso a Europa, tuve la suerte de visitar otro ejemplo de granja ecológica en el noroeste de Dinamarca. 100 vacas lecheras, 500 hectáreas de cultivos rotativos y praderas, un préstamo bancario a largo plazo.

En proyecto, un nuevo proyecto de inversión para instalar un digestor de biogás que cierre el círculo energético, al tiempo que venden leche ecológica a Copenhague y producen su propio whisky que se vende en todo el país. Las diferencias con La Finca del Medio eran más que una cuestión de escala. De hecho, me enfrenté a dos tipos de vías agrícolas: la agroecología frente a la modernización.

Con la obsesión por ser respetuosos con el clima y más ecológicos, la vía de la modernización (europea) puede pasar por alto varios matices subyacentes que hacen que nuestro desarrollo agrícola sea verdaderamente sostenible.

En primer lugar, tenemos que hacer frente a las grandes desigualdades entre las zonas rurales y urbanas, que alteran la demografía, el equilibrio de ingresos, la demanda de alimentos y las condiciones de vida. Para cultivar de forma holística con la naturaleza y reducir la huella medioambiental de la granja a la mesa, las zonas rurales tienen que ofrecer condiciones de vida atractivas para que los jóvenes y las familias se queden, se trasladen y vuelvan. Al mismo tiempo, hay que orientar las explotaciones hacia inversiones que integren sus sistemas agrarios y sus medios de vida con el resto del territorio (por ejemplo, agroturismo, panaderías, restaurantes, escuelas, centros deportivos, musicales y artísticos).

En segundo lugar, un acuerdo justo y ecológico no puede subestimar la concentración de la propiedad y el control de los medios de producción. Por ejemplo, la bioeconomía o la economía circular, aunque puedan ser más eficientes desde el punto de vista  energético, pueden recrear proyectos monopolísticos (a menudo con apoyo público) en los que un único agricultor puede establecer las condiciones para el desarrollo rural y agrícola en un territorio determinado (por ejemplo, el precio, los tipos de cultivos o el método de cultivo). Esto puede ser un problema también para la diversidad de nuestras semillas, el uso de la tierra y las tecnologías en general. Es necesario un mayor trabajo colectivo para alcanzar economías de escala en la agricultura, manteniendo al mismo tiempo la autonomía de los pequeños agricultores que hace prosperar las zonas rurales.

En tercer lugar, hay que valorizar la inteligencia holística de los agricultores agroecológicos antes que la smartificación de habilidades y operaciones específicas. La Finca del Medio muestra cómo la explotación familiar construyó un conocimiento complejo a largo plazo basado en la observación cotidiana de las relaciones naturaleza-agricultura-clima-familia. En un solo día, vi a Lorenzo realizar un amplio abanico de tareas agrícolas (por ejemplo, ordeñar, alimentar, pescar, procesar alimentos, recoger fruta, arar con bueyes), todas ellas integradas en las condiciones del clima, la naturaleza y la familia. A medida que la modernización (digital y ecológica) de la agricultura europea sigue ejerciendo resión sobre la ecología y las explotaciones familiares, además de hacer que la agricultura se oriente cada vez más hacia tareas delegadas basadas en datos y combustibles fósiles, debemos plantear preguntas a nivel macro sobre la agricultura inteligente: ¿estamos eliminando los pesticidas químicos y los antibióticos de nuestros alimentos? ¿Están la agricultura y la tierra al alcance de los jóvenes? ¿Permitimos que las decisiones agrícolas sean independientes de las tecnologías y los intereses comerciales? ¿Estamos reforzando la capacidad de los agricultores para ejecutar múltiples tareas sin comprometer la diversidad en la agricultura y las conexiones con las zonas rurales?

En cuarto lugar, los agricultores agroecológicos pueden adaptar la digitalización a sus propias necesidades y posibilidades. En La Finca del Medio, la conectividad a Internet y las redes sociales cumplían distintas funciones. Durante mi corta estancia, vi cómo se utilizaba la digitalización para interactuar con los visitantes, compartir las historias de la finca y buscar y obtener información sobre eventos, precios de mercado y productos. Como dijo Antonio: “La digitalización puede ser una gran oportunidad para los campesinos si la utilizamos para mejorar en lugar de sustituir nuestra posición única en la naturaleza, la economía alimentaria y la comunidad”. Curiosamente, en esta granja, las interacciones digitales con los visitantes y la gestión de las redes sociales estaban supervisadas por una sola persona, Leidy. Como mujer joven con estudios universitarios, la digitalización le permite realizar algunas actividades de investigación fuera de la explotación, al tiempo que despliega sus habilidades para apoyar a la familia en nuevas tareas digitales. Este caso, como muchos otros ejemplos en Europa, llama la atención sobre las divisiones por género y edad del trabajo digital en las explotaciones agrícolas o granjas familiares.

Muchos más aspectos no han sido destacados en La Finca del Medio como el elevado número de aves que pueblan la explotación; la estrategia de gestión de riesgos prevista por la familia frente a fenómenos climáticos adversos (huracán); o el elevado volumen de producción de alimentos por unidad de trabajo familiar.

La Finca del Medio muestra cómo los objetivos climáticos y los mecanismos de reducción de emisiones del Green Deal europeo pueden no priorizar el apoyo a este tipo de explotaciones agroecológicas en Europa, o incluso añadir más presión competitiva a su supervivencia.

Tomado de: https://www.agroecology-europe.org/letter-from-the-farm-learning-from-acampesino-family-in-cuba/

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